Los murales reviven comunidades en Honduras: el trabajo de artistas mexicanos en los “pueblos selfie”

Cantarranas -una comunidad localizada a poco más de una hora de Tegucigalpa, capital de Honduras– es conocida como “el pueblo selfie”. La razón: las decenas de murales que adornan las paredes de las casas, restaurantes, cafés, tiendas y bardas, que ahora son un importante atractivo turístico en la zona.

En 2011, la municipalidad de Cantarranas aceptó la propuesta del artista Javier Espinal e invirtió para embellecer las calles de la pequeña ciudad con murales coloridos que mostraran la vida cotidiana hondureña.

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Mira, así se ve:

Después del éxito en Cantarranas, otros municipios de Honduras apostaron por los murales como una manera efectiva de atraer turismo a la región y comenzaron a invitar a artistas latinoamericanos a pintar sus muros.

La ilustradora mexicana Herenia González es una de las artistas mexicanas que llegó a Honduras para darle color y contar historias en sus paredes.

Ya pintó en Cantarranas y ahora en Arada, un municipio que también le apostó a este arte y llevó a 60 artistas latinoamericanos para hacer unos 200 murales este año.

Entre ellos hay varios artistas mexicanos, pero también gente que se dedica a otras disciplinas como la geografía, la arquitectura y hasta la albañilería. Poco a poco se organizaron y decidieron impulsar el hashtag #PintandoYVagando para mostrar el trabajo que hacen en Honduras.

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“Se trata de ir a comunidades vulnerables donde se cree y se ha demostrado que pueden crecer de alguna manera, en distintos aspectos sociales (con este tipo de actividades). Esta reapropiación de espacios… al repintarlos y darles una nueva vista, la misma comunidad se empieza a apropiar de ellos”, dice Herenia, quien se dedica a ilustrar libros infantiles en México y que pensaba estar en Honduras durante tres semanas ¡pero ya lleva tres meses!

Herenia transformó una experiencia traumática para los hondureños -el huracán Wilma- en un muro esperanzador que combina infancia y animales de la región.

Este es un “Mural Libro” en Cantarranas, es decir, un mural que cuenta una historia que ya existe en un libro. Herenia escogió contar la historia de la princesa que besa a un sapo para encontrar a su príncipe y, al mismo tiempo, vestir a la protagonista con los colores del feminismo: verde y morado.

El efecto mural

Herenia cuenta cómo vio “el efecto murales” en Arada, un municipio hondureño donde se cultiva maíz, se producen artículos de junco y las personas cultivan, cosechan, secan y beben su propio café.

“Los medios hicieron difusión durante la primera semana y para la segunda ya había turismo”, dice Herenia González. Arada es una comunidad pequeña con dos comedores y una cafetería y ese fin de semana no se dieron abasto. Para el siguiente, el alcalde planteó hacer un mercadito en la plaza principal e invitó a los productores a exhibir sus productos: la gente sacó sus mesitas, el café que cosecha, todo. “Es la primera vez que lo veo tal cual, cómo la comunidad se levanta y se ve cómo la pintura aporta”.

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Y aunque ya había murales en Cantarranas, Herenia también pudo pintar en sus paredes. “Va a sonar muy hippie, pero tienes que saber leer la pared, dialogar con ella y ver sus alrededores”.

Este mural fue un reto enorme. Herenia se levantaba a las 6 am a trabajarlo, paraba a las 11 y lo retomaba en la tarde, cuando ya no había sol.
“Cuando pintas muros haces una relación particular con la gente”, dice la ilustradora mexicana.

Su plan es seguir viajando por Honduras y, al mismo tiempo, aceptar trabajos de ilustración vía remota.

Sigue su trabajo y el de los demás mexicanos de #PintandoYVagando en Instagram: @hereniamx, @yuca024, @jracines_art, @acsiravila y @germenproducciones.