Qué hacer con los desperdicios que genera la industria de la belleza
La poderosa y, por supuesto, querida industria de la belleza genera una inmensa cantidad de desperdicios: empaques, cajas, envoltorios de plástico, frascos, recipientes. Son incontables. Tal vez enfocándonos en nuestro consumo personal no nos parece demasiado, pero en un ejercicios de fantasía, pensemos en estos envases multiplicados por tu vecindario, por tu ciudad, por el condado, por el estado… Surge en nuestra mente una cantidad infinita que nos pone a pensar en el fondo de los océanos tapizado con 14 millones de toneladas de microplásticos, según reveló un estudio de la agencia científica nacional de Australia CSIRO, publicado a finales de 2020, según reseña CNN.
Un reportaje de la revista National Geographic relata brevemente la historia de cómo el plástico y este tipo de envases se hicieron imprescindibles en nuestra vida, y destaca que no hace mucho tiempo, los jabones eran todos en barra; los productos para el cabello se envasaban en latas o tarros y los perfumes contaban con lujosos envases de vidrio.
La industria de la higiene personal se robusteció a partir del fin de la Primera Guerra Mundial, cuando los soldados, que tenían hábitos estrictos de higiene para evitar la propagación de enfermedades, los mantuvieron en su vida cotidiana. Con el auge del cine, la belleza comenzó a formar parte importante de las necesidades femeninas, con lo cual creció también la industria en este rubro, y ya para mitad del siglo XX este crecimiento se apoyó en los envases plásticos cada vez más prácticos, resistentes, y ligeros.
Asimismo, el tipo de producto también evolucionó y las fórmulas ameritaban nuevos empaques para comercializarlos en mayor volumen, y esto significa no solamente un frasco, o una botella plástica, sino la tapa, mecanismos dispensadores, cajas de cartón, envoltorios de celofán… Conclusión, hoy en día estamos saturados de residuos que parecen muy difíciles de superar y no se detienen. De hecho, según Zero Waste, organización dedicada a reducir los desechos y preservar los recursos, para 2050 habrá 12.000 millones de toneladas de residuos plásticos en los vertederos o en el entorno natural, si el ritmo de producción y desechos de envases continúa como hasta ahora.
Qué hacer para ayudar
Pero qué podemos hacer para aportar algo a esta inmensa misión, es fundamental observar que no es solamente responsabilidad de las industrias, sino también de que los consumidores seamos cada vez más consientes y cónsonos con lo que el mundo requiere actualmente.
Por parte de los entes gubernamentales, también podría estar el diseño estrategias con las cuales se estimule el diseño más ecológico, quizás a través de compensaciones económicas, o regulaciones que impliquen líneas de producción más eficientes. Por ejemplo, en España existe un proyecto de ley que pretende concretar una vía para la economía circular. Entre sus características, según explicó a la edición española de Vogue, Elena Ruiz, coordinadora del Grupo de Acción de Economía Circular de Forética, están “la incorporación de tarifas ecomoduladas para las empresas que ponen envases en el mercado; así, las empresas que incorporen criterios de ecodiseño que faciliten su durabilidad, reparabilidad, reciclabilidad, reutilización y que no contengan sustancias peligrosas pagarán menos que las que no incorporen criterios ambientales en sus envases”. Es decir, quien contamine debe pagar.
La experta recomienda a los consumidores analizar los productos como un todo, revisando no solamente el empaque, sino su elaboración, sus ingredientes, o la ética con la que fue producido, pero además, hay algunas otras cosas que podríamos hacer para incorporarnos al cambio más activamente.
Usa los contenedores. Eso significa: recicla todos los envases. Es posible que esta labor la tengamos más controlada en la cocina; donde se hace evidente cada envase de vidrio o plástico. Pero los empaques de los productos de belleza y cuidado personal también se pueden reciclar. Aunque aún muchos de estos envases no pueden ser procesados por ser muy pequeños, seleccionar y separar será mucho más beneficioso que lanzarlos al basurero. Para ello, debemos procurar limpiarlos lo mejor posible y estar conscientes de cuáles son los materiales reciclables: plástico, vidrio, aluminio, cartón. Tapas, botellas, tubos de papel. En todo caso, los contenedores suelen tener sus especificaciones.
Infórmate. Hoy en día hay marcas que se encargan de sus propios desperdicios y recompensan a los consumidores por ello. Quizás la tienda donde adquieres tus productos tiene un programa de reciclaje. Asimismo, hay entes gubernamentales que cuentan con planes e reciclaje. Sabemos que estamos todos muy ocupados, pero la investigación sobre los puntos de reciclaje no tomará más de 10 minutos.
En este sentido, es conveniente también informarnos sobre cuáles marcas ofrecen refill. Con ello no solo generan fidelidad de sus clientes, sino que ahorran en desperdicios. Eso siempre vale la pena.
Experimenta. No está demás de vez en cuando apostar a alguna marca emergente de jabones artesanales, champú en barra, que sea consciente del desperdicio de materiales. Muchas de estas marcas usan cartón, papel y aluminio para envolver sus productos. Por supuesto, asegurándote de que sean productos de calidad que no representarán ningún peligro para tu piel o cabello.
También es quizás buen momento para cambiar algún producto de nuestro tocador motivados por su envase de vidrio; por el diseño ecológico de su empaque e incluso por una nueva rutina de cuidado personal con la que se ahorre algún producto que hemos notado que, en realidad, no usamos demasiado. Adicionalmente, podemos tomar acciones directas como consumidores, dirigirnos a las grandes marcas para estimularlas a generar nuevas estrategias, comentarlo en redes sociales, y hacernos parte de las voces que se unen por un cambio.
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