Rafael Inclán, el actor que venció sus miedos para convertirse en un grande de México

Rafael Inclán. (Photo by Adrián Monroy/Medios y Media/Getty Images)
Rafael Inclán. (Photo by Adrián Monroy/Medios y Media/Getty Images)

En una ocasión el periodista Guillermo Ochoa le preguntó a Rafael Jiménez Inclán cómo aprendió a actuar. Más bien le cuestionó quién le enseñó a convertirse en Rafael Inclán.

La pregunta podría parecer confusa pero no lo era: el actor, a quien se le reconoce como uno de los iconos de un género cinematográfico muy estigmatizado, proviene de una familia de grandes talentos, como su padre Alfonso Jiménez, el Kilómetro, un excelente bailarín de tap clásico; y su tío Miguel Inclán, uno de los villanos más reconocidos de la Época de oro; además de otros tantos dedicados al teatro, al cine, a las carpas, al cabaret.

Aún con esta familia de prodigios para el entretenimiento, Inclán no deseaba estar en la industria porque veía, o consideraba, que sus parientes no ganaban dinero. Sin embargo, decidió probar y desde entonces su trabajo abarca más de 100 películas, decenas de telenovelas, series, teatro y doblaje en más de medio siglo de trayectoria.

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El actor Rafael Inclán recibió el premio Luna especial a Una vida en el escenario en 2019 (Crédito: Víctor Chávez/Getty Images).

Pero de regreso a la pregunta sobre cómo se convirtió en Rafael Inclán, respondió en aquella ocasión que siempre ha habido dos razones: la primera, el gusto por agradar. "Todos los que estamos en medios, que damos la cara, así seas villano, asesino, comediante, el lechero, lo que seas, nos mueven las ganas de agradar y a seguir con la actitud de estar en el foro en cualquiera de sus áreas".

La segunda razón, y quizá la más importante para él, la inseguridad: "soy menos inseguro, pero cuando yo empecé era muy inseguro porque traía la sombra de toda la familia".

Rafael Inclán comenzó en la carpa y el teatro lírico, pero a inicios de los años '70 Víctor Manuel Güero Castro lo invitó a formar parte de un nuevo género cinematográfico, el cine de ficheras, que se nutrió de la comedia erótica italiana y del viejo cine de rumberas; y después de la sexicomedia, cintas relativamente de bajo presupuesto y no necesariamente de gran calidad, con tono sexual y pícaro, aunque no particularmente explícito, y lenguaje en doble sentido, el famosísimo —y dificílísimo— albur.

Bellas de noche, Noches de cabaret, Las cariñosas, El sexo me da risa, Las tentadoras, La pulquería, Se sufre pero se goza, y decenas más forman parte de su extensa filmografía, en la cual alternó con figuras como Luis de Alba, Pedro Weber Chatanuga, el Flaco Ibáñez, Alfonso Zayas (quien además era su primo). "Hice varias películas, no me avergüenzo (...), las que me dan vergüenza son muy pocas, ¡pero son las que más pasan!".

Si bien estas le dieron mucho trabajo y proyección, el productor Roberto Rodríguez (a quien le debemos el surgimiento del cine sonoro en México) vio mayor potencial en el actor. Sin embargo, Inclán declinó en un principio la invitación pues, a su consideración, "no estaba listo para ese paso".

"Este señor me aventó, don Roberto Rodríguez. Yo venía del fichaje, de tratar de vestir a Zayas que siempre llegaba casi encuerado al foro; (me propuso) El billetero, el productor juntó a Pedro Armendáriz Jr., Blanca Guerra, varios créditos, y yo leí el libreto le dije 'señor, está muy padre su historia pero creo que es como para (Ernesto) Gómez Cruz'", contó en una entrevista en el programa Miembros al aire.

"Se me quedó viendo '¿por qué lo recomiendas?', 'porque esto es un libreto difícil para un comediante'", le contestó. Una de sus razones, además de su inseguridad, habría sido el antecedente de que una versión previa la interpretó Ignacio López Tarso y posiblemente temía las comparaciones, porque además incursionaba en un nuevo género, la tragicomedia.

Rodríguez le explicó que si bien su propuesta de actor era aceptable, no era a quien tenía en mente porque Inclán era el más popular y el más rentable en su momento.

Otro momento de inseguridad en la vida del actor de Nicotina (por la que ganó el Ariel como Mejor actor) fue cuando le ofrecieron incursionar en el teatro clásico. En aquella ocasión, el productor Miguel Sabido fue quien lo tuvo en la mira.

"Estaba en una novela con un repartazo (Simplemente María, con Victoria Ruffo y Silvia Derbez)—, me dice una señora 'lo quiere ver el señor (Miguel) Sabido', acá la intelectualidad. Voy y me dice 'vas a hacer El avaro de Molière'", recordó.

Una vez más, el actor dudó de su talento y puso como pretexto su reciente trabajo, la película El Mofles. "Me dio mucho miedo por (ser) el teatro clásico, pero había un asistente de dirección que me dijo 'no mames... Molière es comedia, nada más que del siglo XVI, si tocas el siglo y tocas el verso, ya estás', y duré como año y medio ahí".

Pero eso fue en un principio, pues Inclán ha regresado algunas otras temporadas con esta puesta en escena. En 2022 contó cómo llegó a él esta obra.

"No me es fácil recordarlo, parece que me recomendó la actriz Silvia Derbez, o eso creía yo, porque hay otra versión de Irene Sabido, escritora y productora de televisión y de teatro, que dice que la recomendación vino de Ignacio López Tarso", dijo en una entrevista con El Sol de México.

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