Cinco razones por las que vale la pena ver Buffy, la cazavampiros

Una adolescente cazavampiros, una escuela secundaria que contiene literalmente un portal hacia dimensiones infernales, un grupo de amigos unidos para enfrentar juntos monstruos mitológicos y los desafíos del camino hacia la adultez. Sin dudas, una descripción al vuelo de la serie Buffy, la cazavampiros suena extraña; puede ser atractiva para algunos y provocar rechazo en otros. Pero más allá de los datos básicos a los que se puede apelar para intentar resumirlo, el hito televisivo creado por Joss Whedon es muchísimo más que la suma de sus peculiares partes.

La primera vez que el guionista y director contó la historia de la jovencita elegida para luchar contra las fuerzas del mal, las cosas no salieron del todo bien. La película Buffy, la cazavampiros, dirigida por Fran Rubel Kuzui y escrita por Whedon, se estrenó en 1992 y fue un fracaso de taquilla. Durante los años siguientes, quedó perdida en los estantes de los videoclubes y apareciendo de vez en cuando en las grillas de programación de señales de cable como otra película más de adolescentes. La idea original de Whedon pretendía ser una respuesta a las películas de terror, género del que es fanático: en vez de tener a una chica rubia y linda como víctima, el guionista quería que fuera la heroína.

Su oportunidad de explorar este concepto y llevarlo más allá se materializó cuando surgió la propuesta de hacer una adaptación televisiva de Buffy, la cazavampiros. Con Sarah Michelle Gellar ya elegida como protagonista y tras la presentación de un piloto al que el propio Whedon calificó como desastroso, la serie fue adquirida por la señal WB y tuvo su estreno en los Estados Unidos el 10 de marzo de 1997. Pronto tendría una legión de fanáticos que crearon un culto a su alrededor.

Con la llegada de Buffy, la cazavampiros a Amazon Prime Video, aparece una nueva oportunidad de ver las siete temporadas de la serie. Quien ya la vio probablemente quiera revivir algunos (o todos) los episodios; para los que nunca la vieron, acá van cinco razones por las que vale la pena dedicarle unas cuantas horas al universo Buffy:

1. Sus personajes fascinantes, interpretados a la perfección. En una serie no hay nada más importante que los personajes. Son ellos los que mantienen al espectador interesado en la historia, para conocer sus destinos. Whedon es consciente de esa importancia, lo cual fue clave en su intervención en las películas de Marvel y más aún en Buffy. Empezando por la protagonista, una chica con carácter, bonita como para ser el estereotipo de la "popular" pero con poderes especiales y una misión con la que tiene que lidiar. La búsqueda del equilibrio entre su deseo de tener una vida normal y la responsabilidad de ser "la elegida" para luchar contra las fuerzas del mal definen a Buffy Summers en esos años cruciales de la adolescencia y la juventud. Sarah Michelle Gellar, que actuaba desde chiquita en comerciales y luego en telenovelas, resultó la actriz perfecta para encarnar desde el primer episodio esa particular combinación de fuerza y fragilidad de Buffy y acompañarla en su crecimiento a través de los años. Pero una protagonista magnética no es suficiente y Whedon la rodeó de otros personajes que se ganaron el amor del público. Willow, encarnada por la siempre excelente Alyson Hannigan, y Xander, interpretado por Nicholas Brendon, son los amigos leales que acompañan a Buffy desde el principio y tienen sus propias historias de crecimiento. Para guiar a la cazavampiros en su lucha está Rupert Giles (Anthony Stewart Head), quien bajo la apariencia del bibliotecario del colegio al que asiste Buffy esconde los conocimientos necesarios para ayudarla en su misión. La familia de la adolescente está compuesta por su madre Joyce (Kristine Sutherland) y a partir de la quinta temporada se suma su hermana menor, Dawn (Michelle Trachtenberg). La banda de aliados que ayudan a la adolescente en su lucha contra el mal (conocidos como los Scoobies) va sumando integrantes como Cordelia (Charisma Carpenter), Oz (Seth Green) y Anya (Emma Caulfield), entre muchos otros. Y como no podía ser de otra manera en una historia adolescente, entre los intereses amorosos de Buffy hay dos que marcaron la serie con sus complicadas historias y generaron una división entre los fans, los vampiros Angel (David Boreanaz), quien tuvo luego su propia serie, y Spike (James Masters).

2. Una visión original de la lucha entre el bien y el mal. El género fantástico siempre funcionó como representación metafórica de la realidad y Buffy no es la excepción. Todos aquellos que alguna vez pensaron que la adolescencia es un infierno van a encontrar en la serie ese sentimiento llevado a extremos, ya que la escuela de Sunnydale está construida sobre un portal que lleva a otras dimensiones repletas de criaturas temibles. Whedon comenzó la serie representando los temas propios de las historias adolescentes a través de luchas contra seres malignos sobrenaturales. La identidad, los miedos, los amores, todo tiene su correspondencia con las amenazas del inframundo a los que se enfrentan Buffy y sus amigos. A medida que la serie va avanzando y los personajes creciendo, la lucha entre el bien y el mal también se va profundizando. Los límites se expanden, con personajes que pasan de uno a otro lado, los riesgos son cada vez mayores y las situaciones tanto fantásticas como realistas ponen a prueba al máximo a Buffy, sus aliados y sus enemigos.

3. Un juego de géneros para disfrutar. Whedon cuenta en una entrevista con Entertainment Weekly que a los ejecutivos de WB no les convencía el título Buffy, la cazavampiros y querían cambiarlo a Cazavampiros (Slayer) porque sonaba más impactante. El creador se negó porque para él ese título resumía el espíritu de la serie: una vuelta de tuerca al terror, con humor y una protagonista femenina con un nombre digno de porrista. Una de las características más revolucionarias de Buffy fue la combinación de varios géneros que se entremezclan a través de los episodios de las siete temporadas. El gran triunfo de la serie es que esa mezcla no le impide ir a fondo con cada uno de los géneros que combina. El terror y el suspenso están bien manejados, el humor es eficiente para cortar ciertas situaciones, el romance está construido al detalle y el drama adolescente/juvenil está siempre presente, incluso con toques de tragedia. Tomando elementos de diversos géneros, Whedon creó su propio lenguaje pop y posmoderno, que entretiene y no se queda en la superficialidad de los temas complejos que trata. Los prejuicios que su título generó y que auguraban un entretenimiento sin mucha sustancia quedarían nulos ante ejemplos como el episodio "The Body", de la quinta temporada, una notable representación del duelo.

4. Su visión feminista. La motivación inicial de Whedon para crear a Buffy fue el hartazgo con las películas de terror que tenían a los personajes femeninos como víctimas. A pesar de la carga de significado feminista del prototipo de la final girl -la chica que sobrevive al final de las habituales matanzas en los films del género- una heroína salvadora de la humanidad no era algo común cuando Buffy llegó a la pantalla. Desde un principio se dejaba en claro en la serie que la protagonista podía ser una linda rubia adolescente y también tener el poder y coraje para destruir vampiros y otros seres del mal. A lo largo de la serie, el desarrollo del personaje fue adquiriendo más capas, cada vez más humana y realista, a pesar de las extraordinarias circunstancias de su existencia. Asimismo, otras mujeres de la serie, aliadas o enemigas, también representaron la riqueza de la experiencia femenina; rompiendo clichés, como la porrista Cordelia, o encontrando y haciéndose cargo de su propio poder, como Willow. La amiga eterna de Buffy se convirtió, además, en todo un símbolo al tener un romance con otra mujer, Tara (Amber Benson), algo que todavía era poco frecuente en la televisión de principios del siglo XXI.

5. Experimentación que siempre sorprende. Antes de que se hablara de la nueva era de la televisión con series como Los Soprano y The Wire, hubo algunos audaces que ya se habían animado a experimentar con el formato, como en el caso de Twin Peaks y Los expedientes secretos X. Detrás de la fachada de serie para adolescentes, Buffy, la cazavampiros no sólo trató cuestiones metafísicas sino que también se animó a buscar sus propias formas de narrar. Además de combinar géneros durante toda la serie en busca de su propio lenguaje, Whedon también recurrió a diversos artilugios en episodios puntuales. "Once More, With Feeling", séptimo episodio de la no tan apreciada sexta temporada, es completamente musical y uno de los mejores momentos de la serie. En "Hush", unos demonios le roban la voz a los habitantes de Sunnydale y no pueden hablar por la mayor parte del episodio, que se torna silente. Más allá del interés que los personajes y sus historias logran mantener, estos pequeños experimentos narrativos le dan al espectador otro motivo por el cual seguir viendo la serie hasta el final.