Recordamos el pasado olímpico de la Familia Real española
El olimpismo es un movimiento que ha calado en la Familia Real española a lo largo de la Historia. Los valores que transmite el deporte y la capacidad de los Juegos para unir a las comunidades, detener guerras y hacer del mundo un lugar mejor ha hecho que varios miembros de nuestra monarquía hayan participado en ediciones olímpicas con papeles destacados. El rey Felipe, don Juan Carlos, doña Sofía y la infanta Cristina participaron en varias olimpiadas. Curiosamente, todos lo hicieron en la modalidad de vela, la gran pasión de los Borbones. De hecho, el monarca sigue aprovechando cada verano para salir a navegar por las aguas de Mallorca y su padre es asiduo de las regatas de Sanxenxo (Pontevedra).
La primera en la Familia Real que estuvo en unos Juegos Olímpicos fue la reina Sofía. Formó parte como suplente del equipo nacional griego de vela en la clase Dragón en los Juegos de Roma de 1960. Los antecedentes se remontan a mucho antes. La Casa Real helena y todo el país tenían en el siglo XIX un gran interés en revivir los Juegos Olímpicos de la antigüedad. En 1896, el rey Jorge I de los helenos, nacido príncipe de Dinamarca, y dos de sus hermanos, el diádoco (príncipe heredero) Constantino y el príncipe Nicolás, se implicaron activamente en la organización de las primeras olimpiadas de la era moderna. El monarca era un experto marino y fue el presidente de los subcomités para los deportes acuáticos y durante las competiciones, presidente de los árbitros. Su excelente estado físico y su condición como miembro de la realeza le hicieron tener más peso en las decisiones arbitrales. Estos Juegos supusieron todo un éxito para Grecia y contribuyeron al desarrollo del orgullo nacional griego.
Los Juegos de Roma fueron especialmente importantes para la familia de la reina Sofía. Su hermano, el recordado rey Constantino II, ganó la medalla de oro como timonel del Nereus en el golfo de Nápoles, consiguiendo así el primer oro olímpico desde 1912 para su país. A su llegada a Atenas, fue recibido como un auténtico héroe. Doña Sofía sabía que su hermano no podía perder porque así se lo habían hecho saber miembros del Gobierno. Si participaba tenía que ganar. La reina Sofía se volcó por completo en la preparación y en los entrenamientos. Hiciese frío o lloviese ella cargaba con el equipo y salía a navegar junto a su hermano para apoyarle de forma constante.
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Doce años más tarde era el rey Juan Carlos quien participaba en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, compitiendo también en la clase Dragon de vela con su embarcación Fortuna. En aquel entonces tenía 34 años, llevaba diez años casado con doña Sofía y ya tenían a sus tres hijos. Quedó en decimoquinta posición. Incluso se vio a la infanta Elena, quien entonces tenía ocho años en Kiel (Alemania) acompañar a su padre a los entrenamientos y a Alfonso de Borbón, duque de Cádiz, y su mujer, Carmen Martínez- Bordiú, visitando al rey Juan Carlos durante una de sus preparaciones. Sus obligaciones oficiales no le permitieron entrenar lo suficiente para participar en otros Juegos.
El siguiente miembro de la familia del Rey que participó en unos Juegos Olímpicos fue la infanta Cristina. Lo hizo como suplente del equipo español femenino de vela en la categoría 470 en 1988 en Seúl. En la ceremonia de inauguración fue la abandera del conjunto nacional. En mayo de 2022, el Comité Olímpico Español quiso rendir un homenaje a los deportistas de Seúl en el auditorio Alfredo Goyeneche de Madrid, al que no faltó doña Cristina, quien fue la primera mujer en portar la bandera en unos Juegos Olímpicos de verano. Sobre su experiencia, la hermana de don Felipe dijo: “Es algo indescriptible, el poder estar ahí con todo el equipo, fruto del trabajo de tantos años de preparación”.
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Por último, el rey Felipe causó sensación en los Juegos de Barcelona 1992. La delegación española, la anfitriona, fue la encargada de cerrar el desfile con el entonces Príncipe de Asturias como abanderado. Se llevó la máxima ovación, con el estadio puesto en pie y su hermana mayor, la infanta Elena, llorando de la emoción. El ahora rey llevaba el uniforme reglamentario como el resto de participantes, compuesto por pantalones blancos, chaqueta oscura, corbata con los colores nacionales y sombrero blanco. Fue miembro del equipo olímpico de vela en clase soling en la que acabó en sexto lugar y obtuvo por ello un diploma olímpico.
El 'honor' de portar la bandera
El pasado abril, Felipe VI presidió, acompañado por la reina Letizia, el acto conmemorativo del equipo español en las Olimpiadas de Barcelona. Recordó emocionado y con humor su participación como deportista. El presidente del COE le dio las gracias porque “En Barcelona, el equipo olímpico español llevaba delante al mejor abanderado que un equipo y que un país podría tener, que es Su Majestad”. “Representa nuestra identidad, nuestras aspiraciones y nuestros valores, y es el ejemplo perfecto de lealtad, integridad, dignidad, compromiso y amor a nuestro país. Su Majestad fue el abanderado de nuestro equipo en Barcelona, y ahora el Rey y la reina Letizia hoy son los abanderados de esa España con valores. Gracias Majestades por el ayer y por el hoy”, concluyó Blanco.
En ese homenaje, el jefe del Estado se mostró muy simpático y comenzó su discurso diciendo: “Bueno, la verdad es que da una alegría enorme, veros y comprobar que no estáis mal, ¿eh? Os cuidáis”. “Del desfile inaugural, ¿Qué puedo decir? Tuve el inmenso honor de formar parte de aquella delegación olímpica, de portar la bandera… Son recuerdos imborrables para mí”. También provocó las risas de los presentes en varias ocasiones, como cuando hizo referencia al puesto que alcanzó. “Yo lo logré, tengo que decir. Un humilde, pero digno diploma”. Sobre la experiencia y la oportunidad de ser olímpico, el monarca aseguró que “como comenté en alguna ocasión, yo no gané una medalla sino algo más valioso: conocer los valores humanos en los que se basan los Juegos y que unen a personas de todo el mundo. Animo a todos a seguir, trabajando por esos valores y apoyando a nuestros deportistas para mantener siempre viva la llama que alumbró Barcelona’92. Muchas gracias”.