El ejercicio milenario que rejuvenece la función cerebral
Se suele reconocer que el proceso de envejecimiento inicia aproximadamente a los 30 años de edad. No obstante, a partir de los 60 años, una etapa que puede variar según el individuo y su estilo de vida, se inicia un declive gradual en las habilidades intelectuales, como la cognición, la motivación y la memoria, así como en las capacidades corporales, sensoriales y motoras, así se explica en Access Medicina. El envejecimiento es irremediable, pero retrasarlo e incluso, de alguna manera, rejuvenecer no es imposible.
Así como la ciencia y la industria del bienestar han ideado estrategias para retrasar el envejecimiento del cuerpo, también hay herramientas útiles para rejuvenecer el cerebro, o por lo menos, preservar la capacidad cognitiva por más tiempo.
Una de esas investigaciones científicas que buscan sumar años de juventud a la función cerebral determinó que hay un ejercicio físico específico que ofrece muchos beneficios. Se trata del Tai Chi, práctica milenaria proveniente de China cuyo nombre significa literalmente “supremo puño definitivo” o “sublime último puño”, según se señala en el libro De Oriente a Occidente.
Sí, sabemos que suena a la película animada del osito panda que hace Kung Fu, pero es que realmente se trata de un arte marcial inicialmente diseñado para la lucha, aunque hoy en día se le considere una práctica que combina cuerpo y mente, que además exalta la conexión con la naturaleza.
Resulta ser que, si bien ya era conocido que el Tai Chi ofrece beneficios para la salud como mejorar el equilibrio, fortalecer el cuerpo, favorecer el sueño, reducir el dolor y el estrés, se ha confirmado que también impacta muy positivamente la salud cerebral.
Una investigación publicada en Annals of Internal Medicine arroja que, en general, el Tai Chi mejora la cognición global.
Para este trabajo se analizaron resultados de más de 300 adultos mayores, quienes completaron la evaluación de 24 semanas, divididos en tres grupos. Uno que practicó Tai Chi estándar, otro grupo practicó Tai Chi mejorado cognitivamente, y un tercer grupo practicó ejercicios de estiramiento. Todos practicaron dos veces por semana y los efectos de la intervención perduraron por 48 semanas.
A todos se les realizó una evaluación cognitiva previa que demostró que, en promedio, los participantes sufrían de deterioro cognitivo leve o subjetivo. Luego del periodo de práctica del ejercicio, se hizo la medición nuevamente y se encontró que quienes practicaron la versión regular de Tai Chi mejoraron su resultado en un promedio de 1,5 puntos lo que se traduce en tres años más de juventud en la función cognitiva, según dijo la doctora Elizabeth Eckstrom, autora del estudio.
El grupo que practicó el Tai Chi optimizado cognitivamente mejoró su puntuación en tres puntos, lo que se traduce en seis años de juventud. En este caso se pidió a los participantes que durante la práctica del Tai Chi regular sumaran otros desafíos como, por ejemplo, deletrear una palabra hacia adelante y hacia atrás.
Eckstrom señaló que la efectividad del Tai Chi para este fin radica en que, además del ejercicio físico, es esencial la memorización de movimientos -o formas- como si de una coreografía se tratara.
El movimiento intelectual también ayuda
Una reciente investigación de la Universidad de Oxford arrojó luces acerca de cómo el movimiento más bien intelectual también influye en que ganemos años de juventud para nuestra capacidad cognitiva.
En este estudio, basándose en investigaciones anteriores que exploraban el aprendizaje como herramienta para la salud cognitiva, se enfocaron en demostrar que “que aprender simultáneamente múltiples habilidades nuevas del mundo real aumentaría tanto las habilidades cognitivas como la independencia funcional”, y los resultados fueron positivos, pues se determinó que, en efecto, sí habían beneficios contundentes en adultos mayores sanos.
En general, hubo una tendencia de aumento de las capacidades cognitivas en un amplio rango, pero además los participantes obtuvieron beneficios adicionales. Por ejemplo, entre las materias que se impartieron estuvieron fotografía y dibujo, cuyos estudiantes manifestaron además aprender a ver y escuchar cosas de una manera diferente.
Asimismo, quienes estudiaron la forma de usar el iPad encontraron vías de conexión con sus nietos enseñándoles algunos trucos aprendidos en la intervención. Incluso se piensa que este puede ser un punto de partida para estudiar los efectos sociomotivacionales que tuvo la investigación, puesto que muchos de los participantes siguieron reuniéndose después de culminado el estudio, y ya se conoce el impacto positivo que tienen las relaciones sociales en un buen envejecimiento.
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