RESEÑA | Tótem: De padre a hija y de sol a sol

RESEÑA | Tótem: De padre a hija y de sol a sol
RESEÑA | Tótem: De padre a hija y de sol a sol

“Tú sabes más que esto”, le dice la enfermera (Teresa Sánchez) de su padre a Sol cuando la encuentra buscando en el teléfono información sobre el fin del mundo. El diálogo podría parecer simplemente una forma de consolar a la niña ante sus sospechas respecto a la fiesta de cumpleaños que la familia le está preparando a su padre, Tonatiuh (Mateo Garcia); pero su fondo es realmente el sentido de Tótem (95%). Sin revelar de más, algo más personal que el apocalipsis se asoma en la vida de la pequeña protagonista y ella lo pueda intuir, pese a incredulidad de la mayoría de los adultos a su alrededor.

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Dirigida por Lila Avilés, Tótem es una historia ejemplar que coloca a su realizadora como una de las más hábiles narradoras en la escena del cine mexicano contemporáneo. Totalmente diferente, en estilo y efecto, a su primera película, La Camarista (92%), este segundo trabajo coloca al espectador al centro de un sólo día en la caótica dinámica familiar de un grupo de personas que encuentran formas diferentes de lidiar con el dolor y a la perspectiva de una niña que, pese a su corta edad, abstrae ese concepto con una claridad y sensatez que podría incluso superar al de los personajes adultos.

En planos muy cerrados, en escenas de diálogos frenéticos, y de discusiones entre familiares que ocurren en habitaciones estrechas, es fácil sentirse abrumado por los acontecimientos de apenas una tarde. Ese sentido de lo caótico esconde algo que el espectador, junto a Sol, descubrirán. El silencio, en los pocos momentos en los que impera, se antoja más pesado en contraste y es más revelador que lo que se llegan a decir entre sí los personajes. Es ahí que yace lo brillante de la dirección y el guion de Tótem, en decirlo todo desde lo sutil, desde lo cotidiano, en decirlo sin decirlo realmente.

Pero lo que se dice es igual de importante. Ya sea a través de un pastel, un poema, una actuación, una limpia o un regalo, el título de Tótem (95%) hace referencia, entre otras cosas, a la necesidad humana de impregnar esencias y sentidos en objetos y en nuestros seres queridos. Un collage de talentos desfila en la celebración de Tona, personajes definidos, que a los ojos del respetable resultan familiares, unidos por un mismo sentimiento. El ingenio de Avilés al usar la naturaleza flexible del lenguaje cinematográfico para representar una carga simbólica y emotiva, resulta tan efectiva que es difícil salir ileso. Pero vayamos al principal: Sol.

Interpretada por Naíma Sentíes, Sol, al igual que el espectador, observa. De hecho, en un equivocado afán por protegerla, ella decide excavar el sentido de los hechos de quienes se lo ocultan, por ejemplo, hablando en “lengua de efe” para maquillar términos médicos. Son pocas las historias que reconstruyen con tanta fidelidad la perspectiva de las infancias, y que con tanta sencillez, arrojan de regreso a los adultos la estúpida y miope condescendencia con la que se les trata y que con frecuencia es tan inservible de cualquier manera. Eso significa el personaje: la usual ineptitud de los adultos para comunicarse y de las formas, unas más bellas que otras, de hacerlo a través de lo figurativo.

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El mejor ejemplo de contraste con Sol es su tía Nuria (Montserrat Marañon), una bomba de tiempo emocional, y reflejo de lo que ocurre cuando la realidad no se le explica a los niños. En la mayor parte de la cinta, y como mérito a la intérprete, la mujer pasa su tiempo cocinando un pastel, pero realmente está luchando por evitar quebrarse. Más tarde, encontrará imposible salir a la fiesta porque, tal como su sobrina, entiende el verdadero sentido de la reunión, pero a diferencia de ella le resulta imposible confrontarlo.

Aunque podría sonar a que Tótem (95%) es un cúmulo de momentos estremecedores, que los hay, pero ese no es el centro de la historia. Hay alegrías, como un performance de Sol a su papá, y risas con un abuelo cuyo laringófono ocasiona una que otra travesura pícara.

Al final de la fiesta, y ya lo podrán entender con un plano final en el que las velas del pastel y su calidez adquieren protagonismo, Tótem (95%) no da respuestas sobre si uno u otro símbolo es más perecedero que otro. Pero sugiere que hay algunos que impactan más que otros y los más importantes no suelen ser los más elaborados, sino los más sencillos. Como el abrazo entre un padre y una hija que, ante el ocaso, lleva al sol de vuelta a la vida y permite que uno viva a través del otro. La película ya está en cartelera.

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