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Todo lo que el Rey querría olvidar y no le dejan

El pasado de Carlos III siempre está presente porque su vida se cuenta en películas, series, documentales y libros, incluido el que acaba de publicar su hijo pequeño, el príncipe Harry. La historia de los Windsor fascina y ellos juegan a fascinar porque son un símbolo de unidad nacional que se ha convertido en uno de los grandes activos del Reino Unido, sin embargo, dentro de esa existencia hay numerosos pasajes que el nuevo rey querría olvidar aunque es imposible. Su historia, ya sea realidad o relato, es demasiado buena y son los episodios incómodos los que han terminado por dar forma al "personaje" que reconocemos a día de hoy. Desde The Crown, una de las series con más éxito de Netflix, hasta las memorias del duque de Sussex, recrean lo que ha sido la vida de Carlos III, un hombre que nació como un ser divino (base de la doctrina que legitima a la monarquía) pero que tropezó cómo el resto de los mortales. 

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La infancia herida

Carlos III nació expuesto siendo el nieto del rey Jorge VI y futuro soberano del Reino Unido. Él mismo ha confirmado que su infancia no fue fácil, lo biógrafos coinciden en los motivos y ahora su hijo, el príncipe Harry, lo ha vuelto a contar en sus memorias. El soberano británico era demasiado sensible para el papel que le tocó vivir y sufrió con la distancia y lejanía de sus padres, a veces física y otras emociona, como antesala de unos años escolares marcados por un acoso que su hijo pequeño califica en su libro de "encarnizado". Hay otro ingrediente que se explora a menudo cuando se analiza la infancia de Carlos III y es la relación con sus hermanos. Ahora sabemos que la princesa Ana es una pieza fundamental de su reinado, igual que el príncipe Andrés parece una figura que no tiene ninguna intención de recuperar para la vida oficial, sin embargo, en The Crown se deja ver la relación entre ellos y se muestra a un Carlos (al menos en la ficción) incómodo con el carisma de su hermano Andrés y la facilidad para sintonizar con Isabel II. De hecho en la cuarta temporada hay un capítulo que se titula El favorito y analiza precisamente la relación de Isabel II con sus hijos.

'Lo que sea que signifique el amor'

Desde su desastrosa entrevista de compromiso, cuando le preguntaron si estaba enamorado y él filosofó con la frase "lo que sea que signifique el amor", hasta su muerte, todo lo relacionado con Diana de Gales ha sido para Carlos III difícil de superar.  Los celos que él sentía durante su matrimonio se han recreado o recordado en numerosas ocasiones, ya sea en el cine, en la pequeña pantalla o en las entrevistas que ha concedido el príncipe Harry desde que salió de la Casa Real británica, así que el famoso viaje a Australia de 1983 (donde se sitúa el inicio de esta lucha por la popularidad y donde se hizo evidente que las multitudes se entusiasmaban con Diana) nunca se termina. Lo mismo ocurre con la entrevista del siglo, en la que Diana de Gales confirmó que eran tres en su matrimonio, en ella profundiza la quinta temporada de The Crown, firmada por el guionista Peter Morgan, y Harry va más allá porque incluso reproduce numerosos extractos en el documental que estrenó en Netflix, ambas producciones vieron la luz a final del 2022, un momento especialmente sensible ya que la institución afrontaba el relevo generacional tras el fallecimiento de Isabel II. 

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Su caída de popularidad y la desafección con la institución

Primero con las revelaciones de Diana de Gales sobre la existencia de Camilla Parker Bowles, la lucha mediática que mantuvieron los Príncipes de Gales y después con el trágico fallecimiento de la princesa, Carlos III vio como su popularidad se desplomaba en caída libre y le costó años recuperarse para nunca conseguir estar en el podio de los favoritos, donde siempre estuvo su madre, Isabel II; su hermana, la princesa Ana; o Guillermo y Kate, los ahora príncipes de Gales. En parte, porque una parte de los británicos nunca perdonó a la Casa Real en general y a él en particular el triste final de su princesa favorita, una mujer que terminó convirtiéndose en mito ante sus ojos. Por otro lado, el último episodio de la última temporada de The Crown comienza con una escena de Diana viendo un debate de televisión en el que los británicos podían votar si querían o no monarquía, un reflejo de la desafección que sufrió la institución durante esos años y que ahora se recuerda justo cuando llega el turno de Carlos III como soberano.

Sobre el plan para rescatar su reputación y cambiar la percepción que los británicos tenía sobre Camilla

En sus memorias el príncipe Harry cuenta cómo Camilla convenció a Carlos de la necesidad de introducir en su equipo a un agente experto en comunicación, imagen y relaciones públicas para normalizar la presencia de Camilla en la vida del heredero. Según Harry, para favorecer la imagen de la pareja se empezaron a filtrar informaciones relativas a la vida de Guillermo y Harry. El caso es que el duque de Sussex no ha sido el primero que ha hablado de esta figura a la que no le pone nombre. La periodista Penny Junnor en su libro La Duquesa, sobre Camilla, da el nombre de Mark Bolland, un hombre muy bien relacionado, directo y persuasivo y que trabajaba para la Press Complaints Commission, la organización británica de autorregulación para periódicos y revistas impresas; fue precisamente un acto de esta organización el evento elegido para que Camilla apareciera por primera vez al lado del príncipe Guillermo, ya que una de las primeras metas de ese plan era conseguir que los hijos de Carlos mostraran en público que aceptaban a Camilla. Ahora, cuando ella ya ha sido nombrada reina consorte y pronto será coronada, Carlos III recuerda (lo hizo incluso en su primer discurso como jefe de Estado) que esta posición se la ha ganado gracias a sus 17 años (los que llevan casados) de leal servicio al pueblo británico, y sin duda esa ha sido un parte fundamental, sin embargo, este plan también ha tenido mucho que ver, una carrera de fondo bien pensada que al final la pareja ha ganado.

Las conversaciones íntimas que cuestionaron su idoneidad para el trono

Uno de los escándalos que Carlos III quiere olvidar sucedió en 1993 y lo ha visto recreado treinta años después en la última temporada de The Crown, en el que es interpretado por Dominic West, conocido previamente sobre todo por su papel en The Wire. Ese año, el fatídico 1993 que siguió al 'horribilis' 1992, salieron a la luz varias grabaciones telefónicas entre Diana de Gales y un amigo, entre el príncipe Andrés y Sarah Ferguson y, la que nos compete, entre Carlos y Camilla. Aunque en la serie la conversación fue ficcionada con todo el tacto posible y bajo un enfoque romántico y humano, lo cierto es que en su momento avergonzó enormemente a la Familia Real y dejó al entonces heredero en una posición muy delicada ya que algunos parlamentarios británicos vieron en estas conversaciones privadas un motivo de renuncia al trono.

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Sobre las cartas de la araña negra

Otro de los momentos más delicados para Carlos III en sus 70 años de camino al trono es el que se conoce como las cartas de la araña negra. Para los británicos es un tema del pasado y fuera del Reino Unido es muy posible que pocos lo conozcan, sin embargo, el libro de Harry lo ha devuelto a la actualidad. Las "black spider memos" como se llamaron en inglés son un total de 27 cartas privadas que el príncipe Carlos escribió entre el 2004 y el 2005 a título privado al entonces primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, y a otros miembros de su gobierno laborista para expresar algunas de sus preocupaciones personales sobre diversos temas, entre ellos, la presencia británica en la guerra de Irak, la posición dominante de los supermercados en la cadena de producción alimentaria, la restricción de la Unión Europea de la medicina alternativa, la modificación genética, el calentamiento global, la planificación urbanística o la arquitectura. Un periodista de The Guardian apeló a la libertad de información y abrió un proceso legal largo y complejo para conocer el contenido íntegro de esa correspondencia que si bien era a título privado parecía indicar que el hijo de Isabel II había vulnerado el principio de neutralidad que rige la monarquía intentando ejercer una influencia indebida.

Este mismo tema se toca en la serie aunque de otra manera, ya que en una escena se muestra el supuesto interés del príncipe Carlos en conectar con Tony Blair al comprobar que las encuestas le dan la victoria en las siguientes elecciones. "Dos hombres de edades similares, ambos impacientes y comprometidos con el cambio", dice el actor que da vida a Carlos, mientras que su asesor apunta a que podría ser una buena alianza. Esta escena es ficción, pero después llegaron las famosas cartas de la araña que fueron la realidad. Lo que no se podía imaginar Carlos a comienzos de los noventa es que él empezaría su reinado tres decadas después, cuando el citado Primer Ministro ya estaría muy lejos de la primera fila y el país atraviesa uno de los momentos más agitados a nivel político.