Sabrina Olmedo, entre los recuerdos de su padre, su vida en Miami y la relación con sus hermanos

Sabrina Olmedo, de niña, junto a su famoso padre
Sabrina Olmedo, de niña, junto a su famoso padre

Fue a Miami de vacaciones y se quedó a vivir. De eso hace ya 22 años. Allí Sabrina Olmedo pudo desarrollarse como actriz y conoció al amor de su vida, un arquitecto colombiano llamado Felipe Alvarado con quien tuvo a su hijo, Thiago, de 13 años. Viene de visita todos los años a nuestro país porque aquí vive su madre, Tita Russ, y están todos sus hermanos. Y tiene una cuenta pendiente en Argentina: la oportunidad de mostrar lo que sabe hacer.

“ Todavía repiten, de vez en cuando, Rompeportones y en ese entonces todavía era muy chica. Me gustaría que vean el camino que hice y todo lo que aprendí ”, dice la hija del entrañable Alberto Olmedo. En charla con LA NACION, recorre su historia, recuerda a su padre, confiesa cómo está la relación con sus hermanos y habla de proyectos.

-¿Por qué elegiste Miami para vivir?

-Fue pura casualidad, nada pensado. Me vine por seis meses, de vacaciones. Me gustó, y me pregunté cómo sería vivir en otro país. Se lo comenté a mi mamá y me apoyó, me dijo que probara y no me quedara con las ganas. Me vine con mis ahorros, muy tranquila, y cuando me estaba por volver, un amigo me dijo que en realidad no había probado y que si ese era mi objetivo, que lo hiciera. Me di cuenta que tenía razón, porque me había tomado vacaciones más que otra cosa. Busqué un departamento, firmé contrato por un año y decidí vivirlo, en el día a día.

Sabrina Olmedo junto a su marido y su hijo, Thiago
Sabrina Olmedo junto a su marido y su hijo, Thiago

-¿Cuál fue tu primer trabajo?

- Mi primer trabajo fue en un local de vestidos de novias, muy caros. No tenía experiencia en ventas, pero le dije a la dueña que era actriz, que hablaba bien inglés y que podía hacerlo. Así que fingimos una venta y quedó encantada con mi labia. Le hice un show y me dijo: “El trabajo es tuyo” . Casi al mismo tiempo me enteré que estaban haciendo el casting para Confesiones de mujeres de 30, y me presenté. No conocía a nadie, pero igual fui, pasé tres pruebas y finalmente me eligieron. En el elenco éramos una cubana, una venezolana y yo. Nunca había hecho monólogos y fue una obra muy importante, todo un éxito. Sabía que iban a ir a verla muchos productores de Miami y me prometí que si no era buena, me dedicaba a la venta de vestidos. “O me levanto o me hundo”, pensé. Gustó lo que hice y a partir de ahí empecé a grabar novelas, series, hice obras de teatro. Fue mi puntapié.

-Duraste poco tiempo vendiendo vestidos de novia…

-Poco, porque de día vendía vestidos de novia y de noche me iba al teatro. No tenía a Thiago en ese momento, y podía. De hecho, había gente que me decía que me había visto en el teatro, porque fue un boom pocas veces visto en Miami. Y encima tenía los flyers de la obra en el negocio; combinaba y aprovechaba todo (ríe). Después me llamaron para hacer una novela porque para entonces ya me conocían como “la argentina de la obra de teatro”. Hasta que logré tener un nombre acá.

-¿Qué pasaba cuando se terminaba una obra o una novela?

-Tuve algunos parates, pero hago mis propios shows. Nunca fui de las que se quedan esperando a que la llamen, ni me deprimo si no sucede. Yo entiendo esta profesión del derecho y del revés. A veces hay trabajo y otras no, y hay que estar preparado . En este momento estoy con un documental relacionado con el humor, que escribí en el último año. Y hace poco terminé de grabar una serie para Telemundo que se llama El amor de mi vida y se va a emitir en breve. Estamos bien: Felipe tiene su empresa de arquitectura y Thiago acaba de empezar octavo grado y juega al fútbol, ganó muchos premios y viajamos muchísimo acompañándolo. Antes de la pandemia estábamos haciendo un show, Stand Up Latino. Fuimos pioneras con mi socia, porque nunca se había hecho en Miami. Era un evento de humor con varios humoristas de América Latina, una vez por mes. Yo era productora, directora y abría el show con mi stand up. Fue un éxito. Y nos siguen preguntando cuándo volvemos.

"Logré tener un nombre acá", asegura la actriz sobre su trayectoria en Miami
"Logré tener un nombre acá", asegura la actriz sobre su trayectoria en Miami

-¿Volvés seguido a la Argentina?

-Fui en abril, para el cumpleaños de mi mamá, y en diciembre vamos todos a pasar las fiestas. Nos quedamos un mes, así que quiero aprovechar y hacer un stand up en Buenos Aires.

-No tuviste la oportunidad de mostrarte acá, ¿es una cuenta pendiente?

-Es verdad, allá soy la hija de Olmedo que vive en Miami. No conocen cómo me forme todos estos años. Siguen pasando Rompeportones, pero estaba muy fresquita en ese momento, recién estaba empezando. Ni me gusta verme ahí tampoco. Si bien han llegado muchas novelas, como por ejemplo El cuerpo del deseo, me conocen poco. Antes de venirme a Miami hice también La peluquería de Don Mateo y Polémica en el bar, pero casi no pude mostrarme como actriz. La verdad es que me gustaría tener oportunidad de trabajar en la Argentina. Es algo que está pendiente.

-¿Y alguna vez pensaste en volver?

-No lo descarto. Hoy no porque mi hijo va a la escuela, tenemos muestra vida acá. Pero jamás estuve desconectada del país. Todos los años me instalo un mes al menos, y me llevo a mi hijo para que no pierda el español y siga con el vínculo familiar, porque si no la familia pasa a ser un título y no un sentimiento. En Miami estamos solos, no tenemos familia ni mi marido ni yo.

-¿Cómo está la relación con tus hermanos?

-Nos llevamos muy bien todos. Con Javier hablamos mucho, y también con Mariano, Marcelo y Albertito. Cada vez que viajo tenemos nuestra reunión de hermanos y la verdad es que nos divertimos mucho.

-Vos fuiste la que unió a los hermanos, porque durante años Albertito fue un poco resistido en la familia…

-Pero ya hace tiempo que está todo bien. Generalmente nos juntamos todos cuando viajo yo, y si no se encuentran en algún bar, esporádicamente, entre ellos. Son muy lindas las juntadas.

-¿Hablan de tu papá?

- Contamos anécdotas, como cualquiera puede hablar sobre su padre. Albertito no lo conoció así que le contamos cuentos que hemos pasado con él y escucha y se ríe con nosotros. Todos es muy natural. Hay mucho cariño . Y con él hubo buena química desde el primer día que nos vimos.

-Hiciste personajes dramáticos pero se te vincula al humor siempre, ¿acaso es herencia?

-Es verdad, me identifican con la comediante. Si hay un personaje cómico, me llaman a mí directamente. Siempre pido hacer un extra, si se puede, y es meter una gotita de humor. Y pega muy bien, tiene sus réditos. Cuando puedo le meto comicidad a lo que hago y eso resalta.

-Es innato…

-Totalmente. En teatro me salen cosas que ni sabía que tenía. Es algo inconsciente, y a veces me pregunto qué dije que se rieron tanto.

-¿Alguna vez sentiste la presión de ser la hija del Negro Olmedo?

-Ya no me pesa como antes porque logré lo que quería, estoy segura de mi misma y sé quién soy. Toda la vida me van a hablar de mi papá y me encanta porque lo admiro como artista también. Veo lo que hizo y lo descubro y valoro más ahora. Me dicen que mi viejo era todo amor y daba una mano siempre que podía; y yo hago lo mismo. Cuando era chica, quizá me molestaba que no me dieran identidad y pusieran “la hija de”. Pero imagino que eso también le molesta al hijo del kiosquero: tenemos un nombre (ríe).

Sabrina Olmedo junto a su familia
Sabrina Olmedo junto a su familia

-¿Qué te dicen sobre tu papá?

-Cuentos lindos. Como por ejemplo que la última vez que vieron reír a su papá fue mirando en la tele un programa del mío. Eso me lo repiten mucho. “Tu papá le cambiaba el humor al mío”. Es súper lindo que me digan estas cosas. Y yo seguí su camino con el respeto y la profesionalidad que hay que tener, en un ambiente agradable y dando una mano a quien pueda.

-¿Supo que querías ser actriz?

-Yo tenía 17 años y estaba la escuela secundaria, en ese proceso en el cual no sabía si me gustaba trabajar en la tele o no. De hecho, estudié teatro mucho después, porque primero fui a la universidad y soy licenciada en publicidad. No estaba en mis planes ser actriz.

-¿Cómo es tu día a día en Miami?

-Entreno, escribo mucho y me inspira hacerlo frente al mar. Pero no soy amante de la playa, aunque a veces bajamos un rato. Cuando puedo doy talleres de risoterapia; estudié y me preparé para eso y siempre empiezo mis shows con ejercicios para reír y dejo al público listo. La risa trae muchos beneficios; es un momento en que pensás en el presente y te entregás a los ejercicios para reírte. Salís liviano, oxigenado, contento. La risa sana, sin ninguna duda.