Santiago Segura me sorprende con su acto de humildad en 'Padre no hay más que uno 3'

Por Miguel Ángel Pizarro.- Padre no hay más que uno 3, la nueva entrega de la saga familiar dirigida, coescrita y protagonizada por Santiago Segura, ya está en los cines. Una secuela que consolida la exitosa saga familiar y donde el cineasta madrileño despliega una inteligente estrategia a través de un acto de humildad que sorprende positivamente.

Fotograma de 'Padre no hay más que uno 3' (Jorge Alvarino, cortesía de Sony Pictures)
Fotograma de 'Padre no hay más que uno 3' (Jorge Alvarino, cortesía de Sony Pictures)

Después de dirigir Sin rodeos, la comedia basada en la chilena Sin filtro, con una Maribel Verdú deslenguada y que fue éxito notable en taquilla, Santiago Segura volvió a sentarse en la silla de director con Padre no hay más que uno (2019). Era otro remake, en este caso de la cinta argentina Mamá se fue de viaje (2017) que sirvió para colocar al actor y creativo en un terreno infalible como el cine familiar. El resultado fue una recaudación de €14.2 millones que la coronó como la película española más taquillera de 2019.

Por ello no me sorprendió que se apostase por una continuación que, a diferencia de su predecesora, iba a ser una historia original al no existir secuela alguna de la cinta argentina. Subtitulada como La llegada de la suegra, la segunda parte se convirtió de manera inesperada en el milagro cinematográfico del año. ¿El motivo? Se estrenó en verano de 2020, tras el estallido de la pandemia de COVID-19 y su posterior confinamiento, que provocó el cierre de los cines en España hasta mediados de junio.

Las películas de Hollywood habían huido del calendario de estrenos y las salas de cine estaban hambrientas de un taquillazo que devolviera al público a los cines… hasta que llegó Padre no hay más que uno 2, que obró el milagro, al superar los dos millones de espectadores y rozar los 13 millones de euros en recaudación. Bien podría considerarse que el director y actor tuvo suerte al no tener rival alguno, pero es que esta segunda parte ya era una demostración de que Segura tenía pensado cuidar su incipiente saga cinematográfica, al ceder y darle un mayor protagonismo a los niños, así como la entrada de Loles León en el papel de su madre.

La fórmula de cine familiar clásico funcionó y, por supuesto, se tardó poco en dar luz verde a una tercera parte, que llega a los cines dos años después de ese milagro pandémico. Paradójicamente, la situación es similar, ya que, aunque los blockbusteres de Hollywood están cumpliendo y rinden en taquilla, no está pasando lo mismo con el cine español, el cual no ha tenido un éxito rotundo en 2022 tras los regulares datos de películas que aspiraban a triunfar como El juego de las llaves, Código Emperador, Canallas, Live Is Life o Llenos de gracia, siendo la independiente Alcarràs la que mejor recaudación lleva de este fatídico año.

Fotograma de 'Padre no hay más que uno 3' (Jorge Alvarino, cortesía de Sony Pictures)
Fotograma de 'Padre no hay más que uno 3' (Jorge Alvarino, cortesía de Sony Pictures)

La industria vuelve a mirar a Santiago Segura y, la verdad, puede ser la excepción de este 2022 en materia de taquilla española. Precisamente por su acto de humildad, al ofrecer una tercera parte diferente a sus dos predecesoras. Todo un reto, dado que estamos hablando de cine familiar y entretenimiento, cuyas fórmulas comerciales dependen de ciertos arquetipos para atraer al mayor número de espectadores.

Y si en Padre no hay más que uno 2 cedía protagonismo, en esta tercera parte lo vuelve a hacer, haciendo más coral su relato, el cual apuesta por traer una historia navideña en julio, en plena ola de calor, lo que es ya toda una declaración de intenciones de un director que, dentro de sus propias ambiciones en materia comercial, le gusta arriesgar.

¿Cuál es su gesto de humildad? Pues, en este caso Segura coloca su papel de padre de familia en un acertado y discreto segundo plano para narrar una historia de hermanos con moraleja. En las anteriores entregas, los niños tenían protagonismo pero carecían de tener una trama en común. En esta ocasión, solo la primogénita del clan (Martina D’Antiochia) tiene una historia paralela, aunque eso no impide que también forme parte de la trama general, que narra cómo los seis hijos de la familia se unen para comprar una figurita del belén de su padre que acaban de romper.

Aunque parezca una historia corta, Segura, junto con los guionistas Marta González de Vega y Juan Vera, sabe dosificarla y combinarla con otras tramas corales, dejando una moraleja sobre hacerse responsable y ayudar en familia. A ello se le suma que Loles León tiene mucho más protagonismo en esta tercera parte y que derrocha un carisma que no se suele ver en personajes mayores de 70 años. Aquí, Segura, también acierta, pues tanto Loles León como Carlos Iglesias tienen una trama diferente a lo que puede preverse de las historias de abuelos.

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Sí, eso no quita que Segura y Toni Acosta tengan sus momentos en los que brillen, especialmente al inicio de la película, pero este movimiento muestra que el actor ha aprendido de los errores de la saga Torrente, al apostar por historias corales que evitan cansar al espectador y que crean un universo capaz de atraer a un público mucho más variado. Esto demuestra un acto de humildad que no todos los actores que también cumplen el rol de protagonistas son capaces de asumir, y agradezco que Segura haya tenido la sabiduría de ir cediendo ese protagonismo para evitar ‘ofrecer siempre lo mismo’.

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