Sebastián Miranda: de su popularidad como el “hijo de Chicharelli” en ¡Grande, pá! a la decisión de vivir en Los Ángeles y ganarse la vida como constructor
Trabajó durante más de veinte años en televisión, cine y teatro y ganó popularidad interpretando al “hijo de Chichiarelli” en ¡Grande, pá! hasta que una oportunidad laboral en los Estados Unidos le cambió la vida. Hoy Sebastián Miranda tiene su propia empresa en Los Ángeles, ciudad en la que reside desde el 2002, y se gana la vida remodelando y construyendo casas. Durante una visita a nuestro país, el actor conversó con LA NACIÓN y contó cómo es su vida hoy, hizo un repaso de sus años en el mundo del espectáculo y habló de sus sueños.
“Fui a los Estados Unidos contratado para trabajar como actor, pero no busqué una carrera de actor, aunque lo voy a ser siempre. C uando decidí quedarme, saqué una licencia de constructor y empecé a trabajar con mi propia compañía, remodelando y construyendo casas, inclusive para actores famosos . Un día le conté a una amiga actriz que me iba a ir de Los Ángeles y me dijo que me quedara, que me presentaba a su agente; hay que tomar en cuenta que allá no es fácil tener agente porque son todos actores, desde el que te sirve un café en el bar hasta el que maneja un Uber. Las agencias están reguladas y pueden tener una cantidad limitada de actores representados. Entonces, en el 2017 me presentó a su agente, que actualmente es la mía, y me quedé. Hago audiciones una vez por semana”, detalla mientras disfruta del sol primaveral en una terracita de un bar de Buenos Aires.
-¿Por qué te querías ir de Los Ángeles después de quince años viviendo allí?
-Quería irme a Europa y cambiar un poco mi vida porque me había separado de mi pareja después de siete años, había perdido a mi mamá en la Argentina, estaba muy triste y necesitaba un cambio. Tengo la ilusión de vivir en el sur de Italia y de hecho hace poco me propusieron un negocio para comprar un restaurante en la costa del Adriático. Todavía no tomé ninguna decisión.
-¿Y por qué decidiste radicarte en esas ciudad?
-Vivo en Los Ángeles desde 2002 y me fui con un contrato de trabajo de un año con Imagen Entertainment para hacer comerciales y novelas. Cuando se terminó ese contrato tuve propuestas de la Argentina, pero el sueldo era muy bajo y en ese momento prioricé tener una mejor vida. Pedí la Green Card, que es la residencia permanente, y me la dieron en seis meses. No hablaba inglés y empecé a trabajar con un inglés que compraba casas, las remodelaba y las vendía. Al poco tiempo decidí hacer ese mismo trabajo para mí. Estudié, me formé, me convertí en constructor y armé mi propia compañía que se llama Campusano Constructions, que es mi apellido paterno; Miranda es el materno. Vivo de eso y también hago comerciales.
-¿Qué tipo de trabajos lleva adelante tu empresa?
-Remodelaba, extendía casas y las hacía nuevas, pero nunca quise que mi compañía creciera tanto porque hay mucho trabajo y yo no dejo de ser actor y también quiero vivir la vida. En construcción en los Estados Unidos se trabaja de 12 a 15 horas diarias, de lunes a lunes, y yo no quiero eso para mí. Entonces hago proyectos más chicos. No me gusta vivir una vida lineal, he tocado el cielo con las manos y he estado enterrado en el barro, pero siempre con intensidad porque es el riesgo que quiero tomar.
-¿Estás en pareja?
-Ahora estoy solo. Acabo de cortar una relación con una iraní. He salido con inglesas, latinas, francesas, y las más amorosas son las inglesas. Aunque no lo crean, esa fantasía de rencor entre argentinos e ingleses por la guerra de Malvinas, no existe; los ingleses nos aprecian mucho. Y las mujeres inglesas se vuelven locas por los argentinos. Estuve casado muchos años con una norteamericana, más joven que yo, y nos separamos en el 2017. Quedé muy herido y me costó reponerme. Ella todavía estudiaba en la universidad y no quiso tener hijos en ese momento. Un día, el deseo enorme que tenía de ser padre, pasó. Y ahora mi deseo es poder encontrar una compañera de vida para compartir lo que logré y lo que tengo. No es tan fácil.
-¿Cómo saliste adelante después de esa decepción amorosa?
-Estuve muy mal. Uno tiene que estar bien con uno mismo para estar bien, después, con alguien más. Me pude reencontrar con mi esencia, trabajar en mis defectos, saber cuáles son mis virtudes. Y aprendí a disfrutar de mi propia compañía.
-¿Venís siempre de visita a nuestro país?
-Vengo siempre que puedo porque mi esencia es argentina y mis raíces están acá. Me emociona mi país: como una pizza en Las cuartetas y me largo a llorar. Quiero ver a mis amigos; en este viaje me encontré con Guido Kaczka y fue hermoso. También fui a la estación de Saavedra, el barrio donde crecí, y me comí un vacío de parado. Las emociones están a flor de piel y siempre quiero volver. Acá esta mi hermana, y otra vive en Los Ángeles. Y me quedan amigos del medio como Hernán Estévanez, Nancy Anka, Fabio Cuggini, y de vez en cuando nos mandamos mensajes con Arturo (Puig). Con Carlin (Calvo) estuve en contacto casi hasta el final. Tengo mis rutinas que repito en cada viaje: voy a la cancha de Boca, a la pizzería, voy a Saavedra y camino por el barrio, toco el timbre y hablo con los vecinos. No venía a Buenos Aires desde 2019 y necesitaba recargar energías, ver a mi gente, que me abracen. Mi plan ahora es comprar un departamento y venir cada seis meses. Para los norteamericanos lo más importante no es la familia sino hacer dinero, y van a Los Ángeles a triunfar. En eso se te va la vida. Yo no quiero eso para mí.
-¿Fue difícil adaptarte a un nuevo país, con una idiosincrasia tan diferente a la nuestra y otro idioma?
-Emigrar no es para todo el mundo. Te vas a otro país con trabajo, con contactos y es igual muy difícil. Yo me fui con trabajo y me adapté porque no entré en un circuito de argentinos enseguida, sino que conocí al inglés con el que empecé a trabajar en la construcción, y a los norteamericanos . Mi sueño era vivir en Los Ángeles y hablar inglés, y creo que lo proyecté durante años.
-¿Volverías a vivir en Buenos Aires?
-No definitivamente, pero sí me gustaría venir más seguido, por eso quiero comprarme un departamentito.
-¿Y ahora qué proyectás?
-Acabo de sacar una licencia de agente inmobiliario y me asocié con un argentino. El proyecto es comprar casas, arreglarlas y venderlas. Trabajo mucho con la comunidad argentina que busca propiedades.
-¿Trabajaste para famosos?
-Le construí la casa a David Oyelowo cuando filmaba la película sobre Martin Luther King y hoy vive ahí; nos hicimos muy amigos. Remodelé las casas de Neve Campbell, de Michael Cera y me hice muy amigo de su mamá, de Omar Sy. Y me tocó trabajar para algunos actores que me hicieron firmar contrato de confidencialidad.
-¿Es complicado conseguir personajes en series y películas en Hollywood?
-Todas las semanas tengo audiciones y a veces salen publicidades, sobre todo. Hice una película que se llama Che Guevara, con Eduardo Noriega y Sonia Braga, e interpreté a Raúl Castro. Hace poco audicioné para una película con Nicole Kidman que no se dio. No es fácil para un actor extranjero, aunque hables muy bien inglés. Yo no doy el phisique du rol de latino, y tengo acento. Estoy seguro de que voy a tener mi gran oportunidad porque por eso fui a Los Ángeles.
-Empezaste a trabajar como actor siendo un nene, ¿cómo se dio?
-Mi papá era chofer y trabajaba en el Congreso, y un compañero suyo trabajaba además en una agencia de publicidad. Un día nos vio a una de mis hermanas y a mí, con ojos claros, bonitos, y nos pidió fotos. Trabajamos en muchísimos comerciales entre el ‘77 y ‘79. Y una vez fui a los estudios de RZS donde hoy está Telefe, Martha Reguera nos vio y me ofreció hacer un personaje en Mamá linda. Así debute en televisión. Después hice muchas novelas, Estación terminal, El Rafa, Nosotros y los miedos, Compromiso, Las 24 hs, Clave de sol, Nano, Las comedias de Darío Vittori, La pensión de la Porota con Jorge Luz. Mil millones fue la última. Hice teatro con Irma Roy, filmé Las aventuras de Tremendo, Memorias y olvidos.
-¿ Y cómo llegaste a ¡Grande, pá!?
-Estuve en el primer episodio de Amigos son los amigos y después me llamaron para hacer otro personaje, que era el hijo de Chicharelli. Y gracias a eso me llamaron para sumarme a ¡Grande, pá!, lo que me dio una popularidad tremenda que me sorprende porque todavía me cruzo con gente que me dice ‘vos no sos el hijo de Chicharelli’ (risas). Era un personaje muy lindo, al que siempre recurría el personaje de Arturo Puig para pedirle consejos y Chicharelli decía cualquier cosa. Me dio muchas satisfacciones y me siento orgulloso de haber hecho ese personaje. Nos hemos divertido muchísimo.
-¿Qué otros recuerdos tenés de esa época?
-Estuve en Muñeca brava e hice un personaje hermoso que se llamaba Chamuco y fue mi carta de presentación en los Estados Unidos, porque la novela se vendió a muchos países y se vio en Telemundo; me hacían notas en todos los idiomas. Empezó siendo un personaje chiquito y creció y me quedé en 200 capítulos. Natalia Oreiro es una divina, una persona extraordinaria que promovía la unidad del elenco, dejaba que te lucieras. También hice Amor latino. Entre el ‘78 y el 2002 hice unos 50 programas de televisión, y la mayoría muy vistos. Mientras trabajaba como actor estudié administración de empresas, pero siempre aparecía un trabajo que me llevaba muchas horas diarias. Nunca terminé la carrera. Toda la vida fui bueno para los números, y de hecho, yo manejo mi compañía. También me gusta mucho el cine y estudié en SICA. Creí que iba a ser director de cine, hasta tuve dos proyectos que finalmente no se materializaron. Creo que hubiese sido bueno. Es algo que tengo pendiente.
-No debe haber sido fácil la decisión de irte teniendo una larga trayectoria como actor aquí…
-Dejé toda una vida para irme. Me reinventé, me convertí en un nuevo Sebastián y me olvidé del que fui acá. Los diez primeros años fueron muy duros, puse en stand by algunas relaciones y trataba de no hablar castellano, para poder aprender el idioma y adaptarme. Volví a reconectarme y a recordar quien fui cuando en Telefe pasaron un homenaje a los 25 años de ¡Grande, pá! y me emocioné mucho.
-¿Cómo ven a la Argentina allá?
-No le prestan mucha atención, y si llegan noticias son siempre malas. Yo leo todos los diarios por la web. Es un país difícil de explicar, tan rico, tan hermoso, pero tan controversial, incongruente y difícil de entender. No conocen mucho Argentina, apenas por Messi y el Papa Francisco. Estoy muy agradecido a los Estados Unidos porque me recibió con los brazos abiertos y me dio la posibilidad de comprar mi primera casa, hoy ya tengo mi segunda casa, me dio tres profesiones y nunca pude haber logrado lo que logré económicamente aquí; vengo de una familia de laburantes. Soy ciudadano norteamericano hace 13 años, pero mi sangre es argentina y mis raíces están acá.