Las secuelas de un sueño llamado EZLN

César Huerta, enviado

GUADALAJARA, Jal., junio 12 (EL UNIVERSAL).- El fondo de la imagen: los Altos de Chiapas. Tres hombres y dos mujeres caminan hacia la cámara y, al detenerse, se despojan del pasamontañas que hace 30 años, como miembros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), portaron orgullosos en contra del gobierno mexicano.

Benito llegó a ser capitán y perdió su ojo derecho por una granada, en tanto que su pareja, Elisa, quien comandó una unidad en Ocosingo, una de las cuatro ciudades tomadas por el movimiento, aún padece el dolor de las esquirlas que tiene cerca de la columna.

Mario, en tanto, ostentó el cargo de mayor y todavía lamenta no haber actuado para salvar vidas de los milicianos que lo acompañaban.

Luis Miguel, ahora médico, tiene las marcas del hueso destrozado de su brazo y Felicia se estremece con los recuerdos de esos primeros días de enero de 1994 con el EZLN.

"Valió la pena, aunque el Estado no haya cambiado. Nuestros hijos, nuestros nietos van a salir porque ya también hay educación, que es la mejor arma", reflexiona Benito.

"Si no hubiera entrado yo al EZLN no tuviera ese valor como mujer que tengo ahora de cómo hablar, de cómo protegerse o tener valor de trabajar", considera Felicia.

Los cinco son las figuras principales del largo documental Después de las armas, que competirá en el marco del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, que se desarrolla en esa ciudad.

Dirigido por Héctor Laso y contando con la producción ejecutiva de Denise Maerker, la película cuenta con más de la mitad de material inédito de esos días de lucha, y el encuentro entre esas imágenes y los excombatientes.

"Los primeros viajes fueron en octubre de 2022, pero fue complicado porque había mucho hermetismo por parte del movimiento. Fue decirles: 'vamos a contar sus historias, no vamos a hablar del movimiento'", comenta Laso.

Todos los excombatientes están orgullosos de lo que hicieron. Reconocen que matar a una persona no era fácil, pero que había mucho coraje en esos momentos, producto de varios años de abusos.

Pero lo más valioso, externa el realizador Laso, es que el movimiento les dejó haber cambiado para siempre sus relaciones personales hombre-mujer.

"Es valioso imaginar que a todas esas mujeres indígenas tienen una nueva conciencia de su poder, de sus palabras, de acciones en pro de sus comunidades", apunta.