Shiva Baby: incomodidad, nervios y un funeral tragicómico para una comedia ágil e ingeniosa

Shiva Baby: incomodidad, nervios y un funeral tragicómico para una comedia ágil e ingeniosa
Prensa MUBI

Shiva Baby (Estados Unidos, 2020). Dirección y guion: Emma Seligman. Fotografía: Maria Rusche. Montaje: Hanna Park. Elenco: Rachel Sennot, Danny Deferrari, Fred Malamed, Polly Draper, Molly Gordon, Dianna Agron. Duración: 77 minutos. Disponible en: MUBI. Nuestra opinión: muy buena.

Rachel Sennot es el centro de gravedad de esta comedia ágil e ingeniosa que fue muy bien recibida en el South By Southwest (donde tuvo su premiere online, debido a las restricciones impuestas por el Covid-19) y el Festival de Toronto (primera proyección pública). De apenas 25 años, Sennot es una comediante neoyorquina muy activa en redes sociales que trabaja en la misma cuerda osada y provocativa de Lena Dunham, la inefable creadora de Girls.

En este primer largometraje de Emma Seligman, una directora canadiense de una edad similar a la de su protagonista (26 años), Sennot interpreta con mucha soltura a Danielle, una universitaria avanzada en estudios de género que lleva una vida oculta como amante de un sugar daddy con el que fatalmente coincide en una shiv’ah, tradicional ceremonia de duelo del judaísmo en la que participan los primeros siete grados de parentesco (padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana, o esposa).

A ese encuentro inesperado, que desata una serie de gags cargados de tensión e hilaridad, se suma otro igual de incómodo: el que tiene con una ex amante que parece completamente entregada a embarrar más el terreno, encarnada magistralmente por Molly Gordon, cuyo encanto y desenfado ya habían brillado en La noche de las nerds (Booksmart). El duelo entre ellas -que va pendulando entre el flirteo solapado y los estiletazos de mordacidad propios de una relación cuyo fuego parece mantenerse vivo- es de lo mejor de la película, que cuenta con otra fortaleza indiscutible en las actuaciones de los secundarios: Polly Draper (una típica madre sobreprotectora), Fred Malamed (un papá indolente y despistado) y Dianna Agron (la esposa engañada que traga veneno porque elige evitar el escándalo).

La puntillosa labor de Ariel Marx en la banda sonora, construida en base a staccatos de violín y notas agudas de piano, potencia la incomodidad que domina ese ambiente asfixiante para la protagonista, cuyo apocalipsis personal parece todo el tiempo a punto de explotar. Seligman maneja muy bien el desarrollo de ese pequeño calvario individual, llevando las situaciones a límites que nunca terminan de sobrepasar.

El tema relevante de Shiva Baby es sobre todo la construcción de una identidad, ese trabajo psicológico y corporal que exige valentía y una capacidad para tomar decisiones en un momento de la vida para el cual no solemos estar del todo preparados. Danielle lo sabe, lo sufre y lo va resolviendo a los tumbos. Y es la fabulosa sensibilidad de su actriz protagónica la que consigue involucrarnos de lleno en ese viaje con destino incierto.