El show televisivo perfecto también es posible: se lo debemos a Graham Norton

Graham Norton, de pie, junto a los invitados del programa que se estrena este viernes 11 en la Argentina
Graham Norton, de pie, junto a los invitados del programa que se estrena este viernes 11 en la Argentina

Cada viernes, a las 21, tenemos a nuestro alcance desde la pantalla del canal Film&Arts una muestra de la mejor televisión posible en la actualidad. No es un programa cultural o educativo, tampoco un documental sobre hechos decisivos de la historia o momentos candentes de la crónica de nuestros días, y mucho menos un debate acerca de cuestiones decisivas de la agenda cotidiana, local o internacional.

Si se las concibe con rigor, equilibrio, profesionalismo, solidez técnica y artística y la mejor puesta en escena imaginable en términos visuales, cualquiera de estas propuestas elevaría la calidad de la programación. Pero todos estos atributos también pueden alcanzar vuelo (y, de hecho, lo consiguen) honrando de la mejor manera al entretenimiento en su mejor expresión.

El gran espectáculo de la creación artística, que puede ser ligero, divertido y hasta superficial –pero al mismo tiempo exhibe el talento de sus artífices y recibe como respuesta el disfrute y el aplauso sincero y genuino del público– tiene hoy nombre y apellido. Es El show de Graham Norton, una producción británica elaborada por la BBC cuya temporada número 30 ya está en marcha. En nuestro medio, el telón se levanta los viernes, a las 21 con el estreno de un nuevo episodio que luego tendrá varias repeticiones. Film&Arts, a la vez, programa en múltiples horarios la reposición de episodios de temporadas anteriores.

Bono y Taylor Swift en la emisión del Show de Graham Norton que podrá verse este viernes 11 en Film
Bono y Taylor Swift en la emisión del Show de Graham Norton que podrá verse este viernes 11 en Film&Arts

La información institucional de Film&Arts dio cuenta esta semana de manera errónea del comienzo de la nueva temporada este viernes 11, con la presencia estelar de Bono, Taylor Swift y Eddie Redmayne entre los invitados, pero en realidad el ciclo 2022/23 del programa ya lleva unas cuantas semanas. Hay cuatro episodios previos disponibles en Flow que incluyen, entre otros, la participación de Colin Farrell, Jamie Lee Curtis, Brendan Gleeson, Robbie Williams, Geena Davis y el Monty Python Eric Idle.

El programa tiene una ventaja adicional que también resulta inmejorable: cada emisión llega a nosotros diez días después de su estreno en el Reino Unido. La que contó con Bono, Swift y Redmayne se emitió originalmente allí el 28 de octubre pasado.

Cada nuevo episodio es una muestra brillante de lo que se puede hacer con la ayuda de un puñado de materiales que formaron parte de la esencia de la televisión bien entendida desde sus comienzos. Siempre estuvieron y en la larga trayectoria del ciclo nunca fue necesario moverlos o cambiarlos de lugar, solo adaptarlos a algunas necesidades de los nuevos tiempos. El esquema es tan sencillo que cualquiera puede apreciarlo a simple vista.

El aprovechamiento inmejorable de los elementos más comunes que identifican a la TV convierte a El show de Graham Norton en un programa extraordinario. Aquí, cada semana, el conductor convoca a un grupo de personalidades famosas o reconocidas en sus respectivas especialidades (sobre todo artísticas), que comparte 60 minutos de charla en un set televisivo frente a una fervorosa tribuna de público. La convocatoria siempre se basa en alguna excusa promocional: son estrellas de una película o una obra teatral a punto de estrenarse, figuras que acaban de publicar un libro con su firma o cantantes que editan nuevo material o se preparan a salir de gira.

Graham Norton, un animador de TV extraordinario
Graham Norton, un animador de TV extraordinario

¿Qué tiene de especial un programa dedicado específicamente a “vender” las novedades de la cartelera cinematográfica, teatral, musical o literaria? El matiz excepcional que le aporta Norton a lo que en cualquier otro lugar se vería nada más que como una feria de vanidades o una sucesión de actos de propaganda velada. Bajo la batuta de Norton, ese aparente concierto de acciones publicitarias se convierte en una gran celebración, divertida, ingeniosa y por momentos casi irresistible.

Norton es un gran admirador de lo que hacen los famosos. Nunca esconde sus ganas de que se sepa con el mayor ruido posible lo que están haciendo los famosos en este momento. Por eso pasan por su programa. Pero a la vez, a este irlandés de 59 años lleno de energía y jovialidad, dueño de un talento natural y casi insuperable para la réplica chispeante, le sobra intuición para conducir el diálogo a cuatro o cinco voces con una curiosidad propia de cualquier buen periodista.

Nadie se explica muy bien cómo, pero detrás de la difusión de todo tipo de obras que están a punto de estrenarse o presentarse en sociedad, Norton consigue crear entre sus invitados una atmósfera de espontánea, inmediata y muy celebrada camaradería. No ocurre aquí como en la mayoría de los grandes late night shows de la TV norteamericana, inspirados por lo general por la misma idea y el trabajo de conductores magníficos y perspicaces que además se reconocen como comediantes de raza. Ellos suelen interpelar a los invitados de a uno por vez.

Aquí, en cambio, Norton los congrega en un escenario único. Y consigue de sus invitados el milagro de una conversación fluida, ágil y sobre todo muy divertida, en la cual cada artista no solo satisface su intención de que se sepa qué está haciendo y dónde se lo puede ver. Al margen de ella, cada uno siempre está dispuesto a compartir con los demás anécdotas personales que pueden ser regocijantes o aleccionadoras, según el caso.

Norton hace lo suyo también de la mejor manera. Esa manera de dialogar sólo es posible gracias al conocimiento previo que tiene el conductor de algunos detalles de la vida pasada o reciente de sus invitados. De esa manera consigue hilvanar silenciosamente una conversación que de otra manera no resultaría tan atractiva.

Bono, Taylor Swift, Eddie Redmayne y Alex Scott en el living del Show de Graham Norton
Bono, Taylor Swift, Eddie Redmayne y Alex Scott en el living del Show de Graham Norton

Por el programa pasan las estrellas más conocidas de los grandes estrenos de Hollywood, pero también protagonistas destacados de la escena artística británica en todas sus expresiones que resultan a veces casi desconocidos para el público argentino. Verlos aquí es una manera de descubrir su talento. El primer paso para conocerlos y empezar a apreciar lo que hacen.

El esquema de cada emisión es invariable. Norton arranca con un breve monólogo que aporta otro matiz brillante al programa. Un par de imágenes y algunas palabras mordaces le alcanzan para sintetizar la semana política en el Reino Unido. Un resumen casi perfecto, hecho de pocas palabras y lenguaje televisivo puro. Después desfilan los invitados, cada uno con su momento estelar para presentar lo que están haciendo, y al final llega el momento musical. Actuaciones en vivo, sin pistas o voces pregrabadas de cantantes y músicos respaldados por un despliegue técnico impecable para hacer un solo tema.

Cada emisión se cierra con un detalle bien distintivo y característico de este show. El momento de la “gran silla roja”, una tradición que lleva a alguna persona del público a narrar anécdotas singulares o picantes que, según su tenor interesante o no, harán que Norton las interrumpa colocándolos de cabeza mediante el accionar de una palanca o las deje concluir entre el aplauso de todos.

No hay secretos en El show de Graham Norton. Nadie esconde nada. Su animador, siempre atento y dispuesto para el chiste rápido y la réplica aguda, muestra todo el tiempo sus cartas. También los invitados, que se saben famosos, populares y admirados por la gente, pero están allí listos para divertirse como cualquier persona, lejos del ego o de cualquier pretensión de pedestal o reconocimiento forzado. Gracias a ellos y a un exacto dispositivo técnico y de producción, la idea del show televisivo perfecto se hace posible. Podemos disfrutarla una vez por semana.