El singular motivo por el que Vigilante, la nueva serie de los creadores de Dahmer, es lo más visto de Netflix
Dos hits en menos de 30 días no es poca cosa. Tras el éxito de Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer, los creadores Ryan Murphy e Ian Brennan trepan nuevamente la lista de lo más visto en Netflix con Vigilante, una miniserie de siete episodios que –tal como ocurre con la historia del Monstruo de Milwaukee—está basada en un hecho real.
El periodista Reeves Wiedeman publicó en 2018 un reportaje en la revista New York Magazine titulado The Watcher, basado en la historia de los Broaddus, una familia estadounidense que, tras mudarse a una bella casa en Westfield, New Jersey, empieza a recibir una serie de cartas con remitente desconocido, desatando en ellos una obsesión por conocer quién estaba detrás.
La historia de los Broaddus no fue ajena al interés de las plataformas de streaming, sin embargo, recién cuatro años después Netflix estrenó la serie bajo la batuta de Ryan Murphy e Ian Brennan. A continuación, intentaremos desmenuzar lo bueno y lo malo de esta propuesta, convertida rápidamente en una de las favoritas del público en la citada plataforma.
Vigilante nos presenta a una familia conformada por Dean Brannock (Bobby Cannavale), su esposa Nora (Naomi Watts) y sus hijos, la adolescente Ellie (Isabel Gravitt) y el menor Carter (Luke David Blumm). Inicialmente, todos quedan maravillados al ver una enorme y bella casa fuera de la ciudad de Nueva York. Si bien la familia mantiene un buen ritmo de ingresos, el costo del inmueble resulta ciertamente alto. Nada de esto, sin embargo, parece lo suficiente como para apagar el sueño por vivir en un hogar perfecto.
Aunque complicado por los préstamos que debe solicitar para amortizar su nueva casa, Dean -el más ilusionado con vivir en este nuevo hogar- logra convencer a los funcionarios indicados. Así pues, la mudanza empieza. Nada podría arruinar el comienzo de una nueva vida para una familia que, evidentemente, ignora lo oscuro de su destino.
House of the Dragon: ¿qué se verá en el episodio 10 y cómo terminó el capítulo 9?
Si algo tiene esta nueva serie de Ryan Murphy e Ian Brennan es que no se tarda mucho tiempo para acechar al televidente. Apenas los Brannock se encuentran instalados en la nueva vivienda empiezan a llegar misteriosas cartas. En las misivas, un desconocido afirma estar siguiendo cada uno de los movimientos de “los nuevos dueños” del inmueble, ubicado en el Boulevard 657. Lo que al comienzo parece ser una broma, pronto tomará otros ribetes.
Pero ver a una familia entrando en pánico porque su buzón se llena de cartas anónimas es apenas el punto inicial en una serie plagada de variados elementos. Cual satélites, diversos personajes giran alrededor del citado inmueble. Vecinos estrambóticos, corredores inmobiliarios sin escrúpulos, jóvenes sexualmente deseosos, detectives egocéntricos, fetichistas de las residencias antiguas, investigadores adictos al misterio y, por supuesto, los expropietarios de la casa, completan un universo cualquier cosa menos aburrido.
No son necesarios muchos capítulos para darnos cuenta de que en Vigilante primero se lucha por salvar la casa y luego por salvar la vida. En dicho propósito, el rol de Bobby Cannavale como Dean y de Naomi Watts como Nora es fundamental. Tal vez el primero fue diseñado con más claroscuros. Es un padre preocupado por cuidar a su familia, pero que en dicho propósito se desvía y termina siendo un obsesivo sobreprotector de su hija, a quien le increpa a viva voz el usar lápiz de labio y delineador de ojos “si solo tiene 17 años”. De otro lado, la esposa es una artista plástica que atraviesa por varios momentos emocionales. De una espectadora confiada al inicio de la serie a casi una aprendiz de detective al final. En medio de todo esto, Nora llegó a pensar que su esposo sí era capaz de escribir por sí mismo las cartas, algo que sin duda la atormenta.
Aunque en Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer, Murphy y Brennan no tuvieron reparos para escarbar en lo más repugnante de la condición humana (el protagonista golpeaba, violaba, mataba y luego se comía los restos de sus víctimas), lo correcto sería decir que Vigilante no llega a dichas profundidades tal vez porque no lo necesita. Desde su lugar como thriller psicológico, esta propuesta se concentra en ver cómo los protagonistas se derrumban uno a uno, frustrados porque son incapaces de conocer la verdad detrás de las misivas.
Y aquí precisamente encontramos la mayor fortaleza de la serie de Netflix: ver a Dean ojeroso, perdedor porque no encuentra al responsable de sus pesadillas, y desencajado porque su propia hija lo escrachó virtualmente, acusándolo de racismo, ciertamente resulta convincente. En la misma línea, ver cómo Nora trastabilla en sus sentimientos hacia su esposo, presa del miedo y de la frustración porque la casa de sus sueños terminó por hundirlos, y ansiosa porque hace mucho su vida sexual se fue al tacho, nos genera empatía con facilidad.
Más allá de las fortalezas de la propuesta, siempre ligadas a los protagonistas, Vigilante también presenta una serie de situaciones que la convierten en un producto tal vez muy de nicho, capaz de enganchar básicamente a los que no cuestionan hechos sobre-naturales o de origen desconocido. Así pues, el descubrimiento de túneles subterráneos en pleno siglo XXI, la muerte y resurrección de personajes secundarios, la falsa auto inculpación de alguien al borde de la muerte (“solo para que Dean y Nora conozcan un culpable”), y la develación de sorpresivos romances casi en el epílogo de la trama, podrían parecer insumos insostenibles y hasta absurdos.
Continuando con los factores que nos dejaron una sensación de insatisfacción, resulta impostergable mencionar el tipo de desarrollo que tuvo el complejo vínculo familiar entre Dean y su hija Ellie. Aunque estamos frente a un thriller, las diferencias entre un padre sobreprotector (capaz de reventar contra la mesa el iPhone de su hija) y una adolescente rebelde (capaz de exponerlo al despido inventando una falsa denuncia en TikTok) resultan poco o mal aprovechadas por el guion. La misma sensación se repite si analizamos el rol de la talentosa Noma Dumezweni como Theodora Birch, un personaje que más que una detective privada profesional, termina pareciendo una fabuladora que precisa contar su propia tragedia personal a los Brannock.
Vigilante tiene aspectos positivos. Las actuaciones descritas arriba, así como la de Mia Farrow en la piel de Pearl Winslow (absolutamente convincente como una anciana oscura, obsesiva y entrometida). Punto a favor también desde lo técnico: sonido y luces. Lo primero, nunca tan chirriante pese a que estamos frente a un thriller moderno y, lo segundo, sobrio teniendo en cuenta que las partes centrales de la trama ocurren de noche o al amanecer. Pero a pesar de todo esto, la serie difícilmente alcance algún galardón en la temporada de premios. ¿La razón? Sin importar el éxito en vistas, estamos frente a una historia endeble, tal vez una simple novedad más del catálogo de Netflix.