Sofia Loren: homenajeamos los 90 años de la diva del cine a través de las portadas de ¡HOLA!
No hubo nadie como ella antes de que ella llegase. Y, 90 años después, ninguna de las actrices de Hollywood que a lo largo de estas décadas se han alzado como las nuevas reinas del cine contemporáneo, han conseguido eclipsarla. Porque ella es irrepetible, única en su especie. Es la última diva del cine dorado viva, y el pasado 20 de septiembre, sopló las velas de su 90 cumpleaños. Símbolo de una nación, icono sexual de los 60, y estrella del cine italiano, homenajeamos a Sofia Loren a través de las portadas más icónicas de ¡HOLA!
Sofia Loren (Sofia Constanza Brigida Villani Scicolone era su nombre de nacimiento), nació en 1934 en Roma, en una Italia a punto de entrar en una de las épocas más oscuras de su Historia. La Segunda Guerra Mundial estallaría cinco años después, y Sofia vivió, como muchos otros niños italianos en aquellos años, una infancia inmersa en la pobreza y la hambruna. Después de que su padre les abandonase, Sofia y su madre se trasladaron a un pequeño pueblo en la costa de Nápoles, donde sufrieron los vaivenes de la guerra.
Su primera aparición en el cine fue con un pequeño papel de extra en la película Quo vadis?, y después iría haciendo comedias ligeras italianas hasta que, con la película Aida, en 1953, hizo que el público y la crítica posaran sus ojos sobre ella.
Y era de esperar. Porque aquella mujer era un espectáculo digno de ver. Casi una aparición. Mitad diosa, mitad humana. Una fina línea entre lo ilusorio y lo tangible. Porque si algo caracterizaba la belleza de Sofia era ese halo terrenal, mundano, carnal. Un cuerpo dibujado con curvas infinitas, un rostro de rasgos muy marcados, una nariz algo más alargada de lo ‘estéticamente aceptado’, unos labios carnosos…y esos ojos. Unos ojos verdes tan profundos que uno temería ahogarse en ellos. No era una belleza perfecta -de hecho, “era imposible de fotografiar”, según dijo un fotógrafo italiano en los comienzos de su carrera- y tal vez era eso lo que la hacía tan increíblemente atractiva y hermosa. Tan única. Antes de bautizarse como Sofia Loren, le llamaban Sofia Lazzaro, porque decían que su cuerpo resucitaba a los muertos. Quien en su infancia había sido una niña escuálida, consecuencia de la guerra, se convirtió en una mujer con un cuerpo sinuoso y lleno de vida que provocaba que los jóvenes italianos se girasen a verla pasar por la calle.
Sofia llegó a convertirse en todo un símbolo de su país. Decir Sofia era gritar "ITALIA". Siempre sintió un profundo amor por su patria, por sus costumbres, y sobre todo, por su comida. Y es que en una industria donde cada gramo "de más" en una mujer se veía como un defecto, Sofia dio un golpe sobre la mesa y desafiólos cánones de la belleza. ¿Quién dice que una mujer hermosa es aquella sin un gramo de grasa y fina como un alfiler? Gracias, Sofia, por demostrarnos la belleza de las curvas femeninas.
Sin duda, su belleza le sirvió de billete para adentrarse en el mundo del cine, pero fue su talento lo que la consagró como una estrella de la pantalla. Porque a pesar de su imagen de mujer seductora y sensual, era capaz de interpretar papeles muy dispares, donde era su arte para la interpretación lo que destacaba, llevando su belleza a un segundo plano.
Loren trabajó con grandes artistas del cine italiano como Vittorio de Sica o Marcello Mastroianni (con quien llegó a hacer hasta 12 películas en toda su carrera). En 1956, dio el salto a Hollywood con la película La sirena y el delfín, y un año más tarde, rodaría Orgullo y pasión, donde compartiría plató con dos de los galanes más deseados de Hollywood, Cary Grant y Frank Sinatra (esta película uniría a tres grandes estrellas en suelo español, ya que la película se grabó en nuestro país).
La década de los 60 fue una época dorada en la carrera de la actriz. En 1961, Sofia se llevaría su primer Oscar a mejor actriz con la cinta italiana Dos mujeres, dirigida por Vittorio de Sica, convirtiéndose así en la primera actriz en ganar un Oscar con una lengua extranjera. Ese mismo año, también protagonizaría El Cid, junto a Charlton Heston, y, de nuevo, bajo las órdenes de Vittorio de Sica, rodaría junto a Marcello Mastroianni la comedia italiana Ayer, hoy y mañana; y en 1964, Matrimonio a la italiana, uno de los grandes hitos de su carrera. De encarnar a una dama de la edad media, a una seductora diva o una auténtica madre italiana, Sofia Loren tenía al mundo completamente conquistado, pero aún quedaban grandes glorias en su trayectoria. En 1967 rodó Siempre hay una mujer, y en 1972, guardó sus medias negras, sus sujetadores de encaje y sus vestidos escotados, para enfundarse un pulcro hábito de monja para la película Blanco, rojo y...
Era muy joven cuando fue descubierta por Carlo Ponti, productor y cazatalentos italiano que terminaría convirtiéndose en su marido y gran amor de su vida. Ponti vio en ella un talento oculto y una belleza tan arrolladora y expresiva que no dudó en convertirla en la próxima diva italiana. A pesar de la gran diferencia de edad (él era 22 años mayor que ella) y la situación personal de Carlo (estaba casado), entre ellos surgió rápidamente el amor y se convirtieron en amantes. A lo largo de su carrera cinematográfica, Sofia Loren iría cruzándose con icónicos galanes del cine como Cary Grant, Richard Burton, Clark Gable, Gregory Peck, Marlon Brando o Paul Newman. Deseada por muchos de ellos, su corazón estaba perdidamente cautivado por el productor italiano. Sin embargo, su historia no fue nada fácil. El divorcio estaba prohibido en Italia en aquella época, por lo que Loren y Ponti se casaron en México, en 1957, y este enlace hizo estallar a la prensa italiana. Adúlteros, traidores de la Iglesia,...fueron algunos de los adjetivos que recibieron en su país y durante mucho tiempo fueron rechazados en Italia. A pesar de ello, permanecieron juntos y su matrimonio duró hasta 2007, cuando Carlo falleció, con 94 años. Juntos tuvieron dos hijos, Carlo Jr, y Edoardo, que han dado a la actriz cuatro nietos e infinita felicidad. Ahora, lejos queda esa vida llena de éxito y glamour. Sofia Loren lleva una vida tranquila rodeada de sus seres queridos, pero el mundo no ha olvidado al mito, a esa diosa hecha mujer que se entregó en cuerpo y alma al cine, y que, adorada como fue durante tantos años, ella no dudó en decir que "nunca me he considerado una diosa, solo una madre de familia"