Susana Giménez: una boda temprana, un romance prendido fuego, un cenicerazo, amores secretos y otros para el olvido
Tuvo muchos amores, algunos secretos, otros mediáticos, unos fugaces, otros llegaron al altar... Una única hija, dos nietos y siempre, siempre, mucho alboroto a su alrededor. Pero hace varios años ya que Susana Giménez está sola y, según dice, no busca pareja. “Estoy feliz. No quiero estar con nadie que me amargue la vida, ni estar esperando que me llame por teléfono o que me afane. Nunca soñé con un amor para toda la vida. A lo mejor antes la gente tenía otra cosa: los hombres eran más fieles, más amorosos, mantenían su hogar... Ahora todo es distinto. No estoy enamorada de nadie y probablemente no lo quiera estar. Mis afectos son mi familia, mis amigos, mis perros y mis gatos”, decía la diva en un programa de Telefe hace algunos años.
Y aunque ella siempre intentó mantener su vida íntima puertas adentro, no lo logró. Su primer amor fue Mario Sarrabayrouse. Más de una vez contó que con él vivió su despertar sexual y quedó embarazada a los 17 años . Enseguida se casaron y Mercedes nació el 20 de octubre de 1962. Por entonces Susana no era famosa ni soñaba con serlo tampoco. Vivía con sus padres y alguna vez deslizó que sufría violencia familiar. Así, ese hombre del que se enamoró perdidamente fue también la manera de huir de esa casa. Años después confesó que no fue el hogar más feliz, que discutían mucho, que siempre faltaba el dinero y que el amor se acabó pronto. Se divorciaron cinco años después de la boda, Susana se fue de la casa con Mercedes en brazos y con los años se refirió a ese momento como su “día de la independencia”.
Los problemas económicos la llevaron a intentar trabajar como modelo . Repartió fotos en varias agencias y tuvo suerte porque enseguida consiguió una propuesta. Ya era una modelo cotizada cuando conoció a Héctor Cavallero, productor teatral y socio de una agencia de publicidad que la contrató. Dicen que el flechazo fue inmediato y mutuo. Fueron pareja durante ocho años y él tuvo mucho que ver con el ascenso de su carrera: la hizo debutar en teatro con Las mariposas son libres y pronto la convirtió en estrella. “Fuimos muy felices. Quise mucho a Héctor, pero era un mujeriego empedernido ”, recordó Susana alguna vez.
El romance de la vedette y el campeón
Todavía estaba en pareja con Cavallero cuando Susana conoció a Carlos Monzón filmando La Mary, en 1974. El romance, tan intenso como tóxico, duró cuatro años. Se conocieron en el Hotel Sheraton cuando el director Daniel Tinayre los convocó para presentarlos antes del rodaje. Años después, ella contó: “Hubo mucha persecución, mucho morbo alrededor de nuestra relación. Nos miraban como si fuéramos La bella y la bestia. Nos convirtieron en una pareja integrada por dos símbolos sexuales y simplemente pasó que me enamoré”.
Cuenta la leyenda que las escenas de amor de la película duraban mucho más de lo necesario y que cuando el director quería cortar la acción ellos hacían oídos sordos y seguían besándose apasionadamente. La ficción, entonces, se volvió realidad y una noche, después de filmar, se fueron juntos. “Héctor viajaba mucho y en un momento se había ido a Francia. Así que bueno, yo no tenía compromisos en ese momento, Carlos me había dicho que tampoco... Y pasó. Era una historia bastante erótica y nos tocaron hacer juntos escenas fuertes. Había un clima propicio como para que en nosotros se despertara lo que finalmente se despertó. Tal vez si en vez de filmar La Mary hubiéramos filmado Manuelita, la tortuguita de María Elena Walsh, no nos hubiera pasado. Nos prendimos fuego y no pudimos con el fuego”, recordó la diva.
Pero Monzón era casado y su esposa, Pelusa, descubrió la relación gracias a las tapas de las revistas del corazón. Decidida esperó a Susana a la salida del estreno de La Mary y la amenazó: “Te vengo a prevenir, la próxima vez te meto un tiro en la cabeza’”, le habría dicho. Y hubo otra vez en la que intentó agarrarla de los pelos. Sin embargo, Susana y Monzón siguieron adelante, se mudaron juntos y se consolidaron como pareja. Ella contrató a una profesora particular para que le enseñara a él modales y cultura general. Convivieron cuatro años hasta que se empezó a hablar de episodios de violencia y más de una vez ella aparecía en el teatro o el set de filmación con un ojo morado y se excusaba diciendo que se había llevado una puerta poder delante. Se separaron en 1978, luego de algunos intentos de reconciliación.
Romances secretos
Poco tiempo después de separarse de Monzón, Susana tuvo un fugaz romance con Cacho Castaña . Y también dice la leyenda que en uno de los intentos de volver de Carlos Monzón, fue a buscarla una temporada a Mar del Plata sin previo aviso y ella tuvo que echar de su cama a Castaña para que los dos hombres no se cruzaran; el cantante saltó por un balcón y escapó en el baúl de un auto. Dicen los que saben que siguieron frecuentándose, pero que él fingía un romance con Perla Caron para disimular frente a Monzón. Susana y Cacho se habían conocido unos años antes filmando El mundo es de los jóvenes . Se gustaron aunque no pasó nada hasta que volvieron a cruzarse. Ella nunca habló de este amor y cuando Moria Casán le quiso sacar alguna declaración, ambas simplemente se rieron a carcajadas.
Otro amor secreto de Susana fue Sergio Denis. Los dos vivían su mejor momento profesional y coincidieron un verano en el Hotel Hermitage de Mar del Plata. “La primera vez que nos besamos fue en una escollera de Playa Grande. La quise mucho”, contó Denis una vez. La relación duró un año más o menos y dicen que Denis le dedicó la canción “La vida es hoy”.
Con Norberto Draghi tuvo un romance fugaz con final escandaloso . Él era basquetbolista y modelo y la relación duró lo que un suspiro y terminó con una denuncia de Susana contra Draghi, a quien acusó de haberle robado 60.000 dólares. Al tiempo él fue sobreseído, pero nunca volvieron a hablarse.
Un amor muy criticado
Susana y Ricardo Darín se conocieron en 1972 , en el rodaje de la película He nacido en la ribera. En ese entonces, ella tenía 28 años y él apenas 15. Claro que no pasó nada. El reencuentro fue mucho después, a los 21 del actor. La relación empezó en secreto y cuando se supo fue un boom y fue muy criticada por los 13 años de diferencia. Ellos no le hicieron caso a las habladurías y siguieron adelante: estuvieron juntos durante 9 años y todavía hoy conservan una gran amistad. “Tuvimos mucha conexión, mucha química. Éramos príncipe y mendigo, todo junto”, dijo el actor hace algunos años.
Aunque nunca dieron detalles sobre la separación, Susana contó alguna vez que había algo que los distanciaba mucho: Ricardo deseaba ser padre y ella ya no quería tener hijos. Además los salpicó un gran escándalo: la compra de “autos truchos”.
Un falso príncipe y un cenicero
En 1987, poco tiempo después de separarse de Darín, Susana conoció a Huberto Roviralta. Fue en una fiesta en el Hotel Alvear. Roviralta vivía a la vuelta, en un departamento de dos ambientes sin demasiadas comodidades y manejaba un Fiat 147, pero jugaba al polo y su madre tenía casa en Tortugas y era vecina de Graciela Borges que fue la celestina. Él era un “chico bien” y Susana, una diva. Bailaron toda la noche y pronto empezaron una relación. A los pocos meses él le pidió casamiento y ella aceptó fascinada. Se casaron en 1988, con una gran fiesta para 500 invitados en el lugar en el que se habían visto por primera vez, el Roof Garden del Alvear, y la boda fue televisada en cadena nacional. Parecía una relación idílica, pero no lo fue . Al poco tiempo las diferencias empezaron a notarse: él se levantaba cuando ella se acostaba, los intereses eran opuestos y sus tiempos y metas eran distintos. Estuvieron juntos casi diez años y el final definitivo fue en 1998. Parecía que sería un divorcio de común acuerdo, pero se convirtió en un escándalo legal y millonario . Los abogados de Roviralta hablaron de una supuesta infidelidad de Susana, pero ella lo negó rotundamente. Huberto le reclamó la mitad de su fortuna y ella estalló. Fue por entonces el episodio del famoso cenicero que Susana le revoleó a Huberto por la cabeza, en la casa de Barrio Parque, al grito de: “¿Cuándo te vas a ir de acá?”. Eso también fue emitido casi en cadena nacional y todos vieron la cara ensangrentada de Roviralta cuando salía de la casa, ya que él así lo quiso también. Finalmente, ella le dio 10 millones de dólares.
En una conferencia de prensa, Susana dijo: “No es justo ventilar mi vida privada, pero no puedo más. Lo que voy a hacer ahora es muy difícil. Necesito descomprimir porque así no se puede vivir. ¿Si Huber lo hizo para sacarme plata? Quizá debe haber un interés, sí, pero jamás hablamos entre nosotros de una cifra. No hay acuerdo prenupcial. Sí, le tiré un cenicero. Pero hace mucho que trato de salvar la pareja viviendo... No sé si llamarlo así, humillaciones. Sí pudieron ser infidelidades... Fue una discusión de cosas privadas, inherentes a un divorcio. La situación se me escapó de las manos. Fue humillante y vergonzante. Pero cualquiera de ustedes puede haber pasado una discusión violenta. Hace muchos años que trato de salvar mi pareja, trato de mejorar la convivencia y bueno, no se pudo”.
Romances para el olvido
Casi al tiempo que se divorciaba de Roviralta, Susana recibía docenas y docenas de rosas amarillas: sus preferidas. Y quien las enviaba era el empresario Jorge ‘Corcho’ Rodríguez (actual pareja de Verónica Lozano). Estuvieron juntos cinco años, pero de él no tiene buenos recuerdos y jamás habla. Hicieron también negocios juntos y hasta enfrentaron algunos problemas legales por un concurso realizado en su famoso programa Hola Susana.
Un tiempo después de separarse de Corcho, conoció a Jorge Rama, un empresario uruguayo. Se separaron en 2009 y tampoco tiene buenos recuerdos de él. “Cuando descubrí sus adicciones lo eché. Ya había notado un cambio antes, así que no me costó nada terminar la relación. Igual, si hubiera estado enamorada, lo habría dejado también porque no soporto a los borrachos ni a los drogones”, dijo en una entrevista de radio hace un tiempo.
Hubo rumores sobre otros romances, pero lo cierto es que nunca más se mostró con un novio ni volvió a hablar de amor. Hoy, su refugio es su familia, su hija Mercedes y sus nietos Lucía y Manuel y sus amigos.