¿Tú pagarías 1800 dólares por un facial?

Los tratamientos faciales de ‘lifting’ y esculpido, que antes eran secretos de los ricos y famosos, se están popularizando. (Emanuela Carnevale/The New York Times).
Los tratamientos faciales de ‘lifting’ y esculpido, que antes eran secretos de los ricos y famosos, se están popularizando. (Emanuela Carnevale/The New York Times).

Candice Miller tiene 42 años y se aferra al milímetro de volumen que sostenía las líneas de su sonrisa y sus pómulos a los 30 años. Una vez a la semana, a menos que esté de viaje, acude a Aida Bicaj, un spa del Upper East Side en la ciudad de Nueva York donde la gente adinerada se somete a tratamientos de “lifting”, reafirmación, desinflamación e iluminación.

Un día a inicios de diciembre, Miller se sometió a un tratamiento facial “remodelante” de 90 minutos y 800 dólares que incluía un masaje manual, doble mascarilla de colágeno (debido a la exposición al sol durante un Día de Acción de Gracias en Palm Beach), microcorrientes (electricidad que estimula los músculos y se dice que da la apariencia de un “lifting”) y radiofrecuencia (calienta la piel, haciendo que se contraiga y se tense). Miller, una influente que se hace llamar Mama & Tata en Instagram, se hace remodelaciones faciales dos veces al mes. Ahora probará por primera vez el tratamiento de microagujas del spa, que cuesta 850 dólares.

“Tengo amigas que se hacen los ojos y el ‘lifting’ facial inferior y se ponen relleno por todas partes”, dijo Miller. “Pero esto te hace sentir que tu cara no necesita esas cosas, si realmente te comprometes a ir cada semana o cada dos semanas”. (Miller empezó a ponerse inyecciones de bótox a los 35 años y dijo que no usa ningún relleno facial).

El tratamiento facial común y corriente ha sufrido una disrupción.

El “lifting” manual mediante masaje, microcorrientes y radiofrecuencia está cambiando la forma en que nos cuidamos el rostro. La nueva generación de tratamientos faciales no consiste en limpiar los poros, sino en levantar el rostro.

Algunos esteticistas como Bicaj, Iván Pol, Joanna Czech, Crystal Greene y Cynthia Rivas llevan años practicando estas técnicas. Pero los tipos de tratamientos faciales que ofrecen, antaño un secreto de ricos y famosos, se han extendido tanto que los bares de tratamientos faciales como FaceGym, Silver Mirror y Glowbar, con su marca amigable y sus servicios a precios asequibles, están a punto de hacer que los nuevos tratamientos faciales sean tan accesibles como hacerse un peinado en Drybar.

FaceGym abrió su primer estudio en 2015 y ahora cuenta con 17 sucursales en Estados Unidos, el Reino Unido y Australia. Dos tratamientos faciales exclusivos —uno que se realiza solo con las manos y otro con una combinación de masaje manual y microcorrientes— cuestan 125 dólares cada uno. Según su fundadora, Rachel Liverman, las solicitudes de microcorrientes y radiofrecuencia en Glowbar han aumentado un 20 por ciento en los últimos seis meses.

“Esto ha surgido como respuesta al boom de los inyectables de los últimos 10 años”, explicó Allie Rowbottom, autora de “Aesthetica”, una novela sobre una influente pasada de moda que planea deshacerse de toda su cirugía plástica. “Los consumidores esperan realmente tener un resultado visible y tangible al final de cualquier experiencia facial o estética”.

Hay dos factores en juego: el deseo de imitar los efectos de los procedimientos mínimamente invasivos que uno se haría con un dermatólogo, como inyecciones de bótox o rellenos, y la compulsión por ver esos resultados al instante.

Si bien un tratamiento facial normal (vapor para abrir los poros, extracciones con una lanceta diminuta y aplicación de una mascarilla) limpia y elimina la suciedad que se esconde bajo la superficie, no te dejará el rostro esculpido, estirado y cincelado, o “snatched”, como le dicen en inglés. Así es como Pol afirma que lucen sus clientas después de que él “esculpe” el contorno de sus caras. Pol tiene un spa en Los Ángeles y trabaja en el Hôtel Barrière Fouquet’s de Tribeca cuando visita Nueva York. En diciembre, Emma Roberts publicó en Instagram mientras estaba en pleno tratamiento facial (“dejándome esculpida”) desde el hotel.

Czech, esteticista formada en masajes faciales de Europa del Este, dice que la piel es como una masa que se puede amasar, moldear y manipular manualmente. Su experiencia resultó premonitoria; ha trabajado en los rostros de Kim Kardashian, Hailey Bieber y Jennifer Aniston y, en marzo, abrirá un tercer spa en Los Ángeles. (Los otros dos están en Nueva York y Dallas).

Greene, fundadora de Crystal Greene Studio en la zona de SoHo, practica un método similar. La Sculpture, un tratamiento facial manual de 60 minutos a un precio de 525 dólares, constituye casi el 85 por ciento de sus tratamientos. En febrero presentará una versión mejorada: 90 minutos de masaje manual, microcorrientes y masaje bucal, en el que se adentra en la boca para afinar la mandíbula. Costará 750 dólares.

Es posible que la gente tenga más cultura hoy en día, pero las redes sociales, donde Instagram y TikTok crean tendencias de la noche a la mañana, siguen siendo el manipulador más poderoso de los cánones de belleza. El “nuevo tratamiento facial” podría verse como una reacción contraria a la “cara Instagram” tipo ciborg que ha dominado nuestras cuentas en los últimos años.

“Hinchada y turgente”, describió Pol el “look” que, en sus palabras, está pasado de moda.

Pol, antiguo maquillista, es el fundador de Beauty Sandwich, nombre tanto de un tratamiento facial centrado en la radiofrecuencia con un costo de 1600 dólares (1800 la primera sesión) y que, según dijo, tiene una lista de espera de un año, como de una línea de productos para el cuidado de la piel que vende una Salsa Secreta, 295 dólares, y una Salsa Snatching, 250 dólares. Los productos no son sueros, aclaró Pol, sino “una nueva categoría de cuidado de la piel: una salsa”. (Si hubiera que elegir, “suero” probablemente seguiría siendo la clasificación correcta).

El verano pasado, Tea Hacic-Vlahovic, novelista y presentadora de pódcast, probó un “entrenamiento” de FaceGym, como ellos llaman a sus tratamientos faciales. Cuando llevaba la mitad de su rostro, su esteticista le mostró lo que había hecho.

“La diferencia era enorme”, comentó Hacic-Vlahovic. “La mitad de mi cara parecía como si me hubieran hecho un ‘lifting’”. El efecto le duró unos días.

El resultado de Hacic-Vlahovic es bastante típico. A diferencia de los inyectables, cuyos resultados visibles pueden durar meses, las líneas cinceladas de un facial esculpido desaparecen con bastante rapidez.

“Me lo hago justo antes de un gran acontecimiento, el día anterior y el mismo día”, dijo Rivas.

Los esteticistas insisten en que la constancia es fundamental, sobre todo con los tratamientos de microcorrientes que estimulan los músculos del rostro. La mayoría recomienda tratamientos faciales semanales durante 6 a 12 semanas, seguidos de sesiones cada dos semanas para resultados óptimos. Bicaj y Czech afirman que se pueden tener buenos resultados con sesiones mensuales. Pol sugiere cuatro semanas entre sesiones de radiofrecuencia.

“Es como tener un entrenador personal para el cuerpo, pero para la cara”, afirmó Bicaj.

c.2024 The New York Times Company