¿Telefe está en venta? La verdad sobre su posible cambio de dueños y la respuesta de Mercado Libre sobre el interés de Marcos Galperin
¿Telefe está en venta? La pregunta está instalada desde hace algunos días y empezó a circular en encumbrados despachos mediáticos, empresariales y políticos, aunque hasta ahora no superó el umbral de los trascendidos y las conversaciones de pasillo. El foco de atención se puso en las últimas horas sobre la figura de Marcos Galperin, mencionado en algunas de esas murmuraciones como potencial interesado en la adquisición del canal líder de la TV abierta de nuestro país, pero voceros del empresario dijeron a LA NACION que esas noticias son falsas y por lo tanto no habrá ningún comentario al respecto por parte del CEO de Mercado Libre.
Algunos de esos trascendidos se apoyaron en el hecho de que el gigante argentino del comercio electrónico decidió en agosto último ingresar de lleno en el mercado del entretenimiento con el lanzamiento de Mercado Play, una plataforma de streaming de acceso gratuito que solo requiere para quien quiera usarlo una cuenta activa en Mercado Libre. Hay allí a disposición de los usuarios un catálogo de cine y series de acceso libre que incluye tandas publicitarias y algunos contenidos Premium que requieren una suscripción paga. Entre ellos, material propio de Paramount+, la plataforma de streaming de Paramount Global, el holding internacional al que pertenece hoy Telefe.
Las pistas más certeras sobre un posible cambio de manos en el control de Telefe se conectan mucho más con este último dato que con la aparición de posibles (y por ahora muy lejanos) interesados locales. Presentado en la página oficial de Paramount Global como “una de las mayores productoras de programación en español del mundo”, Telefe aparece como la marca más fuerte que tiene este holding en América Latina.
“Telefe es una cadena de transmisión con sede en Buenos Aires que llega al 95% de los hogares en Argentina. Sus estudios producen más de 3000 horas de contenido de video en español al año, que se distribuyen en ocho canales regionales. Produce siete de los 10 programas más vistos que se transmiten en el ámbito local. Y también gestiona un catálogo de más de 33.000 horas de contenidos”, dice la página oficial de Paramount Global. También se destaca allí que la marca cuenta con un canal internacional, Telefe Internacional, que llega cada día a 17 millones de abonados en 17 países.
La principal imagen que aparece junto a la mención de esos datos es la de Susana Giménez, quien aunque hace tiempo que no está en el aire, es reconocida por propios y extraños como la figura más representativa de Telefe en el ámbito local e internacional. También aparecen los rostros de Marley, Lizy Tagliani y Santiago del Moro, pero asociados a programas que hace tiempo no forman parte de la programación del canal: Por el mundo, El precio justo y Trato hecho, respectivamente. A ellos se suma la histórica pareja conductora de Telefe Noticias, Rodolfo Barili y Cristina Pérez. De los dos, solo el primero sigue en actividad dentro de la emisora.
La clave del éxito de Telefe: adaptaciones llave en mano
El fuerte de Telefe en la última década para sostener sin dificultades ni rivales a la vista el cómodo liderazgo de la audiencia televisiva en la Argentina es la adaptación, llave en mano, de exitosos formatos internacionales a través de versiones con producción local que influyen en el resto de la programación. En este momento, el aire del canal se sostiene a partir de la influencia y el alcance de la nueva edición del reality show Gran Hermano. En otros momentos ese lugar fue ocupado por distintas expresiones de MasterChef, Talento argentino y La voz. Los espacios informativos (sobre todo la edición vespertina de Telefe Noticias) siempre le rindieron a canal en materia de rating, y buena parte de la programación matutina y de la primera tarde está integrada por magazines y programas de interés general en el que se combinan las recetas de cocina, las noticias de la farándula y algunos casos policiales resonantes.
La grilla del canal se completa con ficciones de origen turco, que se acomodan en distintos horarios de la franja vespertina, y el eterno comodín de Los Simpson, listo para cubrir cualquier horario disponible, en especial durante los fines de semana. En la última temporada, Telefe sumó a su programación los partidos de la Copa Libertadores, emitidos en vivo después de una larga ausencia del fútbol internacional en la TV abierta.
Por tratarse de un activo de Paramount Global, toda eventual operación de venta de Telefe quedará siempre condicionada a lo que pase en su casa matriz. Y el panorama en este caso no es el mejor. Variety acaba de revelar que la empresa perdió en tres años y medio un tercio de su valuación. En agosto de 2019, cuando Paramount Global surgió de la fusión entre Viacom (por entonces propietaria de Telefe) y CBS, el precio total de las acciones alcanzaba a 30.000 millones de dólares. Hoy no superaría los 9500 millones, con una deuda proyectada de 15.600 millones debido a las inversiones que se hicieron en contenidos originales en los últimos tiempos.
En Paramount se refleja, quizás como en ningún otro protagonista histórico de la industria del entretenimiento global, la realidad de un momento económico muy complicado. El sector se enfrenta a una encrucijada que afecta también a los actores locales y regionales de sus gigantescas estructuras.
De un lado, los estudios de cine (verdaderos buques insignia de estas grandes megacorporaciones) ven cómo la recuperación pospandemia se demora más de la cuenta y frustra las proyecciones más optimistas en materia de ingresos por el impacto de la larga huelga de actores y guionistas en Hollywood y la consiguiente postergación de varios estrenos potencialmente taquilleros. Del otro, las plataformas de streaming no dejan de acumular pérdidas multimillonarias y dejan de traccionar las proyecciones de futuras ganancias para los estudios. La producción de contenidos originales novedosos dejó de funcionar como atracción para la captura de nuevos suscriptores que permitan la expansión de los negocios. Esa burbuja llegó hasta el punto de de saturación. También están bajando, sobre todo en el mercado estadounidense, los ingresos por el consumo de TV por cable.
Por ahora, como indica Variety, solamente se salvan de esta encrucijada los grandes actores tecnológicos que se volcaron en los últimos años cada vez más a producir, distribuir y exhibir material audiovisual. Netflix, Apple, Amazon y Google “tienen exponencialmente más recursos y balances más sólidos” para operar como competidores cada vez más fuertes.
En medio de este panorama, una primera conversación entre el director ejecutivo de Warner Bros. Discovery, David Zaslav, y el director ejecutivo de Paramount Global, Bob Bakish, sacudió como nunca en los últimos tiempos a la industria del entretenimiento. Los dos poderosos CEOs empezaron a explorar allí una posible integración entre dos de los estudios con más historia en Hollywood.
Algunos analistas son escépticos frente a esta posibilidad, que el mercado (y hasta los propios empleados de Warner) proyectan de aquí a dos años para que se haga realidad, sobre todo porque las dos empresas tienen en sus respectivos balances pérdidas considerables. Warner soporta una deuda todavía más grande que la de Paramount: casi 55.000 millones de dólares que se remontan en el momento en que se dividieron en 2022 las aguas de AT&T y Warner Media para permitir la fusión de esta última con Discovery. Las descomunales ganancias generadas en 2023 por la película Barbie y el videojuego Hogwarts Legacy, inspirado en los libros de Harry Potter, le permitieron a Warner reducir esa carga, que en la actualidad suma 43.000 millones.
Otros, en cambio, sostienen que la fusión entre dos megaempresas que arrastran tantas pérdidas no sería un suicidio económico, sino hasta una ventaja. Se aplicaría en este caso un principio de reducción de riesgos conocido como “deleveraging” que permitiría atenuar las deudas y mejorar la capitalización desprendiéndose en conjunto de aquellos activos considerados inconvenientes. La idea base de este modelo es que las dos compañías valen mucho más que la suma de sus respectivas partes.
Cualquier movimiento de este tipo tendrá inmediatos efectos en los activos que posee Paramount Global en la Argentina. Empezando por el 100% de Telefe, que forma parte del holding desde que fue adquirida por Viacom en noviembre de 2016. La entonces dueña de Paramount le pagó en ese momento 345 millones de dólares a Telefónica para quedarse con el canal. Su rival en esa operación, curiosamente, fue Time Warner Inc., que ahora como Warner Bros. Discovery podría unirse a Paramount Global a través de una megafusión.
El otro camino posible para resolver los problemas de Paramount no es directo, sino oblicuo. Podría concretarse si aparece algún inversor o comprador interesado en adquirir National Amusements (NAI), la cadena global de salas de cine que posee el 77 por ciento de las acciones con derecho a voto de Paramount Global. En la Argentina, NAI es la propietaria de los complejos multipantalla de la cadena Showcase.
Para demostrar que esta opción es factible, en las últimas semanas hubo acercamientos sigilosos entre NAI y la productora Skydance, del multimillonario David Ellison, que participó en proyectos como las películas de Misión Imposible y la serie Jack Reacher. NAI, como toda la cadena de exhibición globalizada, soporta las pérdidas derivadas de la extensa huelga de actores y guionistas que conspiró contra la lenta recuperación de la taquilla en los cines después de la parálisis del Covid-19.
El futuro de Telefe dependerá de estos movimientos globales, que dependerán del cambiante escenario económico, de las expectativas del sector y de las estrategias que adopten los principales protagonistas en relación al cuadro de ganancias y pérdidas mientras están en juego cifras multimillonarias. Por ahora, al menos en el ámbito local, no hay novedades. Una alta fuente de Paramount le dijo a LA NACION que no es cierta ninguna de las versiones que circularon en los últimos días sobre una posible venta del canal. “Sinceramente –agregó- no hay nada para contar”.