Terapia alternativa: Benjamín Vicuña y la China Suárez brillan en una ficción sobre la infidelidad
Terapia Alternativa (Argentina, 2021). Dirección: Ana Katz, Jazmín Stuart. Creada por: Mariano Cohn, Gastón Duprat. Elenco: Carla Peterson, Eugenia “China” Suárez, Benjamín Vicuña, Julieta Cardinali, Fernán Mirás, Graciela Borges. Disponible en: Star+. Nuestra opinión: muy buena.
La historia es vieja, pero tiene una vuelta de tuerca. Una prestigiosa (aunque excesivamente mediática) psicoanalista especializada en cuestiones vinculadas al sexo y la pareja, recibe a dos amantes que no saben cómo ponerle fin a su vínculo. De ese modo, Selva Pérez Salerno (Carla Peterson) acepta el caso, como si de una misión se tratara, y pone en marcha una serie de métodos poco ortodoxos cuyo objetivo es el de deshacer la relación entre Elías (Benjamín Vicuña) y Malena (Eugenia Suárez).
A lo largo de los diez episodios que la integran, la ficción indaga no solo en la relación de esos amantes, sino también en sus realidades familiares y de qué manera viven un vínculo que amenaza con ser la crónica de un desastre anunciado. Como una mancha voraz, lo que comienza como un goce puramente sexual empieza a contaminar la totalidad de la vida que llevan Elías y Malena, quienes intentan que esa pasión teñida de culpa los afecte lo menos posible (spoiler alert: sí los afecta). En un carril simultáneo se encuentra la historia de Selva, la psicóloga que interpelada por el dilema de sus pacientes, se plantea cuestiones vinculadas no solo a su propio disfrute sexual, sino también a su carrera y a un prestigio algo superficial.
La infidelidad es una medalla que pesa demasiado al cuello, y eso es lo que plantea la serie. El sexo extramatriomonial se revisó mil veces en innumerables ficciones, en formas que podían ser más o menos conservadoras o bajo miradas cargadas de una disimulada carga de moralina. Por ese motivo, a priori, se podría asegurar que Terapia alternativa no se mete con un tema muy nuevo, y consiente de esto, propone un original enfoque en el modo de retratar ese placer que tanto quema a sus protagonistas. En la serie hay una idea alrededor del sexo como algo desprolijo, caótico, en el que los cuerpos se confunden. Es más, cada encuentro sexual pareciera reducir a los protagonistas a ser no más que cuerpos gozando (si eso es mucho o poco, queda a cargo de la mirada del espectador).
El acierto de Terapia alternativa, es que no cae en la tentación de juzgar a sus personajes, sino que los deja ser en esa búsqueda sobre qué significa ese vínculo que, inesperadamente, los define mucho más que tradicionales etiquetas como “padre”, “madre”, “esposa” o “marido”. Esa relación que presentan con tanta claridad cuando se sientan en el diván de la doctora Selva, cuando proclaman al unísono que son “amantes”, es un nexo que, por definición, no pueden vivir con ningún tipo de plenitud. Descubrir qué les significa (y si están dispuestos a) aceptarse amantes, y cómo eso se relaciona con ese monstruo abstracto que es lo “socialmente aceptado”, será el gran desafío que enfrenten Elías y Malena.
En distintos lugares, se habla de Terapia alternativa como una comedia, y esa descripción representa el triunfo en el tono propuesto por Ana Katz. La historia no es graciosa per se, y los personajes (especialmente Malena) atraviesan una vida familiar que los frustra, pero de la que se escapan a través de un oasis en forma de sexo clandestino (que a su vez, paradójicamente, encierra otra frustración). Entonces, que se destaque este título como una comedia, habla no solo de la inteligencia del género, sino también sobre como el humor sabe traficar ideas que el drama, quizá, no podría abordar de forma tan descontracturada.
Terapia alternativa puede que haga reír (o que gatille una sonrisa incómoda, mejor dicho), pero sin lugar a dudas, su esencia es la de una historia que trata de forma ligera una profunda angustia, y ese tono de engañosa sencillez esconde su mayor virtud.