The West Wing: cómo es la serie sobre la Casa Blanca que es la biblia política de Santiago Caputo
Cuando The West Wing desembarcó en la TV de los Estados Unidos, el 22 de septiembre de 1999, Aaron Sorkin, su creador, no imaginó el impacto que podía llegar a tener su obra en la política real. “Yo no pretendía dar cada semana una clase de educación cívica a la gente o promover, yo qué sé, que la gente comiera verduras, sino crear un drama que transcurre en un lugar de trabajo, como si fuera un hospital o una oficina, solo que este era un lugar glamoroso con temas importantes y habitado por gente a la que nos gustaría conocer”, le explicó a La Vanguardia en 2010.
La serie tuvo siete temporadas por la cadena norteamericana NBC y aquí se vio por Warner (desde su fin, en 2006, no ha vuelto a estar disponible en el cable o más tarde en plataformas como Max). Catorce años después de su final, sus personajes volvieron al ruedo -y se mezclaron con políticos reales- en un especial para llamar a los votantes estadounidenses a participar en las elecciones presidenciales de 2020 que consagraron a Joe Biden. Más acá en el tiempo y a casi 8400 kilómetros de distancia, The West Wing se coló en la Casa Rosada: para Santiago Caputo, el principal asesor de Javier Milei, “todo lo que aborda la política está allí”.
La obsesión de Caputo por el drama político fue revelada por Hugo Alconada Mon en su perfil del hombre que se convirtió en uno de los pilares del presidente libertario y que publicó LA NACION el domingo. “Fanático del guionista Aaron Sorkin, Caputo vio la serie The West Wing, completa, entre siete y nueve veces. Pero además le sugirió a la cúpula de Move Group que quien quisiera ingresar a la consultora debía ver la serie como condición ineludible”, escribió.
A lo largo de sus 156 capítulos, The West Wing siguió el día a día de Josiah Bartlett, conocido por todos como Jed (Martin Sheen), un presidente demócrata de los Estados Unidos, y su equipo de funcionarios y asesores más cercanos, quienes trabajan en el Ala Oeste de la Casa Blanca que le da título a la ficción. Con una mirada optimista -muchos dirían, idealista- de la política, la idea de un Estado presente y una defensa de lo público, mostró una visión idílica del trabajo de los colaboradores presidenciales, un grupo de personas idóneas que decidían sobre el destino de la Nación mientras recorrían los pasillos del complejo presidencial mientras compartían diálogos mordaces e inteligentes (un elemento tan característico de la serie que sería bautizado walk and talk y replicado hasta el cansancio por sus sucesores). “Mi idea fue correrme de la personificación habitual del líder político, del presidente de los Estados Unidos. A los poderosos suele mostrárselos como maquiavélicos o como idiotas. Yo quería hacer lo contrario: mostrarlos como personas hipercompetentes e idealistas”, le dijo Sorkin a LA NACION en 2012.
De culto y multipremiada
Celebrada como el primer drama televisivo que buceó en el detrás de escena de la política de los Estados Unidos mucho antes de House of Cards, The West Wing se convirtió en el preludio necesario para la llegada de series más crudas a la pantalla. Creada y escrita casi en su totalidad por Sorkin hasta su cuarta temporada, la ficción tuvo 155 capítulos y su responsable terminó renunciando como consecuencia de una prolongada disputa con Jeff Zucker, director de la cadena. Fue John Wells quien se hizo cargo de la serie hasta que en su séptima temporada llegó a su fin. Para ese entonces, la presidencia de Bartlett ya había cosechado, además de una legión de seguidores incondicionales que hicieron del programa una obra de culto y el visto bueno de la crítica, veintiséis premios Emmy.
Surgir por accidente
En 2019, durante la apertura del PaleyFest -un festival de televisión que convoca tanto a fanáticos como a los creadores, el equipo y los protagonistas de las series más populares-, Sorkin hizo una confesión que llamó la atención de todos: The West Wing fue un accidente. El célebre escritor contó que cuando su agente le organizó una reunión con el productor no tenía planeado hacerle ninguna propuesta. Fue su amigo y productor Akiva Goldman quien le sugirió retomar la esencia de Mi querido presidente, el film que protagonizaron Michael Douglas y Annette Bening y que él escribió en 1995, y reemplazar el romance por lo que no se ve de la Casa Blanca. Cuando Sorkin apareció en el almuerzo y vio a John Wells con un grupo de ejecutivos y agentes, inmediatamente compartió la idea de Goldman.
La primera vez que se debatió sobre el programa en un grupo focal los resultados no fueron buenos. Pero Sorkin no se quedó ahí. “Si el primer grupo focal no funciona, haz el tuyo”, sentenció. Luego, armó una audiencia de prueba a su medida que compartía un factor crucial en común: el acceso a Internet. Los 90 estaban llegando a su fin, eran tiempos de boom tecnológico y las empresas del sector necesitaban un lugar donde hacer publicidad. Gracias a que a ese grupo de personas les gustó la serie, The West Wing vio la luz. Durante el PaleyFest, Sorkin también elogió al elenco.
Un equipo sólido y una partida que causó sorpresa
Luego de halagar el trabajo de Janel Moloney -Donna Moss en la serie, la asistente del personaje de Josh Lyman-, Sorkin hizo referencia a Rob Lowe, y explicó que nunca pensó que iba a poder elegir a una estrella de cine como él para ser parte de un drama coral. Luego de verlo, le resultó “imposible no elegirlo”. Pasaron los años, Lowe ganó prestigio con su interpretación de Sam Seaborn, el director de comunicaciones de la Casa Blanca, pero algo dejó de funcionar puertas adentro. Entonces, dio un paso al costado, una decisión que sorprendió a todos.
Durante años, se dijo que el motivo de la renuncia era el cachet. La información no parecía desentonar: las disparidades en los salarios del elenco generaron disputas contractuales que se hicieron públicas, en particular por parte de Allison Janney (la vocera presidencial, C.J. Cregg), Richard Schiff (el director de comunicación, Toby Ziegler), John Spencer (el jefe de gabinete, Leo McGarry) y Bradley Whitford (el vicejefe de gabinete, Josh Lyman), a los que se sumaron más tarde la primera dama (Stockard Channing) y la mayor del matrimonio Bartlett, Zoey (Elisabeth Moss). Sin embargo, en 2023, Lowe volvió a sorprender al comparar su paso por la serie con una relación abusiva: “Lo mejor que hice en mi vida fue irme”, explicó. “Me alejé de la chica más popular de la escuela, pero también sabía que era una relación muy poco saludable y fue lo mejor que hice”, graficó.
Una candidatura que no fue y un mal ejemplo
La figura de Bartlett capturó la atención de los seguidores de la serie de tal manera que representantes del partido demócrata de Ohio, tierra natal de Martin Sheen, le plantearon al actor en 2006 la posibilidad de presentarse como candidato a senador por el estado. Si bien el protagonista de Apocalypse Now! había manifestado aquel entonces su postura política en varios temas de interés como la guerra de Irak, prefirió rechazar la oferta. “No estoy capacitado para el trabajo. A veces, la gente confunde celebridad con credibilidad”, aseguró.
Otro divertido episodio que sucedió a partir de la serie tuvo lugar en la misma Casa Blanca en 2011. El protagonista fue el actor Kal Penn -conocido por su papel de Lawrence Kutner en Dr. House-, quien ingresó a la administración de Barack Obama en 2009 como subjefe de relaciones públicas. Según el propio artista contó en una nota que le ofreció a The New York Times, la primera noche de su trabajo en la Oficina de Participación Pública estuvo en la oficina hasta las 11 de la noche. Cuando le sugirió a sus colegas que pidieran comida china, recibió una respuesta inesperada: sus flamantes compañeros de trabajo le dijeron que el delivery no estaba permitido en la Casa Blanca. “¡Pero lo hacen en The West Wing”, reaccionó Penn de inmediato.
Un pedido de disculpas
En 2016, cuando Trump ganó las elecciones a presidente, Sorkin hizo público su lamento y fue un poco más allá: le pidió perdón a Roxy, su hija de 15 años en aquel momento, en una carta pública que salió publicada en la revista Vanity Fair. Primero, el escritor asumió que la llegada al poder del magnate iba a cambiar el mundo, y que como padre le horrorizaba la sensación de no poder proteger a sus seres queridos. Además, comentaba que le resultaba desesperanzador el miedo que legítimamente y por igual manifestaban las Bolsas y los norteamericanos pertenecientes a alguna minoría.
“La estupidez más abyecta se ha tornado glamorosa al proclamarse Trump la voz de los outsiders, la voz que llega para agitar las cosas”, escribió. “Los economistas predicen una recesión larga y profunda, nuestros aliados de la OTAN están temblando y, en el cuartel general de ISIS, ahora mismo están celebrando una fiesta”, agregó. Luego, después de descartar que intelectuales y progresistas debían darle el gusto a Trump de fantasear con mudarse a Canadá, indicó la necesidad de dar batalla. “Nos levantamos y peleamos por las familias desprotegidas, por la igualdad. Defendemos la Primera Enmienda [la sección de la constitución que defiende la libertad de expresión y de culto]”. Por último, Sorkin pronosticó que Trump iba a cometer alguna necedad por la cual iba a terminar su mandato por medio de un juicio político. “No hay que olvidar que a los días más oscuros siempre le han sucedido las horas más brillantes”, cerró, con algo de esperanza.
Sorkin, tras el final de The West Wing, crearía dos ficciones centradas en las bambalinas de la TV, Studio 60 (inhallable en streaming, pero que se vio por cable aquí, sobre un programa de variedades nocturnas con un gran elenco encabezado por Matthew Perry, Sarah Paulson, Bradley Whitford y Amanda Peet) y The Newsroom (sí está disponible en Max), centrada en la vida de una cadena de noticias, con Jeff Daniels y Emily Mortimer. Luego volvería a enfocarse en el cine tras el Oscar que recibió en 2011 por el guión de Red social -recibió tres nominaciones más, por El juicio de los 7 de Chicago, Molly’s Game y Moneyball- para nunca más volver a la TV. Hasta ahora.