Por qué nunca debes tomar decisiones cuando tienes hambre

Tomar decisiones cuanto tienes hambre podría hacerte elegir de forma impulsiva la peor opción, y es que el estómago vacío parece orillarnos a esto.

Tomar decisiones cuando tienes hambre podría hacerte más impulsivo. Foto: Getty Images
Tomar decisiones cuando tienes hambre podría hacerte más impulsivo. Foto: Getty Images

Investigadores de la Universidad de Dundee dieron a conocer un estudio en la revista Psychonomic Bulletin and Review, que sugiere que bastarían 10 horas de ayuno para que nuestra toma de decisiones se vea directamente afectada.

Tras someter a un grupo de personas a un ayuno, los investigadores descubrieron que cuando tenían que elegir entre dos opciones, una que implicaba recibir una menor recompensa, pero en un menor período de tiempo y otra en la que recibirían una mayor gratificación, pero esperando un poco más, elegían la primera.

Esto lo hicieron en relación a los alimentos, tomar decisiones monetarias y en descargas musicales.

En todos los casos, los que tenían hambre estaban dispuestos a sacrificar una recompensa potencialmente mayor pero que requería esperar más tiempo para recibirla.

“Si ofreces a las personas una recompensa ahora o el doble de ese importe en el futuro, normalmente están dispuestas a esperar 35 días para duplicar la recompensa, pero cuando tienen hambre, ese plazo se desploma a solo 3 días”.

Esto significa que, al tener hambre, las decisiones que tomamos se basan más en recibir gratificaciones inmediatas. Serían elecciones miopes o las menos adecuadas para los objetivos a largo plazo.

Esta investigación, según sus responsables, se basó en un estudio de 2011 en donde se dieron cuenta que los jueces daban sentencias más indulgentes al inicio de la mañana y después de comer que a medio día, cuando tenían más hambre. En pocas palabras, los jueces hambrientos serían menos clementes.

Afectaría todas tus decisiones

El estudio reciente encontró que el hambre tendría una mayor influencia a la hora de elegir alimentos. Por ejemplo, un estómago vacío facilitaría que eligieras alimentos altos en carbohidratos que te saciarán de inmediato, en lugar de esperar un poco más para consumir algo más sano.

Pero esta impulsividad también afectaría a las decisiones monetarias, donde se encontró que la espera por una recompensa mayor pasaba de 90 a 40 días. Otra prueba consistía en descargas musicales, donde el tiempo de espera para recibir la gratificación pasaba de 40 a 12 días.

Esto, sugieren los investigadores, tendría implicaciones para personas en dietas de restricción calórica, pero también para quienes suelen estar malnutridos e incluso para los niños que tienden a irse al colegio sin desayunar.

¿Por qué ocurriría esto?

De acuerdo con un estudio sueco de 2016, cuando tenemos hambre nuestro cerebro segrega grelina, una hormona que prepara el cuerpo para comer y que genera la sensación de hambre. Pero también estaría implicada en los comportamientos de recompensa del cerebro y la impulsividad.

Dicho estudio se realizó en ratas de laboratorio, encontrando que aquellas que tenían hambre eran más impulsivas a la hora de accionar palancas para recibir alimento. Además, notaron que los altos niveles de grelina se asociaban con que prefirieran recibir una bolita de forma inmediata, que esperar un poco más y recibir cuatro.

Cabe mencionar que el hecho de preferir una gratificación inmediata aunque esto implique sacrificar una recompensa mayor, se considera un comportamiento impulsivo.

“El aumento de los niveles de grelina provoca que el cerebro actúe de forma impulsiva y también afecta la habilidad para tomar decisiones racionales”, destacaron los responsables del estudio.

@travesabarros

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