Toti Iglesias: lejos de los excesos, disfruta de la paternidad y de la nueva etapa de Jóvenes Pordioseros

Toti Iglesias disfruta del presente de Jóvenes Pordioseros, con quien toca esta noche en The Roxy
Toti Iglesias disfruta del presente de Jóvenes Pordioseros, con quien toca esta noche en The Roxy - Créditos: @Santiago Filipuzzi

“A pesar de lo que se crea, yo tomo dos o tres litros de agua todos los días”, dice Cristian “Toti” Iglesias, líder de Jóvenes Pordioseros, justo antes de servirse un vaso a tope. Y es verdad, el imaginario del rock está lleno de fábulas de descontrol injustas, pero en este caso no se puede culpar a la fantasía popular, si él mismo cantó “me gusta más la porquería que tomar agua mineral” con su otra banda, Hijos del Oeste. Toti encarna desde principios de los 2000 la figura del rockero de barrio (Villa Lugano) que hace de sus excesos una bandera. Jamás desde la apología, vale aclararlo: ya en 2005 le decía a este mismo cronista: “Yo no recomiendo lo que canto”. Pero sí como recurso lírico, con -por ejemplo- títulos de discos no muy metafóricos como Probame (2003), Vicio (2004), Sangre (2006) o Abstinencia (2011).

Ese “prontuario” es lo que convierte a “Llevate mis penas”, su último single, en un tema rupturista. “Ya no puedo romperme tanto, tengo una hija que me está esperando”, canta, con la misma transparencia con la que cuenta en una entrevista radial que incluso en pleno auge de Jóvenes Pordioseros no le alcanzaba para comprar comida , o que alguna vez sus demonios lo llevaron a pensar en quitarse la vida . Lo de Toti nunca es una pose, ni cuando relata días sin dormir ni cuando dice que ahora, al fin, está mejor. Antes del show de este viernes en The Roxy, hablamos con él sobre romperse, rescatarse y todo lo que hay en el medio.

"Me gusta ser padre", reconoce Toti Iglesias
"Me gusta ser padre", reconoce Toti Iglesias - Créditos: @Santiago Filipuzzi

¿Cómo se siente cantar sobre estar bien para tu hija después de tantos temas dedicados al reviente?

-Mis frases son muy simples, pero intento expresarlas con el alma. Y es lo que me pasa. Cuando mi hija tenía un año yo me tomé un whisky, una petaca. Ya me había mareado y ella levantó fiebre. Y dije: “No puedo estar así”. Uno va aprendiendo. Pasan los años y depende de mí esa niña. Después le bajó la fiebre, pero yo dije: “Si la tengo que llevar al hospital no puedo ir con olor a alcohol”. Ahora me empecé a medir. Y me gusta ser padre, me gusta estar para ella. Mi vida pasa por ella. Ya no tener más el ego que tenemos todas las personas cuando uno está solo. ¿Comprarme ropa? No, yo primero pienso en mi hija. Es hermoso.

-¿Tuviste que cambiar el chip como compositor? ¿Se trabaja de otra manera?

-Puedo hacer canciones de reviente. Si me siento lo hago porque me puedo retrotraer. Pero hoy no es algo que tenga en el alma. Igual no dejo de meter en las canciones alguna que otra frase. Voy juntando frases y de ahí sale una canción. Yo creo que me contuve más desde que salió Mega, que empezaron a venir a los recitales padres con sus hijos. Y yo no podía cantar: “dale que va, dale aspirá”. Pero por mí, como persona. Eso lo cantaba en un Cemento en 2003, a las cuatro de la mañana. Ahí tiene un sentido y lo entendían todos. Ahora si salgo me cuido también con los gestos si hay menores. Si el recital es a las nueve de la noche me cuido de hacer así con la manito, como de tomar falopa. Ahora, voy a Laferrere a la noche y sigo haciendo los gestos. Soy muy respetuoso con la gente, y de sus hijos ni hablar. Me contengo yo solo, no es que alguien me dice algo. Si estuviera acá un sobrino tuyo yo no diría malas palabras, por ejemplo. Pero en mi casa me la paso puteando. Mi mamá me enseñó eso. Así que es algo que se dio naturalmente.

-Además de los Rolling Stones, te gustan artistas como Sandro, por ejemplo. ¿Estás obligado a no salirte del rocanrol?

-Si yo supiera cantar, Jóvenes Pordioseros sería mucho más experimental. Haría tangos, boleros. Siento que todavía no me da. Grabé con alguna banda un tango, en formato canción, pero no me siento preparado. Muchas canciones de las nuestras, si las escuchás, podrían ser tranquilamente de Raphael o Sandro. Les robo los pasos: para este video que hicimos, de “Llévate mis penas”, estuve mirando un día entero a Leonardo Favio, Raphael, Sandro. Para que se me peguen, no para robar. Y después fui a hacer el video y me salía natural. Yo escucho a los Rolling y trato de que el sonido de viola sea el de Jóvenes, pero a veces son canciones que son más para que las cante Favio que Jagger. Dentro de mis limitaciones trato de moverme un poco.

-¿Escuchás música nueva o cerraste la lista de influencias?

-Escucho todo lo clásico que me puedas nombrar. B.B. King, AC/DC, (Eric) Clapton, Iron Maiden, todo. Julio Sosa en el tango, o Gardel. Los que ya nombramos en lo melódico. Pero lo nuevo no me conmueve, no me toca el alma. Yo disfruto de escuchar música nueva. El otro día me mostraban unos traperos y disfruté las letras; un rato, un viaje. Pero yo no lo pongo en mi casa. A mí me falta la viola. Quiero escuchar a Angus Young, quiero escuchar a Richards. Necesito sentir las violas. Y yo ya analizo la música como parte de mi trabajo. Es imposible escuchar música conmigo, digo: “mirá lo que hizo acá la batería, podemos hacer esto”. Es información.

-¿Alguna vez te sentiste presionado por tu público para cantar sobre el reviente?

-Presionado no... [duda] Es muy loco, porque el disco más vendido de Jóvenes, Vicio (2004), es un reviente puro. Tiene dieciséis canciones y creo que catorce hablan de los vicios, la falopa, yo qué sé. Pero después, al próximo disco, venía alguien de la compañía y te decía: “che, no seas tan crudo”. Yo, por lo que te digo de los menores que escuchan rocanrol, yo ya era más cuidadoso. No ser violento en las letras, ser más risueño, esa es la idea. Yo le robé a Sandro la sonrisa para grabar: cuando digo guasadas, las digo sonriendo, que es lo que hacía Sandro. Digo: “quiero que te la comas” y se nota que me estoy riendo. Uso esa técnica para decir guasadas. Creo que en la compañía sí me presionaron un poquito, pero al revés, para que no sea tan crudo. Y yo decía: “¿che, pero si el disco más vendido era así'”. Después no sentí nada de eso.

"Hubo amigos que me tendieron una mano cuando no tenía para comer", admite Toti Iglesias
"Hubo amigos que me tendieron una mano cuando no tenía para comer", admite Toti Iglesias - Créditos: @Santiago Filipuzzi

-Hablaste en entrevistas sobre momentos duros que pasaste. ¿Podías hablar con otros músicos de lo que te pasaba?

-No. En eso los traperos son más amigos, yo lo noto. Cuidan los precios, cuánto vale cada uno. Hay cinco que dicen “de acá no bajamos”, se ponen de acuerdo. Nunca tuvo esa cofradía el rock, aunque parezca que sí. Y sí, yo iba a un festival y saludaba a todas las bandas, pero no hay una cosa de que te llaman al otro día para decirte: “che, qué bien que te fue”. Cada uno está en su quintita. No hay una gran comunicación.

-¿No hiciste amigos en el rock?

-No está esa cofradía. Para mí no existió. No hubo un llamado que dijera “che, ¿cómo estás?”. Hubo amigos que me tendieron una mano cuando no tenía para comer. No me avergüenza decirlo. El otro día me preguntaron: “¿qué fue lo primero que te compraste, un auto?”. Y yo dije: “¿qué auto? Si yo cuando me mudé tenía un colchón en el suelo, ¡me compré una cama!”. A mí no me faltó nada, ¿eh? De comer no me faltaba. Pero cuando me fui solo no le iba a sacar la cama a mi vieja, a mis abuelos. Me dieron tres platos, tres tenedores, una novia me trajo otras cosas. La tele estaba arriba de un chiffonier. Tenía una mesita plegable para comer. Venía muy de abajo. Sí te puedo decir que mi gran amigo, que aparte siento como familiar, es Juanse. A veces hablamos y a veces no, pasan meses y no hablamos, pero él sí siempre está presente y pregunta por mí.

-El también tuvo su viaje después de momentos complicados.

-Sí, él se tiró a la religión. Cada uno, cuando está mal, se aferra a lo que le parece. Yo creo mucho en Jesús, en María, pero no voy a la iglesia ni loco. Bautizaron a mi hija y no fui. Pero a Juanse le pegó. Hay que ver cómo estaba del alma. A veces decís: “che, si levantaba el teléfono capaz que había otros músicos”. Pero no sé. Cuando estás triste no levantás el teléfono. No tenía fuerza. Todos creían que me iba bien y tenía galletitas para comer.

"Nunca sentí la presión por la gente", comenta Toti Iglesias
"Nunca sentí la presión por la gente", comenta Toti Iglesias - Créditos: @Santiago Filipuzzi

-Y eso que nunca dejaste de trabajar.

-Yo soy solo. Mi mamá que tiene 76 y yo. Mis abuelos fallecieron hace mucho, antes de que haga Obras. Si yo estoy mal no puedo ayudar a mi mamá, que cobra la mínima. Y mis amigos son grandes y tienen sus familias. Manguearles era doloroso. Hubo amigos me prestaron plata y a mí me daba vergüenza, porque decía: “le estoy sacando la plata y tiene dos nenas”.

-A veces el rock es elitista, ¿te miraron raro por venir de un barrio?

-Nunca me discriminaron por ser de barrio. Y yo conocí músicos re consagrados por Juanse. Fui a un Luna Park y estaban Charly, Spinetta, Andrés Calamaro y ninguno me discriminó.

-Lo que le pasó a Taylor Hawkins de Foo Fighters mostró que a veces los músicos necesitan parar y no pueden porque el show tiene que seguir. ¿Te pesó alguna vez esa exposición forzada, el no poder descansar?

-Si yo no podía era culpa mía. La primera gira que hicimos fue por la costa. Hacíamos cuatro recitales por día y yo le daba. Si me llaman ahora y hay que hacer tres, yo hago tres. Me tiran la Pordioseñal y salgo. A veces no sé ni dónde toco. Mi vida está para ir a tocar rocanrol. Ahora, si lo sufrí, lo sufrí por mi culpa. Por reventarme, por ir sin dormir. Tuve recitales que no daba más, me desmayaba. Nunca sentí la presión por la gente. Al contrario: cuantos más recitales hay, mejor para mí. No estoy cargando bolsas en el puerto, soy un bendecido.

Jóvenes Pordioseros se presenta este viernes por la noche en The Roxy
Jóvenes Pordioseros se presenta este viernes por la noche en The Roxy - Créditos: @Santiago Filipuzzi

-Muchas veces el público de rock desconfía del músico que dice que está mejor. ¿Te da miedo ser el “careta” rehabilitado?

-Sí, está eso. Pasa que hay que ver quién lo dice, también. A mí, digan lo que digan, no me importa. Tampoco es que yo estoy recuperado de nada. Lo que digo es que no me da el cuerpo para hacerme el loco como antes, estar cinco días despierto. Yo termino un recital y, ¿sabés el sueño que tengo? A lo sumo me tomo una cerveza y la quedo. No sé si es porque bailo más que antes. Trato de darle algo más a la gente. Por mi edad: uno crece y quiere dar algo más. Estoy mejor. A mí me gusta el reviente pero supe poner el freno.

-Todo con moderación.

-Claro, todo exceso hace mal. Y me aburro también, ¿eh? Voy a un bar y me aburro. Lo único que no me aburre es mirar películas, mirar boxeo y estudiar historia. Hago mi pequeño mundo, no salgo más a treinta bares. Está mi hija, está la bolsa de boxeo, está la guitarra, tengo todo ahí. Y sí, tengo mi whisky, pero todo controlado. No me voy a romper.