Vínculos familiares, rivalidades e inclusión: cómo es Limbo, la hipnótica serie ideada por Mariano Cohn y Gastón Duprat
“A veces, romper el orden natural es sobrevivir”, pronuncia Sou, el personaje que lleva a la pantalla Clara Lago en Limbo, la nueva serie con acento porteño que desembarca el próximo 28 de septiembre por Star+. La actriz española interpreta a una joven con hipoacusia dispuesta a cambiar las reglas en el seno de una familia adinerada tras la muerte de su padre.
Creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat, la historia pone a la protagonista frente al legado del negocio familiar en rivalidad con sus dos hermanos. Empoderamiento, inclusión y derechos LGTB+ están en la base de los diez episodios de esta nueva ficción codirigida por Agustina Macri y Fabiana Tiscornia, que ya tiene garantizada una segunda temporada.
El elenco completo, en diálogo con LA NACIÓN, expresa unanimidad en cuanto al proyecto, rodado entre Madrid y Buenos Aires: “Limbo fue un regalo”, resume Lago. A su personaje de Sofía Castelló lo acompañan su padre, Francisco (Enrique Piñeyro), sus hermanos Ignacio y Andrés (Mike Amigorena y Esteban Pérez), la enigmática Lucrecia Aiz (Andrea Frigerio), Martín (Michel Noher) y sus amigos Perla (Geena Román) y Marco (Andrés Gil), junto a la participación estrella de la española Carmen Maura.
“Hay que tener cuidado con lo que uno desea, porque después se cumple”, expresa Agustina Macri, quien se muestra “feliz” con el resultado. La directora ve a Limbo como “un viaje” al que invita a unirse. “Quizás ahora todos tenemos un nuevo vicio de ver un montón de realizaciones de forma un poco frenética, pero esta serie propone otro ritmo, por momentos hasta más cinematográfico -con una destacada apuesta visual y la voz en off de la protagonista-, y vale la pena el recorrido ”, destaca.
Respecto a la injerencia de Cohn y Duprat en la realización, la directora que en 2019 estrenó Soledad, la historia de la anarquista argentina Soledad Rosas, cuenta que los autores de El ciudadano ilustre trabajaron en la idea original junto al equipo de guionista conformado por Margarita García Robayo, Ana Navajas, Nicolás Diodovich, Javier Van de Couter, Martín Bustos, Diego Bliffeld y Martín Vatenberg. “De ellos heredemos una biblia y un episodio 1. Con esos ladrillos y la identidad tan fuerte que tenía el personaje desde la voz en off, se suma Javier Van de Couter, toma eso y desarrolla el resto de la serie en ese camino, pero siempre ellos acompañaron el recorrido, aunque con Fabiana tuvimos bastante libertad a la hora de darle una impronta visual y de tomarnos licencias”, comenta Macri.
El trabajo con Clara Lago fue “de aprendizaje” y el comienzo de una amistad. “Cuando trabajás con actrices tan increíbles, todo sucede de manera muy natural. Clara tiene tanto oficio y una potencia tan dramática que elevó la vara muchísimo para todos”, sostiene la realizadora.
La actriz de Ocho apellidos vascos agrega que “no todos los días le llega a una actriz un personaje de estas características, tan rico” como el de Sou. Y dice: “El rodaje de Limbo ha sido especialmente mágico, la simbiosis, la familia que se generó. Creo que en gran parte fue por la figura de Fabiana y de Agustina, una capitana de barco que marca la línea, la energía, el clima, el sentido del humor y la relajación, sin que deje de haber una exigencia. Se hizo algo muy potente”, opina.
Un guion inclusivo
En la trama, Sofía Castelló es una joven adinerada argentina que vive en Madrid. Para interpretarla, Lago sacó de su caja de herramientas su training previo del acento local en Al final del túnel (2016) y El cuento de las comadrejas (2019). Ni bien pisó el país, en plena pandemia, se puso a hablar “en porteño”. Para la española, el aislamiento y el rodar lejos de casa fue compensado por el calor que recibió en una ciudad que adora, Buenos Aires, y por el buen clima de un rodaje en el que no faltó el humor. Cuando al equipo se le pregunta por anécdotas en el proceso, suena un nombre, el de Mike Amigorena.
“Mike es muy divertido en el set, aunque su personaje es todo lo contrario”, menciona Esteban Pérez, su hermano en la ficción. Ignacio Castelló (Amigorena) es una persona rígida, soberbia, de una inteligencia pragmática y un trato poco amable para con Sou. “Para mí, en mi vida, los hermanos son fundamentales, entonces decía: ‘cómo hago para tratar así a una hermana’”, cuenta el actor, para quien fue un desafío encarar a un hombre de negocios con ese perfil. “Me tocó adoptar el rol como de un padre, entre comillas, pero con un autoritarismo que está lleno de vacíos y que con el paso del tiempo va a tener sus consecuencias”, revela el actor.
“Con la historia de esta familia pseudo aristocrática, donde al morir el padre se reencuentran los hermanos y tienen que diagramar el futuro de las empresas, se cuenta la dificultad del personaje de Sofía frente a un mundo machista”, matiza Pérez. Y Amigorena agrega: “ Es una historia basada en los vínculos familiares, extensivo a la sociedad, y que además cuenta las vicisitudes de una persona con ciertas limitaciones, lo cual lo convierte en un guion inclusivo ”.
Para ambos intérpretes, el trabajo con las directoras fue placentero y enriquecedor. “Son dos cabezas que se potencian en un equipo de tándem. Es complejo trabajar con dos directores pero ellas tenían la historia tan impregnada que era muy claro lo que nos decían, con una disponibilidad hacia el actor que se agradece. Y la realización lo demuestra, desde el editado a la luz, producto de las dos”, reflexiona Amigorena.
Enrique Piñeyro es el empresario Francisco Castelló, “un señor plagado de contradicciones que se mueve en un mundo muy tradicional y que de golpe tiene otro mundo con su niña -Sou-, quien recibe de su parte mucha más atención emocional. La relación con ella es muy intensa, porque está el tema de la discapacidad adquirida, que ella en su personaje transforma en algo muy poderoso. No es poderosa a pesar de sus desventajas, sino precisamente a partir de ellas”, adelanta el actor.
El hombre de negocios se vincula con el personaje de Andrea Frigerio, también empresaria, “que se hizo sola, self made woman, enamorada de su trayectoria, que empezó como maquilladora de barrio y logró conquistar los negocios con una firma de cosméticos. No se cambia por nadie, es una mujer hermafrodita y es quien viene a mostrar el empoderamiento femenino”, revela la actriz.
Una escena íntima “de cero a cien”
Frigerio y Piñeyro no se conocían personalmente antes de Limbo. “Nunca habíamos hablado y en la primera escena, que fue de cercanía física, tuvimos que ir de cero a cien en cinco minutos, en plena pandemia. Así nos conocimos”, cuenta la intérprete.
“Las actuaciones no funcionan solas. Cuando hay que expresar la complejidad de una relación humana, de los afectos, si uno está conmovido y el otro es una estaca, no está pasando nada. Y en ese sentido funcionó súper bien, con la dificultad de: ‘Hola, soy Enrique, ¿qué tal? Hola, soy Andrea” en el rodaje inmediato de una secuencia íntima”, comenta el actor.
El apoyo de las directoras resultó fundamental. “ Los actores a veces necesitan una palmadita en el hombro, a veces que le digan algo o que está todo mal. La destreza del director es estar ahí y construir con el actor una percepción unificada de un personaje que está escrito en un papel que estaba en la cabeza del guionista. Tiene etapas de transformación y es un trabajo creativo y muy divertido, muy reconfortante ”, expresa Piñeyro.
Ambos se refirieron asimismo a la coproducción con España. No todos los argentinos tuvieron la oportunidad de cruzar escena con una estrella del cine como Carmen Maura, pero Enrique Piñeyro ahora puede decir que sí. “Es muy loco, porque la viste en 200 películas y de pronto está ahí. Esa es la magia del cine y lo gratificante. Además de que se dio una situación muy simpática porque fuimos a un departamento alquilado y la dueña de casa estaba por ahí y claro, no daba ni cinco de bola hasta que apareció Carmen, y ahí se paralizó la casa”, recuerda con humor el también piloto y filántropo.
“ Con Carmen la experiencia fue increíble. Filmamos un día y casi que ella era la jefa, más que nada yo la seguía a ella. Fue muy divertido ”, comenta Agustina Macri. Y agrega: “Con ella te das cuenta de la vida que toma un texto en un segundo, el manejo de la cámara, la posición. Son tantos años. Y con Clara también, cosas que quizás otros actores todavía no viven de forma tan natural, pero cuando crecés como Clara, adentro de un set desde los diez años, cada vez que se le pide algo, lo hace con un nivel de precisión y con una naturalidad que hace que tu trabajo sea muchísimo más fácil”.
Compartir proyecto con referentes como Maura y Lago ha sido especialmente movilizante para otros integrantes de la película, como la joven actriz española Geena Román. “Me temblaba todo”, confiesa. “Ver a Clara, un personaje que amaba en mi país, y rodar mi primera escena en Argentina, ver a Perla, mi personaje, una chica trans a quien Sou conoce en la noche y con quien entabla un vínculo de hermandad... Fue todo tan increíble”, expresa, y menciona en seguida el tratamiento dado a su personaje. “ Destaco el trato que Agustina ha dado a Perla como personaje trans, al introducir ciertas escenas que no llevaran a otro lugar. Se ha cuidado muchísimo y se ha respetado muchísimo mi opinión sobre este tema. Eso ha sido una tranquilidad ”, subraya.
En la ficción, Andrés Gil comparte gran parte de sus escenas con Geena en la piel de Marco, joven hipoacúsico, se comunica con Sou mediante la lengua de señas. Martín, el personaje de Michel Noher, que trabaja en una fundación creada por el padre de Sofía para ayudar a chicos con problemas de audición, también vivirá “un encuentro muy especial” con la protagonista. “Ocurre de casualidad, pero los dos sienten que los trasciende. Sou es la mirada, todo pasa por ella y nuestros personajes existen a través de ella”, apunta Noher. “ La serie es un viaje muy interno de la protagonista y toca puntos que a todos nos atraviesan a nivel existencial. A mí me cambió personalmente. En Limbo entrás en una especie de ensueño, estás como flotando, con un ritmo muy particular, no hay una serie así ”, añade Gil.
“Los colores, la estética, los looks de los personajes, la fusión entre Madrid y Buenos Aires, dos ciudades que se parecen mucho y que a la vez son muy diferentes. Limbo te embriaga, no puedes parar de verla”, matiza Román. Y Frigerio concluye: “Quien quiera navegar por el mundo de las emociones, no puede perdérsela”.