¿Qué veo? El encargado sorprende con su registro de thriller y una gran composición de Guillermo Francella
El encargado (Argentina/2022). Dirección: Mariano Cohn, Gastón Duprat. Guion: Leonardo Di Cesare, Alejandro Angelini, Jerónimo Carranza, Mariano Cohn, Gastón Duprat. Fotografía: Rodrigo Pulpeiro. Música: Alejandro Kauderer, Ignacio Gabriel. Edición: Luis Barros. Elenco: Guillermo Francella, Gabriel Goity, Malena Sánchez, Moro Anghileri, Pochi Ducasse, Gastón Cocchiarale, Darío Barassi, Jorge D’Elía, Mirta Busnelli, Martín Seefeld, Alejandro Paker. Disponible en: Star+. Nuestra opinión: muy buena.
Es el primero que se levanta, y se ubica en la puerta del edificio en el que trabaja como celoso custodio de aquellos que viven ahí. Conoce cada movimiento de cada departamento así como también de sus ocupantes, los horarios de salida y de llegada, aspectos de la vida cotidiana que surgen en conversaciones casuales, registra detalles que ni siquiera los familiares cercanos tienen en cuenta. Y ni hablar si se da maña para pequeños arreglos o despierta la suficiente familiaridad como para confiarle las llaves del inmueble durante vacaciones, viajes o similares.
Sobre esa figura de poder que conlleva la figura del encargado de un edificio, el binomio compuesto por Mariano Cohn y Gastón Duprat construyeron una trama de suspenso basada en una premisa tan simple como inquietante: ¿Qué pasa si un hombre así se siente amenazado?
Eliseo (Guillermo Francella) lleva 30 años trabajando en un lujoso edificio de la ciudad de Buenos Aires. Conoce y lo conocen tan bien, que se ha convertido en una persona imprescindible para el funcionamiento del lugar. Al menos es así hasta que uno de los propietarios, el soberbio y desagradable abogado Matías Zambrano (Gabriel Goity) comienza a diseñar un plan para sacárselo de encima. A primera vista no se trata de motivos personales, sino de aprovechar el espacio que ocupa la casa de Eliseo en la terraza para tirarla abajo y construir en su lugar una serie de amenities que sumen a la categoría del edificio. Lo acompaña en la implementación de la idea Florencia (Malena Sánchez), una vecina arquitecta con algún que otro secreto bajo la alfombra. Solo resta que por votación mayoritaria, el consorcio de el visto bueno. Algo que Eliseo no va a dejar que suceda.
La serie se mueve entre el suspenso y el thriller psicológico, con la ambición que le da los nombres en los que se apoya. En su producción cinematográfica (El hombre de al lado, El ciudadano ilustre), Cohn y Duprat han demostrado que saben cómo torcer los códigos del género a su favor. Quedaba por comprobar si podían mantener el nivel y la tensión en un formato episódico de media hora, y ya desde los primeros capítulos de El encargado demuestran que sí. Algo parecido pasaba con Guillermo Francella. Que es un actor virtuoso hace rato que no hay dudas, pero su maestría para la comedia siempre rozó el encasillamiento, no solo en la oferta de proyectos sino también en la audiencia, que sea el papel que sea, siempre está esperando la mirada cómplice o el latiguillo a modo de remate.
Su personaje en esta nueva serie es el que más y mejor lo ha alejado de esos lugares comunes, incluso por encima del Arquímedes Puccio que hizo en El clan, hasta ahora la vara más alta con la que comparar al “Francella serio”. En El encargado no hay ni hechos reales ni maquillaje que ayude, aquí es el mismo Guillermo de siempre, a cara limpia pero con suaves matices que aportan a la construcción de un personaje incomprendido, pero a la vez oscuro, manipulador e impredecible. Salvando las distancias, algo parecido a lo que hizo Robin Williams en Retratos de una obsesión (One Hour Photo, 2002), papel en el que también sorprendió por su cambio de registro.
Metáfora sobre la evolución de la desvalorización en la relaciones interpersonales e inspirada historia de suspenso urbana con marcada identidad local, El encargado condensa en una decena de capítulos los méritos necesarios para acomodarse en el cada vez más interesante y concurrido podio que erige la ficción nacional en plataformas.