“Nunca me vi trabajando en la televisión infantil”: el creador de ‘Bluey’ habla sobre su éxito mundial
Cuando Joe Brumm trabajaba en la televisión infantil en el Reino Unido, identificó un hueco en el mercado de su Australia natal. Quería crear un programa similar a Peppa Pig pero con un sabor australiano innegable: un programa centrado en los beneficios del juego para niños y padres, una caricatura corta con escenarios ingeniosos y con los que la gente se pudiera identificar.
Lo logró con Bluey, que tomó al mundo por sorpresa con sus adorables argumentos que presentan a la cachorra de raza blue heeler, Bluey, su hermana pequeña Bingo y sus padres, papá Bandit y mamá Chilli.
Después de debutar en Australia en 2018 con gran éxito, el programa obtuvo la licencia en el extranjero de BBC Studios y se transmitió por Disney. También tuvo éxito internacional con padres e hijos por igual.
El programa no solo ha ganado premios, sino también elogios por su representación de los valores familiares y la crianza de los hijos, sobre todo por Bandit, el padre arqueólogo que está muy involucrado en la vida y el juego de sus cachorras. Bluey pronto lanzará su tercera temporada completa.
Pero Brumm, de 43 años, que ha inspirado gran parte del programa en experiencias personales de crianza como padre de dos niñas, dice que sus días en la televisión infantil pueden ser “limitados”.
Su éxito en la programación juvenil ni siquiera era parte de su plan en primer lugar, le asegura Joe Brumm a The Independent.
“Nunca, nunca me vi trabajando en la televisión infantil”, dice Brumm: “No me sienta muy bien”.
“Creo que tiene muchos desafíos, y... su naturaleza es que haces cosas y luego... simplemente se edita, corta y cambia, las cosas se eliminan”.
“Porque [es] televisión para niños... la gente a la que le das la idea piensa que es apropiado”, dice sobre el proceso de edición. “No puedo manejar eso tan bien, así que creo que mis días trabajando en eso probablemente sean un poco limitados”.
Partes del programa han cambiado desde que salió de Australia, agrega, al citar el uso de la palabra “tanga”, que en Oz (Australia) se refiere a sandalias, pero en otros países significa ropa interior femenina.
“Pequeñas cosas como esa, que en la superficie son comprensibles... desde mi punto de vista, creo que es imperdonable y arruina el flujo de mi espectáculo”, argumenta. “Es su derecho hacerlo, pero como cineasta, no es lo mismo”.
Dice que quiere “volver a lo que siempre pensé que estaría [haciendo], que es la animación para adultos”, comenta, pues cree que el cambio le daría mucha más “libertad”.
Brumm cita la serie de animación para adultos Los Simpson como una de las inspiraciones de su carrera que, hasta cierto punto, ayudó al surgimiento de Bluey cuando notó brechas en el mercado de la programación infantil.
“Los programas que tienen un verdadero corazón son una minoría en el espacio televisivo de los niños”, le dice a The Independent .
“Los niños pueden seguir buenas historias”, agrega, pero no vio demasiados programas con corazón, trama y “ese” factor que de verdad puede atraer a diversas audiencias.
La evolución de Bluey
Brumm, nacido en Queensland, creció como un hijo del medio entre un hermano mayor y un hermano menor. La familia, que finalmente se mudó a Brisbane, tenía varios perros, incluido un blue heeler llamado Bluey (la raza se conoce como perros de ganado australianos en EE.UU.).
Asistió a la Universidad de Griffith en Queensland y pasó 10 años trabajando como animador en el Reino Unido. Contribuyó a programas como Charlie & Lola, antes de regresar a Oz. Él y su esposa, Suzy, que también trabaja en televisión, le dieron la bienvenida a dos hijas a su familia. Fue entonces cuando las cosas se pusieron en marcha para un programa que triunfaría de forma inesperada en todo el mundo.
“Me gusta mucho ‘Peppa Pig’, y fue el mejor de esos programas” en el Reino Unido, aclara. “Me gustó mucho cómo contaba historias muy simples e identificables sobre niños que tenían una sensación real de ser del Reino Unido, así que quería hacer algo que tuviera una sensación real de ser de Oz”.
Él dice: “Quiero hacer un programa que la gente pueda ver en familia... algo como lo que hicieron Los Simpson, pues podrías verlo como un adulto o tal vez como un niño de ocho o nueve años. Quería algo que pudieras ver como adulto y también como niño de cuatro años, lo cual es un gran paso, y cambia la naturaleza del programa”.
“Pero pensé: ‘Debe haber algo encantador... que realmente compartes en el hecho de que un niño de cuatro años se siente con su padre y ambos disfruten viendo el programa de forma activa’”.
Mientras hacía una lluvia de ideas, recordó a su perra Bluey, aunque al inicio la cachorra no era el personaje que le da el nombre al programa.
“Al principio era un perro raza kelpie, porque ese fue el último perro que tuve durante mi adolescencia”, dice el cineasta, aunque esa raza australiana no es conocida por tener “colores vivos”.
“Dibujé a un pequeño amigo como un blue heeler”, cuenta. “Seguí volviendo a este perro azul brillante, y pensé, esto es televisión para niños. Necesitamos colores brillantes. Y solía tener una perra que era una blue heeler llamada Bluey mientras crecía, así que simplemente suplantó... al kelpie”.
“Fue perfecto, porque entonces también puedes tener red heelers, así que de repente tienes a la hermana pequeña”, habla de la hermana cachorra de Bluey, Bingo.
Los dos hermanos del propio Brumm han desempeñado un papel importante en el programa de gran éxito. Su otro hermano, un arqueólogo, inspiró la profesión del padre de Bluey, y había presionado por un tipo diferente de espectáculo con temas caninos antes de que Bluey evolucionara, explica Brumm.
“Mi hermano mayor es arqueólogo”, dice. "Más o menos antes de ‘Bluey’, siempre me molestaba: ‘Mira, hombre, tengo esta idea para una caricatura: este perro se llama Profesor Fleagle, es arqueólogo y le gusta desenterrar huesos’”.
Brumm continúa: “Cuando llegó el momento e hice [a Bluey] y necesitaba darle un trabajo a Bandit, el profesor Fleagle se me ocurrió”.
Su hermano menor, Dan, hace la voz del tío Stripe de Bluey y “también trabaja y hace diseño de sonido en el programa”.
Cómo las experiencias personales y los beneficios del juego le dieron forma a Bluey
Es innegable que la producción de Bluey, en cierta medida, es un asunto de familia; además de la inspiración del hermano mayor de Brumm y la participación de su hermano menor, su esposa también trabaja en el programa.
Y las experiencias de la pareja con sus propios hijos pequeños proporcionaron un material fácil para los episodios cortos con argumentos que son reconocibles al instante para cualquier padre.
“Lo que de verdad comenzó a sobresalir, cuando llegó el momento de escribir el programa, fue que pasaba mucho tiempo, temprano en la mañana, jugando con mis hijas. Y muchos juegos eran sobre todo juegos de rol. Ellas eran las dueñas de un café y yo el cliente, o yo era un paciente y ellas médicas, o yo era un niño y me tenían que acostar o viceversa”.
“Y muchos de estos juegos simplemente terminaban en estos lugares muy extraños y raros, porque no sabían muy bien cómo funcionaban los cafés y... solo inventaban sus propias reglas y palabras. Fue infinitamente fascinante y absorbente para ellas, pero también fue bastante divertido para mí, como estar en un sketch de Monty Python, donde entras en un café y eres un cliente completamente normal, pero es un mundo un poco extraño.
“Pensé que es una buena oportunidad para mostrar juegos que a los niños les encantarán, pero que también son muy divertidos para que los padres los vean y se sientan identificados”.
Se interesó bastante en la investigación del juego y su papel en el desarrollo infantil.
“Aprendí más y más sobre el juego, y luego... eso se convirtió en la mayor parte del show, en verdad se trata de ese tipo de juegos imaginativos de rol que juegan los niños de cuatro a seis años”.
“Los niños aprenden... muchísimas cosas mientras juegan, y en especial cuando juegan con sus amigos o hermanos en estos juegos”
“Es como practican para ser adultos. Es donde aprenden a compartir y es cuando pasan de esa edad de tres o cuatro años a cuatro, cinco, seis, están aprendiendo a llevarse bien, porque si no lo hacen, el juego se detiene”.
“Así que creo, espero, que el programa transmita que no es solo frívolo, no es una pérdida de tiempo, y que jugar a todas las edades (pero sobre todo en esa edad) es … algo increíblemente fascinante en lo que pensar. El juego y su papel en nuestra especie y nuestra vida cotidiana y la relación que tiene con el trabajo y todas esas cosas”.
El viaje de Bluey al fenómeno internacional
Bluey se hizo popular casi al instante entre el público australiano en 2018; un año después, BBC Studios aseguró los derechos de licencia global, Disney llegó a un acuerdo de transmisión y el programa debutó en el extranjero.
“Fue cuando Disney lo compró, pensé que era un momento de, ‘Está bien, los estadounidenses entienden esto’”, dice Brumm. “Porque simplemente no era un hecho. No hay ni siquiera una ligera intención mía de para ocultar el carácter australiano en él”.
Agrega: “Fue muy gratificante, muy alentador, cuando Disney lo escogió, y luego, cuando comenzamos a recibir comentarios de los espectadores estadounidenses de que no les molestaba que fuera tan local. Supongo que obviamente solo veían cuál era el corazón del programa, que son solo padres tratando de criar a los niños y el hermoso pequeño mundo en el que viven los niños”.
El programa llegó a las pantallas estadounidenses en 2019, primero en Disney Junior, y los episodios de las dos primeras temporadas ahora se pueden ver en Disney+. Parte de la tercera temporada ya se emitió en Australia, pero aún no se ha anunciado una fecha para su disponibilidad en otros países.
A pesar de las pequeñas diferencias culturales y la lengua vernácula, las audiencias no australianas se volvieron locas por él, y eso incluye a los padres que lo miran con sus hijos. Gran parte de eso se deriva de la relación entre Bluey, sus padres y sus amigos.
“Tuvimos una de las reacciones más fuertes que jamás hayamos tenido ante cualquier programa en el que hayamos estado involucrados”, comentó Henrietta Hurford-Jones, directora de contenido infantil de la BBC, después de la adquisición de los derechos por parte de la emisora. “Todo el mundo lo quiere, pero a Disney de verdad le gustó mucho”.
Tras el debut del programa en Disney Junior en octubre de 2019, el canal reportó 16 millones de espectadores en el último trimestre del año. Esa audiencia se expandió de forma exponencial desde que se comenzó a transmitir en Disney+ a principios de 2020, y solo unos meses después, Bluey ganó un premio International Emmy Kids.
De la mano de la popularidad del programa llegaron los acuerdos comerciales. Para junio de 2020, se habían vendido un millón de librosde Bluey en Australia. Antes de la Navidad de 2021, los juguetes y productos de Bluey se encontraban entre los artículos más buscados en EE.UU. para regalos infantiles.
Bluey ha sido preseleccionado para la Licencia del Año por la Toy Association, la asociación comercial con sede en Nueva York que llevará a cabo su ceremonia anual de premios el próximo mes. La categoría reconoce a la “marca más grande en el ámbito de los juguetes”, le comenta la portavoz Kristin Morency Goldman a The Independent.
El programa se enfrenta a pesos pesados como Barbie, Paw Patrol y Pokémon.
“Creo que eso en verdad indica lo grande que es ‘Bluey’ en el mundo de los juguetes... lo rápido que ha triunfado y lo popular que es, pues ya se le nominó a la Licencia del Año”.
También se anunciado hace poco varios nuevos acuerdos de licencia para mercancía en otros países, lo que amplía aún más el reconocimiento, el alcance y la ganancia financiera de la marca.
“Vamos a ver muchos más juguetes de ‘Bluey’”, dice Morency Goldman, cuyos propios hijos son fanáticos. “De verdad hay furor alrededor de ‘Bluey’”.
Representación de la crianza en Bluey: ¿Idealista o poco realista?
A medida que Bluey iba viento en popa y ganaba millones de fanáticos en todos los continentes, la conversación sobre su descripción de la paternidad creció con igual desenvoltura. Una conversación rápida en el patio de recreo o una mirada de pasada a cualquier foro en línea para padres lo confirmaría en segundos.
El programa ha sido elogiado por subvertir las normas de género y los temas familiares recurrentes y obsoletos al tiempo que atrae tanto a adultos como a niños con su ingenio, identificación y música pegadiza. Algunos han llamado a Bandit su ídolo de padre; otros han lamentado que los estándares de la crianza de los hijos son casi demasiado elevados para reproducirlos en la vida real.
Bandit, en particular, se ha presentado como un ideal de paternidad. Si bien ha forjado una carrera en arqueología, la madre de Bluey, Chilli, trabaja en la seguridad de un aeropuerto. Pero están felices de acompañar a sus hijos en viajes fantásticos, tomarse un tiempo para disfrutar del juego y expandir la imaginación de sus cachorros.
“Lo que me gusta de ‘Bluey’ es que me hace querer ser un mejor padre”, le dice a The Independent una persona australiana casada con alguien de EEUU en Colorado.
The dad in Bluey puts all dads to shame. He’s my dad-idol. pic.twitter.com/JUInlxyG7S
— Tom Fletcher (@TomFletcher) April 24, 2021
“El papá de ‘Bluey’ avergüenza a todos los papás”, tuiteó el músico y autor Tom Fletcher. “Él es mi ídolo de papá”.
Gran parte de esa adulación proviene de la voluntad de Bandit no solo de jugar con sus cachorras, sino también de mostrar o admitir imperfecciones. Es algo así como un modelo moderno de paternidad.
Pero poner al padre de dibujos animados en un pedestal tan alto crea expectativas imposibles, argumentan otros.
La madre y columnista de The Independent, Danielle Campoamor, escribió que el programa “hace que los padres como yo se sientan como basura sensible”.
“En ‘Bluey’, la mamá y el papá no hacen nada más que jugar elaborados juegos de fantasía con sus hijos, una completa imposibilidad en la era de la crianza pandémica, donde es más probable que coloquemos una pequeña pantalla frente a las caras de nuestros hijos solo para que podemos usar el baño en paz que gastar nuestro precioso tiempo y jugo cerebral jugando a ‘encontrar hadas’ o ‘keepy uppy’ o cualquier juego imaginativo basado en lecciones que este programa continúa vendiendo’”, escribió.
Brumm, por su parte, a menudo se supone que es el modelo de Bandit, pero él insiste en que ese no es el caso.
“Bandit es más del tipo de papá idealista, en muchos sentidos, mientras que Stripe tal vez sea más preciso con mi paternidad real”.
También quiere dejar claro que no se propone hacer un espectáculo que sea “pontificar” o predicar.
“Nunca trato de enseñar nada, en especial a los adultos y definitivamente no a los niños”.
“Solo poner eso en discusión, para ser honesto, es con lo que la gente se conecta”, dice. “No se trata de que se dejen intimidar por mi visión del mundo; es solo compartir mi experiencia, y creo que eso es probablemente lo que, como padre, a veces sientes, como si fueras el único que pasa por esto”.
“Y luego, este momento en el que te conectas con alguien y te das cuenta de que esto es normal y que ellos también pasan por eso... [esos] suelen ser los momentos que más atraviesan. Y de eso se trata este programa”.
La influencia de Bluey en los acentos y actitudes de los niños
No es de extrañar, dada la popularidad de Bluey, que innumerables niños norteamericanos hayan comenzado a adoptar frases e inflexiones idiomáticas del programa.
Los padres de todo EEUU informaron que sus hijos usan términos como “brekky” y “dunny”. Una tendencia similar surgió con el aumento de la popularidad de Peppa Pig.
Para el creador de Bluey, Joe Brumm, el fenómeno es divertido y un buen antídoto contra la americanización de la televisión australiana.
“Todo lo que puedo hacer es disculparme”, se ríe al hablar con The Independent.
“Lo que ha sido bastante bueno es la audiencia estadounidense, en particular... disfrutan el pequeño desafío que es tratar de averiguar qué significan la mitad de las palabras”.
“Creo que el público, y especialmente los niños, pueden disfrutar mucho de esos pequeños acertijos: descubrir que, claro, este mismo país de habla inglesa llama a estas cosas con una palabra diferente. Llaman ‘senderos’ a las ‘aceras’”.
Si bien Brumm dice que su carrera puede desviarse de la televisión infantil, le dice a The Independent que está encantado con la popularidad y la resonancia global del programa, aunque sostiene que conectarse con los espectadores jóvenes sigue siendo su objetivo, y trata de “no pensar [bastante] en el impacto ni nada parecido a eso”.
“Parte de mi trabajo es mantener el programa divertido y entretenido, y todo lo demás se queda en el camino”, asegura.
Está complacido con la reacción de otros padres, quienes “definitivamente quieren venir y contarte cuál es su episodio favorito y hablarte sobre el programa”, comenta.
“Así que ha sido bastante lindo... [algunos padres] en ocasiones me dicen cuánto significa el programa para ellos; tal vez no dejen que sus hijos vean televisión por lo general, pero les dejan ver ‘Bluey’ y lo ven todos juntos”.
Sin embargo, espera que Bluey afecte a una nueva generación de espectadores de la misma manera que los dibujos animados lo influyeron a él cuando era niño, lo que llevó a este último fenómeno en la televisión infantil.
“Cuando estos niños que están creciendo con Bluey ahora tengan entre 20, 30 y 40 años, si alguien les pregunta: ‘¿Cuál era la caricatura que te gustaba cuando eras niño?’” y respondan ‘Bluey’”, expresa Brumm, “Ese es el mayor cumplido que podría recibir, porque sé que todavía recuerdo vívidamente las mejores caricaturas que vi cuando era niño. Y me inspiraron”.
“Sería algo grandioso para mí si ese fuera el caso”.