Viruta y Capulina, una separación enigmática que nada tuvo que ver con la traición

El inicio de la carrera en solitario de Gaspar Henaine en el cine fue un factor para la separación de Viruta y Capulina.  (Photo by LMPC via Getty Images)
El inicio de la carrera en solitario de Gaspar Henaine en el cine fue un factor para la separación de Viruta y Capulina. (Photo by LMPC via Getty Images)

Una de las separaciones más enigmáticas del espectáculo mexicano fue la de Viruta y Capulina. Alrededor de esa fractura se crearon leyendas urbanas de todo tipo para sobredimensionar el melodrama de lo que en realidad fue una amistad rota que dolió a ambas partes.

Fue en 1967 cuando se estrenó El camino de los espantos, de Gilberto Martínez Solares. Se trató de la última película que protagonizaron juntos Gaspar Henaine y Marco Antonio Campos como dupla cómica. Un año después llegó a cines el filme Operación carambola (Alfredo Zacarías, 1968), primer trabajo en solitario de Capulina.

Operación carambola marcó la pauta en plan ascendente para la carrera de Gaspar Henaine sin su antiguo compañero. También fue un trabajo que determinó una trayectoria menos laureada para Viruta, a quien desde entonces se le vio y trató como el “segundón” del dueto, o el complemento de Capulina.

Luego de haber trabajado juntos por más de 20 años en 40 películas, programas de radio, puestas en escena y shows, la relación profesional y afectiva entre los dos terminó cuando a Capulina le ofrecieron el filme para él solo como protagonista. A eso se sumó otra oferta que le fue aceptada: un programa en solitario con duración de un año.

A ambos les otorgaron la oportunidad de programas individuales, sin embargo, los cancelaron por bajo rating. Al negociar su futuro en la televisión, Gaspar Henaine exigió estar a cuadro por 12 meses. No imaginó que fueran a aceptar sus condiciones. Con la película asegurada y el programa apalabrado, Capulina inició una nueva etapa profesional. Pero eso afectó mucho a Viruta. No tanto a él sino a las mujeres de su hogar, y eso le dolió hasta el final de sus días.

En YouTube circula una mala edición de una entrevista hecha a Marco Antonio Campos en su vejez por parte de un programa identificado como Café del recuerdo. Con un audio apenas perceptible, el actor narra a su entrevistador el porqué de la distancia que interpuso con Gaspar Henaine desde su separación en 1967:

“La separación se dio cuando quiso trabajar solo, ya no quiso compartir los aplausos conmigo. Fue mucho muy doloroso. Pero más que doloroso para mí, lo fue para mi esposa y para mi madre. Al verme marginado y devaluado, al saberme lastimado en mi calidad de artista, fue doloroso (para ellas)”.

La importancia de esa entrevista cobra sentido por dos razones. En primer lugar elimina por completo las teorías sobre el supuesto odio de Viruta a Capulina por presuntas infidelidades, negocios truculentos y traiciones. En segundo plano, desmitifica la imagen de un Marco Antonio Campos violento y agresivo al contar su versión sobre el pasado, pues se expresa bien de su otrora amigo.

Durante varias décadas se construyó la personificación de un Viruta “maldito”, “grosero” y “mala leche” con Gaspar Henaine. Se le tildó incluso de mala persona y se le acusó de ser el causante de la ruptura. Ese perfil surgió como consecuencia de los rumores que se contaron por el desconocimiento de las verdaderas razones del distanciamiento.

Antonio Henaine, hijo de Capulina, grabó un video para el canal Capulina en 2022 precisamente para honrar a Marco Antonio Campos y redimirlo frente a las acusaciones de las que fue víctima. Se encargó de arrancar las etiquetas negativas que depositaron en Viruta, un hombre que fue su padrino de bautizo y querido por él; la familia Campos no pudo tener hijos y depositaron su cariño en el hijo de la familia Henaine.

“En esta página tratamos de que todo mundo se entere de cuál es la verdad. Les digo una cosa: quieran mucho a Viruta. Se dicen muchas cosas de él, pero la verdad se las estoy diciendo yo. Yo lo viví, yo lo quiero”, solicita Antonio luego de compartir anécdotas de su infancia al lado de Viruta y el trato que recibió de éste.

Antonio Henaine hace hincapié en un detalle muy particular que propició un cambio en la industria del entretenimiento, y que a su vez funciona como metáfora para explicar la debacle de Marco Antonio Campos a nivel individual en el plano artístico:

“Cuando les daban un trofeo, le daban un trofeo a Viruta y Capulina, pero ¿para quién era el trofeo? ¿Para Viruta o Capulina? Tenían que haber sido dos trofeos, pero les daban un trofeo. Lo que hacían ellos era echar un volado, uno se ganaba el trofeo y luego mandaban a hacer un segundo para el que había perdido. Así es como los dos tuvieron los mismos trofeos. Se van con la finta. La gente piensa que Viruta y Capulina son una sola persona”.

Productores, periodistas y público cometieron ese error en los años sesenta: creer que eran un solo ente y que no podían independizarse uno del otro. Por eso, cuando se separaron, la percepción social se inclinó por elegir a uno de los dos, y no seguir a los dos por igual. La elección favoreció a Capulina y perjudicó de cierta manera a Viruta. La dinámica de los trofeos entre ellos provocó que premiaciones siguientes consideraran entregar galardones por persona a duetos, tríos y grupos.

A pesar de que Marco Antonio Campos contó con empleo en años posteriores, sobre todo en cine, y con exploración de personajes ajenos a la comicidad para mostrar su capacidad actoral, fue tratado como actor de reparto. En tanto, Gaspar Henaine se consolidó como estelar. Pistoleros bajo el sol (1974), Debieron ahorcarlos antes (1974) y Traiganlos vivos o muertos (1974), fueron westerns para los cuales el director Rubén Galindo confió en Viruta como un histrión capaz de hacer algo distinto al gag del pastelazo. Y lo hizo.

Si bien nunca hubo reconciliación, Campos y Henaine se apreciaron mutuamente, aún con el dolor que Viruta le guardó, mismo que se acrecentó con las muertes de su esposa y su madre. El señor Marco Antonio falleció en 1996, llevándose consigo la lealtad hacia el sentimiento de la herida que indignó a las mujeres de su vida. Entre el amor y la amistad, optó por ser fiel al amor, aunque eso doliera al grado de no limar asperezas.

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