Yami Safdie: fue influencer, animó fiestas infantiles como princesa y pasó de golpe de filmarse en su cuarto a los grandes escenarios
Yami Safdie está cantando por primera vez en Madrid en La Sala del complejo Wizink Center, un espacio para 800 personas que está prácticamente colmado. La gente, española en su amplísima mayoría, canta, celebra, acompaña y se emociona con cada tema de esta particular cantante de la escena urbana argentina. Podría ser nuestra Rosalía y tiene algunos temas con lo que es más fácil defender esta comparación: atmósferas folklóricas con bases electrónicas y su voz cálida por encima de todo.
Yami es de esas intérpretes que cuenta lo que canta. Detrás de las letras de su autoría hay historias de amor y de las otras, juegos de palabras, empoderamiento y la misma intención que tiene esta noche en Madrid: la de encantar a la audiencia, ya sea propia como extraña, conocedora o no de su obra. Con discreción, sin creérsela, ella se apodera del espacio de un modo natural, in crescendo, para llegar al final bien arriba, con ganas de más, de un lado y del otro del escenario.
Pasó un tiempo de ese show que se produjo en el invierno argentino y en el verano español, Yami sacó un EP, Modales, tres sencillos y giró por todas partes con su “Reinas y reyes tour”, nombre que está basado en los días que se ganaba la vida animando cumpleaños infantiles vestida de princesa. Este viernes, en el teatro Opera, le pondrá los créditos finales a la gira y a esta primera etapa de su carrera profesional. Atrás quedaron, aunque no haya pasado mucho tiempo, sus días de estrella de TikTok e Instagram, las plataformas en las que empezó a acumular audiencia.
–Tu EP se llama Modales y las “palabras mágicas”, como nos decían cuando éramos chicos –por favor, gracias, perdón, etc.–, son los títulos de las canciones. ¿Cómo surgió la idea?
–En un momento jodíamos con ponerle palabras mágicas al EP, pero quedaba bastante infantil. La verdad que se fue dando de a poco. Yo primero escribí “De nada”, que está en mi primer disco, en realidad y a partir de ahí me dieron ganas de seguir jugando con ese concepto desde la ironía, de usar los modales pero de forma sarcástica, medio bardera, medio rebelde y así fue como después hice “Gracias”, luego probé “Por favor” y así terminé todas las canciones del EP con ese concepto donde se mezclaban la ironía, lo divertido y la rebeldía de salir un poco del molde: vamos a usar los modales de una forma diferente.
–Empezaste en las redes, tuviste mucho éxito en TikTok. ¿Cómo fue el paso de las redes a los escenarios?
– Todo lo que tiene que ver con el vivo sigue siendo nuevo para mí. Las fechas en Argentina fueron increíbles, el show en Madrid que era el primero que hacía fue re emocionante, la gente coreando los temas palabra por palabra, es algo que ni lo había soñado. Cada fecha es una experiencia nueva, que disfruto un montón, con sus nervios, con todo. Fue muy fuerte estar filmando videos en mi pieza a de golpe estar en un escenario gigante en un festival, porque fue medio así el salto. Estaba la pandemia y cuando se abrió todo tuve que salir a tocar y me tocaron escenarios grandes. No estaba acostumbrada, tuve que agarrarle la mano rápido. Al principio los nervios eran feos, no la pasaba bien y me jugaban en contra, me temblaba la voz. Es algo que me fui sacando con la experiencia.
–A muchos músicos de tu generación les pasó lo mismo: salir después de la pandemia y hacer directamente shows grandes, sin haber pasado por el under.
–Me acuerdo de haberlo visto a Tiago PZK en el Lolla, era el primer show de su vida y había muchísima gente viéndolo. Es algo que le pasó a mi generación y hubo que salir sin estar del todo preparado. Antes tocabas en cien bares, te hacías conocida de a poco y en este caso fue subir de una. Yo soy muy nerd, me gusta prepararme mucho, ensayar todo lo que pueda y mentalizarme, pero después nada te puede preparar y estás realmente solo ahí arriba. El vivo es el vivo, te pueden pasar cosas y tenés que aprender a lidiar con ellas y manejarlas. Eso es lo más importante y te lo da la cancha.
Los comienzos
A Yami siempre le gustó cantar, “desde muy chiquita”, cuenta. Cuando tenía 9 años, sus padres la enviaron a clases de comedia musical a la escuelita Broadway de su barrio, en su Morón natal. “Hice muchos años ahí, me gustaba mucho. Mis viejos tuvieron tiempo para hacerse a la idea de que me iba a dedicar a esto. De adolescente me metí en el conservatorio y después hice una carrera en la UADE: Artes Escénicas. Me recibí, soy licenciada. Adquirí muchas herramientas que me sirven para el escenario. Sigo estudiando, tomo clases de canto, me gusta perfeccionarme y aprender”.
–Venís de una zona muy rockera...
–Siempre me gustó todo lo que puedo cantar, ya sea un pop súper melódico o una canción de rock. En mi casa se escuchaba mucho rock, por mi papá y en el colegio también. De adolescente me gustaban mucho Las Pastillas del Abuelo, los iba a ver bastante. El rock está presente en el oeste y en todo el país. Pero en paralelo escuchaba mucha música anglo, mucho pop, que me define un poco más, por lo menos en mi forma de cantar y de escribir: Taylor Swift, Ariana Grande, Billie Eilish. Soy un poco la hija de esa mezcla. Lo mismo pasó en su momento con el rock, vino de afuera y acá se mezcló con las músicas locales. Lo urbano fue apareciendo, se fue poniendo de moda. Empezó a sonar en todos lados, en las fiestas, juntadas, matinés, cumpleaños. Me empezó a gustar Bad Bunny, me pareció que era especial. Al principio me hacía un poco de ruido lo urbano, lo obsceno de esa música; después le fui encontrando el gusto y también fue evolucionando y se fue fusionando con el pop.
Las letras de Yami Safdie vienen de sus experiencias, de sus pensamientos, de sus inquietudes. “Mi sueño frustrado siempre fue crear un personaje, tener un cosa diferente, atrevida pero no es mi estilo. Siento que me representa más ser yo. Me gusta ser transparente, que la gente me vea como soy. Intento en todo momento, en las notas, en mis redes, ser yo lo más que puedo, porque es lo que me gusta, lo que me identifica y lo que me hace conectar con la gente que me sigue y me escucha”.
–Para algunos el mismo argumento es válido cuando eligen un álter ego...
–¡Es cierto!
–¿Cómo te llevás con los haters, con los comentarios malintencionados?
–Algunos son más malos que otros, que dan justo donde duele y te quedás pensando un poco en eso. Pero trato de no tomarlo como algo personal. La persona que está del otro lado se está tomando el tiempo de escribirme algo y eso que me escribe habla más de esa persona que de mi y algo que yo le despierto, pero que no tiene nada que ver conmigo realmente. Mientras yo estoy contenta con lo que estoy haciendo, me siento orgullosa de mi trabajo, sigo adelante. A veces no, quizás hay algún comentario que te marca algo sobre un aspecto en el que vos te sentías inseguro. El hate y las frustraciones se superan avanzando, hay que seguir. Siempre duelen esos comentarios y no hay una fórmula para superarlos.
–Cómo te manejás con los números, los likes, las reproducciones, si suben, se bajan...
–Es una lucha. En terapia se habla, se trabaja. Con el tiempo lo fui naturalizando un poco más y no tomándolo como que es el fin del mundo. Cada canción es eso, una canción; después va a venir otra y con ella otra oportunidad, otro disco. De nuevo lo mismo: mirar hacia adelante, pensar que vendrá otra cosa y seguir creando.
–Habías probado con el folklore y ahora hiciste algo completamente distinto, ¿tiene que ver con algo generacional de no restringirte?
–Me gusta experimentar, no ponerme límites. Capaz es medio hippie lo que te voy a decir pero me gusta darle a la canción lo que necesita. Si estoy en un mood que quiero contar algo divertido y fluir en algo más festivo y arriba, ir por ahí. Si quiero algo más conceptual, también. Siempre y cuando yo sea fiel a lo que siento y a quien soy, probar lo que sienta.
–¿Y cómo te das cuenta de que la canción te pide algo?
–No sé, es medio místico. Nosotros en el estudio decimos “me lo pide el oído”. Cuando estás componiendo la canción decís: “acá el oído me pide que el acorde cambie”. Lo vas sintiendo, pero es medio místico, difícil de explicar. Se prueba y si no gusta se prueba otra cosa.
Historias de jóvenes que empezaron subiendo sus videos a las redes sociales hay muchas y la de Yami Safdie es una de éxito. Pero sería injusto llamarla instagrammer o tiktoker. Es cantante, compositora y autora de letras que, como ella misma lo describe, cruzan la ironía con una actitud rebelde. “Me llegó tu versión de la historia/ La que tanto te gusta contar/ No sé si te falló la memoria/ Pero te la puedo refrescar”, canta en “Tu versión de la historia”, tema que grabó con Flor Alvarez. También es autora de historias de amor y desamor en las que se las rebusca para huirle al lugar común, para dejar su sello. Como en el single que registró a dúo con Lasso. En lugar de llorar por el amor que se ha ido, elige imaginarse con él “en otra vida”: “En otra vida/ Nos casamos y viajamos por el mundo/ Nos mudamos a un pisito en el segundo/ Y mis padres son amigos de los tuyos”.
Hablábamos de las redes y del estatus de estrella que Yami se ganó en ellas. “Trabajé como influencer durante mucho tiempo, que era lo que a mí me daba plata para hacer mis canciones, mis videos. Ya no me dedico a eso, me considero más artista que influencer; pero es de donde vengo, no me avergüenza. Siempre mi objetivo fue dedicarme a la música, aparte ya no necesito tanto como antes hacer promociones con marcas. Ahora que tengo la posibilidad de dedicarme cien por ciento a lo que me gusta, lo hago”.
–¿Qué te gustaría que pase en el corto plazo con tu música?
–Sueño llegar a cada vez más gente, que mi música sea cada vez más conocida, tocar en lugares cada vez más grandes, colaborar con gente como Camilo, Duki, que me gusta lo que hacen.