'You' se renueva con un golpe acertado justo cuando había perdido las esperanzas
No le tenía fe. Lo confieso. You será una de las series más populares de Netflix pero su segunda y tercera temporada me perdieron por completo. Empecé la nueva y cuarta tanda de episodios -estrenada el 9 de febrero- con desconfianza, metafóricamente mirando por el rabillo del ojo, como temiendo que la decepción llegara a un punto sin retorno. Sin embargo, me alegra decir que You se ha renovado, mejorado y sorprendido. Habemus buena temporada y gracias al giro radical que necesitaba (al menos media temporada, que de momento solo está disponible la primera mitad con cinco capítulos: el 9 de marzo se estrena el resto).
Después de ser testigos de varias obsesiones románticas, el acoso cibernético y un despliegue de asesinatos completamente innecesarios, era hora de que Joe Goldberg (Penn Badgley) tuviera algo nuevo que contarnos. Y la serie acierta cambiando el escenario, la motivación del personaje, la razón del acecho protagonista y el estilo de la historia. Por cambiar, hasta cambia de género. Ya no estamos ante el thriller oscuro de la primera temporada, ni el enrollo telenovelero de la segunda o la sátira del tercero, ahora nos topamos de frente con un whodunit en toda regla. Un murder mistery a lo Agatha Christie que encaja a la perfección con el nuevo universo que rodea a Joe. O Jonathan Moore, como es su nombre ahora.
Nuestro psicópata obsesivo ahora está en Londres bajo otro nombre, una visa falsa, trabajando como profesor de literatura y viviendo en uno de los barrios más caros de la capital británica gracia al dinerito que robó a su esposa después de asesinarla. Literalmente está viviendo la vida loca. La de un intelectual, al menos. Sin embargo, el entorno que le rodea debido a su trabajo y barrio no es precisamente el suyo: un grupo de millonarios privilegiados, artistas, princesas e influencers con quienes comparte cenas y salidas de lujo. Una especie de Gossip Girl ‘a la inglesa’, con ropa extravagante, fiestas exuberantes y conversaciones banales donde Penn Badgley vuelve a interpretar al lonely boy (Dan Humphrey) que critica, huye y rechaza a los ricos caprichosos.
Joe, o Jonathan, no quiere relación con este grupo. Solo quiere seguir una vida tranquila y ejemplar, para demostrarle a su última obsesión -su vecina Marianne (Tati Gabrielle)- que es el hombre que merece en su vida, pero no le queda más remedio que seguirles el ritmo. Porque después de beber más de la cuenta en la primera salida con el grupo, la resaca no es lo peor de su mañana, sino el muerto que encuentra en la mesa de su casa: su propio vecino y novio de su (posible) nueva obsesión, Kate (Charlotte Ritchie). Y es en ese momento que la cuarta temporada de You nos revela sus intenciones.
Y así, entre salpicones de Gossip Girl y El gran Gatsby, la serie expone que estamos ante un whodunit en toda regla. Y justo cuando vuelve a estar de moda tras el éxito de Asesinato en el Expreso de Oriente, Knives Out (Entre navajas y secretos) y su secuela, así como Only murders in the building. Un género literario que nuestro librero protagonista detesta pero que debe conocer a fondo para seguir sus reglas y así encontrar al asesino que pretende incriminarlo. Y todo funciona: desde el grupo de sospechosos elitistas al nuevo escenario londinense con la acertada explotación de la ciudad, sus edificios y calles emblemáticas, recurriendo a la fidelización total del género de misterio.
Joe comienza entonces una investigación propia, indagando en la vida de cada personaje del grupo, mientras una estudiante experta en la novela clásica de Agatha Christie le va a ayudando con las piezas claves de un buen murder mistery. Joe es, ahora, una especie de Poirot mientras el asesino lo acosa desde muy cerca. Tal y como hizo él con las mujeres en su vida. De esta manera, la serie no se centra en una sola obsesión (que parece que la habrá de todos modos) sino que recurre a los aspectos más destacados de Joe para crear una trama diferente. Por ejemplo, usar su maestría para el acoso e investigar a cada sospechoso. O esa narración de voz profunda y en primera persona que expone las motivaciones y deseos más profundos del personaje. Y, en consecuencia, se consigue una temporada que se siente como un soplo de aire fresco para cualquiera que terminó harto de ver muertes sin sentido y no comulgó con el intento de humanizar a Joe más de la cuenta durante la segunda y tercera temporada.
Personalmente he vuelto a sentir las ganas por devorar otro capítulo de You. Algo que no me pasó con la tercera temporada. Que, sinceramente, para un amante del género thriller, fue una decepción enorme. Quizás no les pasó lo mismo pero, por mucho que el tráiler de la cuarta tanda de episodios revelara un giro de los acontecimientos con Joe Goldberg (Penn Badgley) siendo víctima del acecho de otro psicópata, el mero hecho de sugerir que habría otra obsesión romántica me hizo temer lo peor. Pensé que iba a ser más de lo mismo. De nuevo. Porque si bien reconozco que la trama de obsesiones que se trajo con su esposa, Love (Victoria Pedretti), fidelizó a muchos fans al descubrir a una psicópata más peligrosa que Joe y al explotar la química entre ambos con un juego cómico a lo Sr. y Sra. Smith, personalmente me provocó rechazo inmediato ante una trama que forzaba la conexión a golpe de manipulación victimista. Básicamente convirtiéndola a ella en la mala máxima y a él en el héroe que quería enmendar sus pecados. Y es que por mucho que Penn Badgley haya creado a un personaje carismático, no se puede olvidar que esconde a un asesino enfermizo capaz de acosar y asesinar a quien se interponga en su camino. Y con esta nueva premisa pueden dar rienda suelta a esa naturaleza desde un plano más creíble.
El final de la tercera temporada permitía que la serie se renovara, que no solo recuperara su espíritu original de thriller sarcástico sino que también nos sorprendiera. Y de verdad. No a medias. No volviendo otra vez a lo mismo con otra obsesión, más acecho y asesinato de turno. Tras deshacerse de Love y fingir su propio asesinato, Joe dejaba a su hijo en manos de quienes pudieran cuidarlo mejor y se marchaba siguiendo a su nueva obsesión, su vecina. Había opciones de sobra para hacer borrón y cuenta nueva. Y así hicieron. ¡Aleluya!
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