Después de 11 años, León Gieco vuelve a sacar un disco y tiene varias cosas que decir
Hacía 11 años que León Gieco no publicaba un disco. Lo último había sido El desembarco, en el año 2011. Así que este nuevo álbum, El hombrecito del mar, que verá la luz el jueves en la noche –en CD, LP y, por supuesto, plataformas digitales-, será todo un acontecimiento. Y como que lo fue, el santafesino y su compañía disquera decidieron presentarlo de un modo importante, convocando a la prensa y a unos cuantos amigos al Café Berlín de Villa Devoto y hacer escuchar y charlar sobre los 13 o 15 temas que tiene este trabajo, según se trate de la versión de CD o vinilo.
“No me acuerdo qué hice durante la pandemia, pasó hace mucho”, dijo ante la pregunta de LA NACION sobre cómo había pasado ese tiempo tan particular de la humanidad. Aunque empezó a recordar. “Ah, sí. Empecé a armar un espacio museo en mi pueblo. Es una casa que quedó muy bonita donde están expuestos mis premios, mis discos de oro y platino, algunos instrumentos –incluida mi primera guitarra-, fotos con un montón de gente –muchos presidentes entre ellos. Será un lugar cultural, abierto al público, que servirá además para que los artistas locales tengan dónde ensayar, donde se puedan dar master classes. Quiero poner un cine –en mi pueblo hace años que no hay cine- para volarles la peluquita a los chicos de ahí con una sala que tenga muy buen sonido. Así que esa es una de las cosas que estuve haciendo durante la pandemia”.
Pero por supuesto, hubo algo más. De hecho, el nuevo álbum debió grabarse en Los Ángeles –un lugar en el que se siente muy cómodo para grabar- en mayo de 2020 y las restricciones no lo permitieron. De modo que terminó registrándose por Zoom, con los músicos norteamericanos en los Estados Unidos y León y su viejo compañero Luis Gurevich en Buenos Aires . De ese modo se grabaron los instrumentos y luego, la voz se puso en la Argentina en registros realizados al aire libre: “Esto de grabar así fue algo bárbaro. Y aunque ya en El desembarco habíamos hecho algunos registros de esta manera, esto de hacerlo totalmente lo sentí como un renacer y me parece que será la primera etapa de algo nuevo que se viene”.
Lo que se viene, entre otras cosas, es un nuevo álbum para el que ya tiene escritas unas cuantas piezas: una dedicada a Mercedes Sosa, otra a la cantante de fado portuguesa Sara Correia –a quien conoció porque se la sugirieron como invitada para El hombrecito...-, una hecha en sociedad con Teresa Parodi y algunas otras, siempre en pareja creativa con Luis Gurevich. “La adrenalina de la composición es algo que me encanta”, dijo a la pregunta de un colega. “Cantar en los escenarios y en los festivales también me gusta. Pero querría que hubiera un helicóptero que me sacara de mi casa, me pusiera arriba del escenario y me volviera a sacar para traerme de vuelta. Toda la movida de los aeropuertos, con gente que me saluda, se saca fotos o me dice que no me quiere ni ver, no me resulta agradable. Lo de componer con Gurevich, rodeados de nuestras familias, es algo que sí me gusta mucho”.
En el momento de contar de qué va el disco que verá la luz el próximo fin de semana, hay que empezar por la banda que lo “acompañó”, aunque en rigor sería más correcto decir la lista de músicos que participaron en los registros, todos solistas tremendos de enormes currículums: Vinnie Colaiuta en batería, Leland Sklar en bajo, Dean Parks y Michael Thompson en guitarras, Luis Conte en percusión, Jeery Douglas en dobro –esa guitarra con resonadores que nació fabricada precisamente por la empresa Dobro- y Luis Gurevich en teclados, todo con la producción del ingeniero Gustavo Borner. Pero además, el disco tuvo una larguísima lista de invitados, también ilustres y de muchos lugares, como Gustavo Santaolalla –a quién dedicó “La amistad”-, Lila Downs –para “Soles y flores”, una suerte de ranchera mexicana pop que se inspiró en unas palabras de Hebe de Bonafini-, Emma Shapplin, el flautista y gaitero gallego Carlos Núñez, Ligia Piro, Hilda Lizarazu, Silvio Rodríguez –a quien le recreó su “Sueño con serpientes” junto a la murga uruguaya Agarrate Catalina y a la cantante Lula Bertoldi-, Sergio Arau, Jaime López, la ya citada Sara Correia –en un tango/fado que tiene letra de Alicia Sherman, la compañera de vida de León- y Roger Waters –que puso unas palabras emotivas para la reversión de “Gira, gira girasol”, que Gieco hizo sobre la voz del autor del tema, el chileno Víctor Jara-: “Por qué no podía grabar con Jara; si viviera, seguramente seríamos amigos”.
Lo que suena en el álbum son canciones que llevan a fuego la marca Gieco/Gurevich. Melodías y ritmos que pasan por las músicas tradicionales argentinas, por el rap, por el blues, por el folk norteamericano. Letras que hablan muy centralmente de los derechos humanos, de los desaparecidos, de las ausencias. “Una vez, Evo Morales me dijo que ‘la lucha es permanente’. Y tiene razón. Por eso es que sigo hablando de estas cosas”, respondió a otra pregunta. “Y sí creo que hay una gestión mafiosa en la justicia”, completó. Sin embargo, tampoco falta en el disco ese toque humorístico/sarcástico muy característico en él, como ocurre con el tema “Alimentación.com” que construyó solo con elementos químicos y sustancias contenidas en montones de bebidas y alimentos envasados, jugando a la manera de “Ojo con los Orozco”.
En el futuro cercano, entonces, habrá nuevo disco pero también, probablemente, una biografía documental sobre su vida y una nueva versión de “De Ushuaia a La Quiaca”, cuyos ”derechos serán para el canal Encuentro”. León Gieco de regreso. A pleno.