1923: Harrison Ford y Helen Mirren le ponen el cuerpo a los Dutton, en el año que vivieron en peligro
1923 (Estados Unidos, 2022). Creador: Taylor Sheridan. Elenco: Harrison Ford, Helen Mirren, Brandon Sklenar, Darren Mann, Julia Schlaepfer, Michelle Randolph, Jerome Flynn, Aminah Nieves, Brain Geraghty, James Badge Dale. Disponible en: Paramount+. Nuestra opinión: muy buena.
La historia de los Dutton de Montana encuentra un nuevo capítulo en la franquicia de Taylor Sheridan en Paramount+. Primero fue el presente, con Yellowstone y la familia comandada por John Dutton (Kevin Costner) defendiendo su rancho de las crecientes disputas por la tierra con las comunidades originarias y los emprendedores turísticos; luego el pasado legendario en 1883, con la llegada a la región de James Dutton (Tim McGraw) y su familia, la gestación de ese primer enclave y su legado. Y ahora Sheridan despliega una nueva etapa a comienzos del siglo XX, cuando el patriarca Jacob Dutton (Harrison Ford) debe enfrentar la plaga y la sequía, pero también la codicia de los nuevos ocupantes de la región, criadores de ovejas que buscan su futuro en las colinas del Oeste.
Si en cada una de esas historias había un rostro que las hacía cercanas para el espectador, propias del western, deudoras de una mitología nacional pero también cinematográfica –primero Kevin Costner con su aura de clasicismo intacta, y luego Sam Elliott y su voz cascada por el aire de las llanuras-, ahora son dos los nombres que elevan a 1923 de ser un mero eslabón en esa historia familiar y la convierten en una epopeya por derecho propio. Harrison Ford y Helen Mirren dan vida a Jacob y Cara Dutton, ganaderos en una Montana todavía salvaje, guiada por la tímida ley de una nueva civilización, pero sometida a los cambios de una época convulsa. La Ley Seca, los efectos de la primera guerra mundial la escasez de pastizales debido a la sequía y la plaga, las innovaciones tecnológicas en la vida doméstica, las tensiones entre la ganadería y otras formas de la actividad agrícola en la región. Muchos son los desafíos para los Dutton, el futuro parece acercarse a pasos agigantados.
Aún más que las series anteriores, 1923 profundiza en la relación entre la Historia y los relatos cinematográficos que la divulgaron de forma masiva. Así, hay mucho del western clásico, más heredero de período posterior a La diligencia (1939) –y tomando quizás a Río Rojo (1948) como mejor exponente- que al género pionero del cine mudo, todavía a tientas en la iconografía que le sería propia. Pero también ecos del cine de aventuras con África y su geografía como territorio privilegiado, también los aires edulcorados del melodrama romántico –pegado al estilo de los 80 con Dallas y Dinastía- y la gestación de un suspenso necesario para unir 1923 con el futuro conocido de Yellowstone, en el que uno de los Dutton será el artífice de la continuidad del apellido. La dirección de Ben Richardson –quien ha dirigido en todos los productos de la factoría Sheridan- apela a sostener ese imaginario ya familiar, los cielos teñidos de colores, las praderas en planos amplios, la selva haciendo realidad los viejos fondos artificiales del Hollywood de antaño.
La historia comienza con el relato de una pérdida. Jacob debe hacerse cargo del rancho de Montana luego de la muerte de su hermano James; criar a sus dos sobrinos, llevar a la prosperidad esa tierra todavía salvaje. Jacob es un vaquero del siglo XIX, curtido en la frontera, peleando con los bandidos y los cuatreros. En su vejez no está dispuesto a perder lo conseguido, y en una corte del condado deja en claro que la vieja ley de la horca puede más que la autoridad del nuevo sheriff. El desafío ahora es alimentar al ganado en tierras altas, debido a la escasez de forraje, y estar firme en la disputa con los irlandeses criadores de ovejas, dispuestos a desoír la potestad de los pioneros. Uno de sus sobrinos, John (James Badge Dale), está a su lado, también su sobrino nieto Jack (Darren Mann), intrépido heredero a punto de casarse. Pero Spencer (Brandon Sklenar), el menor y exsoldado marcado por la Gran Guerra europea, despilfarra su temeridad en las selvas africanas, librando de predadores a las colonias británicas.
La verdadera historia comienza cuando estalla la sangrienta disputa por la tierra a fuego y muerte, y la reunión de los vástagos Dutton es imprescindible para la supervivencia. En esa lógica, lo mejor está con Ford y Mirren a caballo o escopeta en mano, en el corazón de ese Oeste bárbaro. Los otros brazos del relato, tanto el universo colonial africano como la historia de Teonna Rainwater (Aminah Nieves), una nativa castigada brutalmente en un internado católico –línea narrativa que tarda en alinearse con la historia principal- se sumergen en innecesarios clisés románticos o terroríficos, según sea el caso. Lo interesante del entramado Dutton de Sheridan es que ninguno de sus epígonos funciona como estricta precuela, sino como un universo con derecho propio, que encuentra su lugar en el gran relato sin fundar su interés en guiños a los seguidores o secretitos que serán necesarios para entender el universo completo.
1923 expresa la efectividad del pulso narrativo de Sheridan , la construcción de un imaginario más mítico que real, y sobre todo la exploración de la fuerza de sus estrellas al mando de una historia que busca la épica de la misma manera que sus protagonistas anhelan la supervivencia.