'Alice in Borderland' vuelve a Netflix y ahora 'El juego del calamar' es su mayor problema
Los juegos de supervivencia macabros volverán a estar de moda esta Navidad. Al menos es el pronóstico que anticipo para los próximos días. Porque después del éxito de El juego del calamar, el catálogo de Netflix recupera la tendencia que tantos beneficios le dio durante la pandemia estrenando la segunda temporada de Alice in Borderland, la serie japonesa de corte similar que muchos usuarios descubrieron gracias al impacto del calamar en el mundo.
Cómo olvidar el furor que vivimos en 2021. Es decir, por mucho que Merlina continúe su onda expansiva como adicción seriéfila del momento, la serie creada por Tim Burton no iguala el furor, tendencia y éxito que tuvo El juego del calamar. Ninguna serie lo ha conseguido todavía. Lo que vivimos el año pasado con esta historia de supervivencia surcoreana fue de otro mundo. Un furor que fue despertándose gracias al boca a boca del público y que no dejó de crecer durante varios meses. De repente teníamos hambre de series y películas del mismo subgénero, con un interés inesperado por obras similares como Cube/El cubo (1997) y Battle Royale (2000), mientras muchos descubríamos una serie que había pasado desapercibida durante casi un año: Alice in Borderland. Aquella adaptación del famoso manga japonés de Haro Aso se había estrenado en la misma plataforma en diciembre de 2020, unos nueve meses antes que El juego del calamar, pero unos pocos se habían dado cuenta de su existencia.
Se trataba de otra serie distópica, tan violenta, sangrienta y dramática, que nos trasladaba a una ciudad de Tokio abandonada por la humanidad, a excepción de un grupo de supuestos supervivientes convertidos en peones obligados dentro de un juego constante con la muerte como castigo. A través de protagonistas juveniles y con arcos dramáticos más ligeros que rondaban en torno a la amistad y la culpa, la serie servía como alternativa de El juego del calamar para un público menos exigente o adolescente. Sin embargo, la verdad es que si no fuera por el éxito de la serie de los símbolos y juegos infantiles coreanos, probablemente Alice nunca hubiera llegado a tener la repercusión que tuvo.
Ahora, la segunda temporada de Alice in Borderland aterriza en Netflix dos años después de su estreno con diez episodios que no solamente expanden el universo y la trama de los personajes, sino que intentan dar algunas respuestas a todo el misterio que rodea a este juego sin fin. ¿Quién lo maneja? ¿Cuándo termina? ¿Se puede volver al mundo real?
La acción, drama, camaradería, los juegos mentales y macabros regresan con una temporada más interesante al permitirnos conocer más a fondo a Arisu (Kento Yamazaki), Usagi (Tao Tsuchiya) y al gran favorito del público, Chishiya (Nijirô Murakami). Pero también al sacarnos de los enclaves distópicos de la gran ciudad y llevarnos por rincones de esta ‘Borderland’ tan desconocida. Todo esto acompañado por juegos que contagian la tensión, adrenalina y el drama de quienes los están viviendo, sin glorificar la violencia, sino haciendo hincapié en la faceta humana de todas las víctimas que van cayendo en el camino.
No obstante, más allá de las virtudes la serie también comete el mismo error del pasado el recurrir a un sentimentalismo exagerado cuando explica las intenciones emocionales de sus personajes. Porque no hace falta que todos los sentimientos, miedos y culpas se desarrollen con tanto detalle, y un dramatismo que a veces conduce nuestro compromiso por el camino de la duda ante secuencias que se tornan innecesarias y sobreactuadas. Sin embargo, es en los momentos de supervivencia donde la serie brilla a través de la tensión que aportan los juegos, la música trepidante y el diseño argumental de cada desafío con giros inesperados a la vuelta de la esquina.
Sin embargo, por más que sea efectiva como serie de acción, atractiva e incluso, en los momentos que estamos dentro de un juego, adictiva, tiene un problema que se llama El juego del calamar. Es decir, antes fue su salvación y escaparate perfecto para darse a conocer, pero ahora es todo lo contrario.
Cuando vimos la primera temporada muchos sencillamente queríamos descubrir más universos distópicos y revivir la adrenalina que nos contagió la serie de Hwang Dong-hyuk. Y Alice in Borderland fue una buena alternativa como sustituta provisional. Pero ahora que El juego del calamar pasó a la historia como la serie más vista de Netflix (acumula 1.65 mil millones de horas vistas, cuando Merlina o Miércoles de momento es la más vista en inglés pero con 1.2 mil millones de horas) y se mantiene como un fenómeno que dejó huella en la memoria colectiva del mundo, resulta inevitable ver Alice in Borderland y sentir que no termina de estar a la altura.
Sí, es una buena segunda temporada pero tiene el hándicap inevitable de la comparación. Ahora, por mucho que intenten evitarlo, todas las series y películas sobre juegos de supervivencia van a ser comparadas con El juego del calamar, con su efectismo, niveles de tensión, drama, adrenalina e inteligencia narrativa con mensajes sociales, políticos y de clasismo de por medio. Y en esta comparación Alice in Borderland no sale bien parada por culpa de una narrativa que no arriesga de la misma manera en cuanto a revelaciones y respuestas, que se queda estancada en un dramatismo insistente en torno a la culpa y el deseo de supervivencia con diálogos vacíos que no hacen más que decir en voz alta lo mismo que la secuencia transmite. Porque no termina de haber un mensaje claro más que acción, drama y juegos macabros, que la distancian del efecto que tuvo El juego del calamar.
Aquellos que quieran ver una serie sobre juegos de supervivencia, pasar nervios un rato y formar parte del juego macabro de intentar comprender de qué va todo esto, tienen una buena alternativa en esta segunda temporada. Sin embargo, sospecho que todos los que vivieron el furor de El juego del calamar no van a poder evitar cierto nivel de decepción o sentir que faltan algunos peldaños para que nos haga vivir el mismo tipo de experiencia.
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