La película terrible de Ana de Armas que puso en juego su carrera antes de dar el salto a Hollywood
Un título de fuerte contenido sexual propulsó los prejuicios que había sobre su trayectoria y se saldó con críticas muy negativas.
Ana de Armas ha grabado su nombre en Hollywood, erigiéndose como una de las actrices latinas más talentosas del panorama cinematográfico actual. Sus papeles en Entre navajas y secretos, la saga James Bond o su nominación al Oscar por Blonde lo dejan claro, aunque llegar hasta este punto no ha sido tarea fácil.
Solo hay que ver las penurias por las que pasó en los inicios de su trayectoria en España, donde el encasillamiento en roles adolescentes y la falta de confianza en su figura para proyectos adultos ahogaban sus opciones de éxito. De hecho, en esta línea de proyectos juveniles, se explotó su figura de la peor manera posible, con una película de alto contenido sexual y enfoque extremadamente banal y gratuito que llevó a la actriz a replantearse seriamente su trayectoria.
Antes que nada, debemos remontarnos a su salto a la fama, cuando se trasladó de Cuba a España y se convirtió en una estrella nacional con la serie El internado. A través de esta historia adolescente de terror, que involucraba una misteriosa escuela y numerosos triángulos amorosos, esta ficción estrenada de 2007 se consolidó como uno de los mayores éxitos televisivos españoles, haciendo que su reparto, con de Armas pisando fuerte como su protagonista femenina principal, desatara furor allá por donde pisaba.
Este éxito, sumado al de otras series españolas de aquel entonces como Física o Química, Los hombres de Paco o SMS: Sin miedo a soñar, hizo surgir la idea de una película que reuniera a todas las estrellas juveniles del momento, de exprimir en taquilla el furor que habían desatado en televisión. Nace así Mentiras y Gordas, un título estrenado en 2009 que, en teoría, buscaba usar a su reparto estelar una trama que condenaba los vicios adolescentes, sin embargo, la realidad fue bien distinta.
Una película banal repleta de sexo explícito
El film, por así decirlo, se rindió en exceso al carisma de Ana de Armas y del resto de intérpretes, donde encontramos nombres como el de Mario Casas, Hugo Silva, Yon González, Maxi Iglesias o Alejo Sauras. Lo que iba a ser un alegato contra las drogas, el sexo descontrolado o la fiesta excesiva, acabó siendo una sucesión gratuita de momentos subidos de tono donde se exprimía a sus protagonistas sin límite alguno, con escenas sexuales extremadamente banales y ridículas que parecían puro porno.
Fue un éxito en taquilla, pero la crítica la destrozó y quedó grabada para la historia como una de las producciones más deplorables del cine español. Como es lógico, esto no hizo ningún bien a ninguno de sus actores, que se vieron sexualmente expuestos en pantalla a un nivel que ellos ni siquiera acordaron. Ana de Armas no ha hablado abiertamente del tema, pero, con el paso del tiempo, algunos de sus compañeros han reseñado lo tóxica que fue su producción y lo mucho que limitó sus opciones de crecer como actores.
Por ejemplo, Yon González, que también fue compañero de Ana de Armas en El Internado, destacó en 2016 para La voz de Cádiz que su desnudo integral en Mentiras y gordas no estuvo estipulado por contrato. “Ni se negoció el desnudo ni me lo pagaron. Por eso hay que tener cuidado al depositar las ilusiones en cualquier parte. Hay que estar siempre bien rodeado de gente que te asesore bien, honestamente”, destacaba el actor.
Años más tarde volvió a sacar el tema en otra entrevista con Vanity Fair, donde resaltó que se aprovecharon de su condición de estrella en ciernes inexperimentada. “No fue por el hecho de salir desnudo. De hecho, en esa película salgo en pelotas. Fue por el hecho de aprovecharse de la inocencia e ignorancia de un chico que acaba de entrar en la profesión. Aquello era algo que debía estar en una cláusula del contrato y que hoy día sería inviable”.
Aunque Ana de Armas, que también contó con desnudos en Mentiras y gordas, no se pronunciara, su respuesta quedó implícitamente clara. A causa de El internado, la industria española la estaba encasillando en proyectos de este calibre, en propuestas banales adolescentes que impedían que creciera como actriz y que cada vez la limitaban más y más. Quedó demostrado cuando empezó a actuar en producciones de terror de bajo presupuesto como El callejón o en cintas románticas fallidas como Por un puñado de besos, a cargo de uno de los directores de este filme tan sexual y gratuito. Por ello, justo después de Mentiras y gordas, tomó una decisión drástica con su carrera.
Su marcha de España
En 2010, aunque siguiera en la cresta de la ola con El internado, decidió abandonar la serie que la catapultó a la fama. Forzó la muerte de su personaje, se arriesgó a perder el apoyo de los fans y empezó a buscar proyectos con los que desencasillarse. En principio, probó suerte en España con series de corte más adulto como Hispania, título ambientado en la época romana a cargo de los creadores de Las chicas del cable o Velvet; pero el estigma en torno a su figura le impidió crecer.
Fue entonces cuando arriesgó todo, dejó atrás su carrera en España y saltó al otro lado del charco. A través de producciones de género como El lado oscuro del deseo, comedias como Amigos de armas o producciones latinas como Manos de piedra, comenzó a trabajar con estrellas como Keanu Reeves, Jonah Hill, Miles Teller, Bradley Cooper, Edgar Ramírez, Robert De Niro o directores de éxito como Todd Phillips. Poco a poco, y gracias a su talento, pudo crecer hasta convertirse en la gran estrella que es ahora, dejando completamente atrás esta etapa oscura en la que proyectos como Mentiras y Gordas pudieron hundir para siempre su carrera.
Eso sí, durante la rueda de prensa de Blonde en el Festival de Cine de San Sebastián en 2022, reconoció que no guarda rencor a España. De hecho, su intención siempre fue seguir trabajando allí y admite le encantaría volver. “Tengo esperanzas de volver a trabajar en España”, afirmaba Ana de Armas, que insistía en lo mucho que se le encasilló en el género adolescente. “Mi objetivo no era irme a EEUU. Cuando llegó la oportunidad de Manos de piedra con un director venezolano me fui a Panamá y a partir de ahí surgió lo posterior”, concluía sobre su salto a Hollywood y su despegar internacional.
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