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Andie MacDowell: “Quiero ser vieja, estoy cansada de intentar parecer joven”

Andie MacDowell abraza el envejecimiento y no oculta sus canas
Andie MacDowell abraza el envejecimiento y no oculta sus canas

Hace tiempo que Andie MacDowell viene dando pistas respecto de la forma en que se relaciona con la vejez. Tras largos años desafiando a los cánones estéticos con su melena gris, la actriz se reafirma en su convicción de abrazar con naturalidad el paso del tiempo.

En una reciente entrevista con la periodista Katie Couric, la modelo e intérprete de 64 años habló de su presente personal y profesional y reveló cómo se vincula con ciertas críticas respecto de sus canas. “Quiero ser vieja. Estoy cansada de tratar de ser joven. No quiero ser joven. He sido joven. Ser una persona mayor tratando de ser joven es mucho esfuerzo”, opinó.

La afirmación de MacDowell sobre el envejecimiento se produce después de que la actriz Justine Bateman, de 57 años, hablara en contra del botox y los rellenos, tras las críticas que recibió en redes sociales por su apariencia.

“Creo que es importante ver la belleza a todas las edades y que no se limite a una determinada edad . De vez en cuando, le digo a alguien: ‘Soy vieja’, y me dicen: ‘¡No, no lo sos!’ Como si fuera algo horrible de decir”, apuntó la actriz de Cuatro bodas y un funeral.

Y continuó con su reflexión: “Yo les digo: ‘¿pero qué pasa si digo que soy joven? No tienen ningún problema con eso, ¿verdad? La verdad del asunto es que soy vieja y eso está bien. Eso es en lo que realmente quiero que la gente piense”, destacó.

“¿Por qué existe esa sensación de tanta vergüenza por envejecer?”, lanzó la pregunta MacDowell y ella misma la respondió: “¿Qué edad creen que tengo? Voy a cumplir 65. ¿Piensan que parezco de 75 solo porque me dejo el pelo gris?” No me importa. Quiero ser vieja. Estoy cansado de tratar de ser joven. ¡Simplemente no puedo seguir con la farsa!”, sostuvo.

MacDowell considera que las mujeres de su edad deberían disfrutar de este momento de sus vidas con la mayor plenitud que esté a su alcance. “Estamos iniciando una etapa final de la vida, no tenemos tiempo que perder sintiendo vergüenza”, concluyó la actriz.

En cuanto a su elección de mantener su cabello plateado y largo, la actriz dijo: “Se ve bien en mí. A medida que crecía, se me iluminaron los ojos. El color de ellos se empezó a ver un poco diferente y me gustó la forma en que mi piel se iba viendo mejor. Me empoderó más”, subrayó.

Luego, explicó que tomó la decisión de conservar sus canas cuando era más joven. “Pensé que me vendría bien la idea de una especie de sal y pimienta. Pensé que se vería bien en mi cara. Y cuando comenzó a crecer mi pelo durante la pandemia, veía que tenía razón. Se ve bien en mí. Me siento más poderosa, más genuina y más yo misma”.

A pesar de ello, la celebridad es consciente de cómo esa decisión pudo impactar en su carrera, sobre todo después de que, según relató, una joven periodista le preguntara qué sentía al “envejecer y perder la belleza” cuando ella cumplió 40 años. “Me entristeció por ella”, dijo Andie sobre este encuentro dos décadas atrás. “La periodista iba a ser yo algún día”, agregó.

“Hay mucha relevancia y verdad en el rostro envejecido de una mujer y en el rostro envejecido de un hombre, y cómo afecta a su carrera, la gente de la industria no sabe muy bien qué hacer con uno”, mencionó.

Contenta con su presente look, la actriz deja no obstante una puerta abierta a posibles cambios en el futuro. “Aunque pueda estar interpretando a esta persona que se siente realmente cómoda en su piel o lo que sea, no sé, en 10 años podría cambiar de opinión. No puedo saber cómo me voy a sentir.”, destacó.

La actriz fue uno de los rostros favoritos de la década del 90 y triunfó como modelo siendo la imagen de marcas como Calvin Klein y L’Oreál. Más tarde, se alejó de los flashes de Hollywood para criar a sus hijos en un rancho en Montana, Estados Unidos, en total anonimato.

En 2021, regresó a la actuación con su participación en Las cosas por limpiar, la serie que fue éxito en Netflix y que no sólo le permitió volver a jugar en las grandes ligas sino trabajar por primera vez junto a su hija Margaret Qualley, la protagonista de la historia.