Atala Sarmiento y su viaje de ensueño que se convirtió en pesadilla

Atala Sarmiento (Photo by Medios y Media/Getty Images)
Atala Sarmiento (Photo by Medios y Media/Getty Images)

POR Alejandro Feregrino-. La isla de Bali, en Indonesia, es uno de los destinos turísticos más hermosos y paradisíacos de todo el mundo. Sus maravillosas playas y templos son visitados por millones de personas cada año y muchos millones más anhelamos poder estar ahí algún día.

Este fue, precisamente, el destino que eligieron la periodista Atala Sarmiento y su esposo David Ródenas para sus últimas vacaciones.

Desde hace años, Atala vive en Barcelona junto a su esposo. La periodista de espectáculos, reconocida principalmente por su participación como presentadora de ‘Ventaneando’ y el programa de investigación ‘La historia detrás del mito’, está alejada de los reflectores, aunque sigue activa en sus redes sociales, donde se mantiene en contacto con sus fans.

En su cuenta de Instagram, Atala compartió fotografías del viaje en las que se ve feliz y disfrutando de ese bello lugar. Pero en el último día, todo cambió radicalmente y el idilio se convirtió en una completa pesadilla de un momento a otro. Ella misma lo dejó entrever en su último post en su cuenta de Instagram.

“Apenas hace unos días que contemplaba los colores de ese mar… Hoy, de vuelta en casa, sigo recuperándome del retorno tortuoso. Aún débil pero poco a poco mejorando y recordando lo hermoso que fue conocer estos paraísos”.

¿A qué se refería Atala con ese mensaje?

Ella misma lo contó en una entrevista que concedió a TVyNovelas. De acuerdo con el relato, la misma madrugada del día en que emprenderían el largo viaje de regreso, horas antes de trasladarse al aeropuerto de la ciudad de Bali, Atala comenzó a sentirse mal; entonces, su esposo llamó a un médico para que la revisara.

“Ese día teníamos que hacer el trayecto para volver a Barcelona; el doctor me dio un tratamiento, aun así, cuando llegamos al aeropuerto de Bali yo casi me desmayé porque se me había bajado la presión a niveles peligrosos, estaba bastante deshidratada”.

Ambos abordaron el avión; con el tratamiento médico y parecía que todo iba mejorando, cuando de pronto, a punto de despegar, David también comenzó a sentirse mal.

“Yo lo veía cada vez más pálido, le pregunté si estaba seguro de viajar porque eran 10 horas hasta Qatar, pero él insistía en que nos fuéramos; luego escuché a las sobrecargos decir que había otros pasajeros haciendo fila para el baño y que tenían los mismos síntomas que nosotros. Ahí sentí miedo, porque parecía una película”.

El miedo era aún mayor, pues Qatar es una monarquía absoluta, un país con una cultura y un sistema de gobierno autoritario muy distintos.

Cuando aterrizaron en el pequeño emirato, ya los esperaba una ambulancia, que los llevó inmediatamente al hospital. La situación se complicó aún más, pues las autoridades sanitarias de ese país querían descartar que se tratara de un virus infeccioso.

“Cuando nos dieron el alta nos dijeron que teníamos que esperar siete horas para el siguiente vuelo y nos quitaron los pasaportes. Tramitamos una carta autorizando que estábamos aptos para abordar un vuelo de tanta duración, pero aún no podíamos viajar”.

“Y comencé a sentir paranoia porque Qatar es un país donde los derechos humanos a veces no son los más respetados del mundo y me preocupé mucho. Ya después nos dejaron ir y tomamos el avión hasta Barcelona”.

Finalmente, todo se debió a una infección intestinal que, al parecer, ambos contrajeron durante una comida casi al final de sus vacaciones.

“En Indonesia el subdesarrollo aún es muy latente, ya se nos había advertido que era delicada la cuestión del agua y de algunos alimentos, y toda la vacación fuimos supercuidadosos David y yo”.

“Comimos en los restaurantes de los hoteles de buen nivel y el agua sólo la bebíamos embotellada; sin embargo, el último día de vacaciones estábamos en la piscina del hotel, nos comimos una ensalada y creemos que eso fue lo que nos afectó”.

Todo quedó en algo más que un susto. Poco a poco, han comenzado la recuperación.

“David está mejor, pero a mí sí me ha costado un poquito más recuperarme; aún no estoy al cien, pero ahí vamos, con muchas ganas de salir adelante”, dijo a la publicación.

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