¿Puede el autismo pasar desapercibido en niños con altas capacidades?
Para saber si el autismo puede permanecer ‘oculto’ en aquellos niños que ya hayan sido diagnosticados con altas capacidades, hemos hablado con el Dr. Manuel Antonio Fernández, especialista en neuropediatría, coordinador del Área de Neurología Pediátrica del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica y del Grupo de TDAH de la Sociedad Europea de Neurología Pediátrica, así como miembro de Grupo Top Doctors. Lo primero que nos dice es que hemos de tener claro que hay que ser muy cuidadoso con la orientación que actualmente se está dando al proceso de evaluación y diagnóstico del autismo.
“Desde mi punto de vista y el de otros muchos compañeros de profesión que nos dedicamos desde hace muchos años a esto, la manera en la que se está afrontando ahora mismo este proceso de evaluación y diagnóstico no es suficientemente ajustado a lo que se esperaría en base a la información necesaria para hacerlo”, nos dice el Dr. Fernández.
Las altas capacidades también son consecuencia de un desarrollo neurológico diferente al estándar
“De hecho, cuando cambiaron los criterios de diagnóstico del DSM-IV al DSM-V, hace ya unos años, había dudas sobre si esta modificación iba a suponer una disminución de la prevalencia de los diagnósticos de casos de autismo. Y me temo que lo que ha ocurrido es que se ha ido es al extremo contrario, generalizando o aceptando como patológicos una serie de criterios que son extremadamente flexibles y, que en base a la justificación de definir el trastorno del espectro del autismo como precisamente un espectro, cuando realmente todas las patologías son un espectro en función de la clasificación, calidad y cantidad de síntomas que tenga”, explica el neuropetriana.
“En base a esta justificación de definirlo como un espectro, estamos llegando a aceptar situaciones que, desde mi punto de vista y el de otros muchos profesionales, no son acordes al concepto de autismo”. Para el neurólogo pediátrico es importante hacer esta primera puntualización antes de abordar si el autismo puede o no pasar desapercibido en niños que tengan también altas capacidades.
Para ello, hace también una puntualización a tener en cuenta acerca de las altas capacidades, y es que “las altas capacidades también son consecuencia de un desarrollo neurológico diferente al estándar, es un desarrollo neurológico anormal” y tiene una serie de consecuencias. Estas consecuencias pueden variar de un niño a otro: “no todas las altas capacidades significan que un niño tenga un buen rendimiento en todas las áreas; para tener un buen rendimiento necesitamos capacidad, esfuerzo y autocontrol”, señala. “Y precisamente el autocontrol es una de las cosas que alteran los procesos en los que tenemos trastornos del desarrollo”.
Dicho todo esto, el Dr. Manuel Antonio Fernández confirma que los trastornos del desarrollo se pueden solapar (altas capacidades y déficit de atención, autismo con alta inteligencia en determinadas áreas…). Aun así, no le gusta emplear el término “doble excepcionalidad”, que se utiliza cuando esto ocurre, cuando un mismo niño tiene dos trastornos del desarrollo; prefiere no utilizarlo, especialmente cuando uno de los trastornos son las altas capacidades.
“Sinceramente, creo que deberíamos evitarlo”, comenta. “No digo que sea peyorativo, ni mucho menos, pero creo que es poco menos que banalizar, de forma evidentemente involuntaria, pero banalizar, las consecuencias que pueden tener estos trastornos o envolver en un halo de positivismo lo que son las altas capacidades”.
¿Puede el autismo permanecer oculto y no ser diagnosticado al presentarse junto con las altas capacidades?
“Los chicos con altas capacidades tienen una serie de conductas, comportamientos, expectativas y forma de relacionarse que, en muchas ocasiones, puede ser malinterpretado y confundirse con autismo o con otras alteraciones del desarrollo, precisamente porque sus gustos, sus intereses, las personas con las que se sienten a gusto relacionándose y demás son son de un perfil muy específico, con unos intereses característicos similares a los suyos”, señala el coordinador del Área de Neurología Pediátrica del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica.
Advierte que todas esas características se pueden confundir, por ejemplo, con los intereses restringidos, tan propios del autismo. “Un niño con altas capacidades puede tener más o menos dificultades de comunicación social, pero si la sintomatología es realmente de autismo, eso va a ser muy evidente porque su intención comunicativa, su intención social, etc., es nula”.
Los chicos con altas capacidades tienen una serie de conductas, comportamientos, expectativas y forma de relacionarse que, en muchas ocasiones, puede ser malinterpretado y confundirse con autismo
Sin embargo, aunque carezcan de intención comunicación y social, sí que es posible que estos niños sean capaces de desarrollar estrategias de camuflaje social. Así lo aseguran Beatriz Belinchón, Mario Belda y Maider Belda en el libro que han escrito conjuntamente, Hijos con altascapacidades. Educarlos felices (Ed. RBA). “Esto puede hacer que los signos de TEA (trastorno del espectro autista) sean menos evidentes, ya que, al ser muy inteligentes, pueden aprender a imitar comportamientos sociales aunque no los comprendan completamente”, dicen. Y ponen como ejemplo que un niño que sea autista y que tenga altas capacidades intelectuales puede aprender a mirar a los ojos y mantener una conversación, “aunque no lo disfrute o no lo entienda completamente”.
¿Qué apoyo necesitan niños con altas capacidades y autismo?
“Lo primero que necesitan es profesionales que sepan identificar sus características, diferenciarlas de otros cuadros y conseguir un diagnóstico certero, adecuado y precoz, y en función de ello, valorar cuáles son sus necesidades”, indica el Dr. Manuel Antonio Fernández.
El especialista subraya que, más que el diagnóstico en sí, es detectar cuáles son las necesidades específicas de cada niño o de cada adolescente y valorar entonces “qué podemos nosotros hacer para ayudarles dentro de lo que son las estrategias de intervención a nivel de terapia conductual, terapia cognitiva, suplementos nutricionales o tratamiento farmacológico para mejorar los procesos de atención, de hiperactividad, de impulsividad, de conducta, etcétera”.