¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de educar a niños con altas capacidades?
Los niños con altas capacidades requieren de un acompañamiento especial y personalizado tanto, en casa, por parte de sus padres y familiares, como en el centro escolar, por parte de sus profesores. ¿Qué es lo que hay que tener en cuenta en su educación? ¿Qué particularidades presentan? ¿Cómo se determina que un niño tiene altas capacidades? Responden a todas nuestras preguntas Beatriz Belinchón, Mario Belda y Maider Belda, que son abogada, ingeniero y psicólogo, y psicopedagoga, respectivamente, pero también adultos con altas capacidades y padres de menores a las que también se les ha diagnosticado. Hemos hablado con ellos con motivo de la publicación de su libro Hijos con altas capacidades. Educarlos felices (Editorial RBA), en el que comparten las necesidades más comunes y más básicas de estos menores.
No todos los niños con altas capacidades son identificados
En vuestro libro, desmontáis varios mitos relacionados con las altas capacidades. Me gustaría saber vuestra opinión de este otro que también se oye a menudo: “ahora todos los niños tienen altas capacidades”.
Cada niño tiene habilidades y cualidades únicas que se desarrollan de manera diferente. Los niños con altas capacidades responden a características específicas que los diferencian de la mayoría en su forma de comprender y relacionarse con el mundo.
Es verdad que en los últimos años se habla más sobre las altas capacidades, lo cual es positivo porque ayuda a visibilizar esta realidad. Sin embargo, a pesar de esta mayor atención, sigue habiendo muchos niños y niñas que no han sido identificados. Esto significa que no están recibiendo el apoyo educativo que necesitan para desarrollar plenamente su potencial.
Aunque los estudios estiman que aproximadamente un 10% de la población tiene altas capacidades intelectuales, la realidad en muchos países, incluido España, es que solo un pequeño porcentaje de estos niños está oficialmente reconocido. Esto pone de manifiesto que aún queda un largo camino por recorrer para mejorar la detección y la atención educativa.
Respondiendo a la pregunta inicial, no es que “ahora todos los niños tengan altas capacidades”. Más bien, estamos aprendiendo a identificar mejor sus características y necesidades. Cada vez que avanzamos en esta dirección, damos un paso más para garantizar que todos los niños reciban el apoyo que merecen, ya sean de altas capacidades o no.
En función de lo anterior, ¿qué son las altas capacidades y por qué se diagnostican más en los últimos años (a pesar de que sigue existiendo infradiagnóstico)?
Las altas capacidades son un conjunto de características que incluyen una elevada capacidad de aprendizaje, creatividad, curiosidad constante, pensamiento crítico y sensibilidad emocional e intelectual, entre otras. Estos rasgos no siempre se presentan de la misma forma en todos los niños, ya que existen diferentes perfiles de altas capacidades. Algunos destacan por su habilidad intelectual general, otros por talentos específicos en áreas como la música, las matemáticas, o el arte, y también están aquellos que combinan varias de estas características de maneras únicas.
En los últimos años, se están identificando más casos porque cada vez hay más personas y profesionales comprometidos en visibilizar las altas capacidades. Durante mucho tiempo, este perfil ha pasado desapercibido o ha sido malinterpretado, pero gracias a estos esfuerzos de concienciación, ahora se reconoce más la importancia de identificar y acompañar a estos alumnos.
Aún nos queda mucho trabajo por hacer, ya que no todos los niños con altas capacidades son identificados. Esto puede deberse a la falta de formación en el entorno educativo, a mitos y prejuicios asociados, o a que no todos los niños muestran sus habilidades de manera evidente en el aula. Aun así, el creciente interés y las iniciativas que se están llevando a cabo son un gran paso para que cada vez más niños y niñas puedan recibir la atención que necesitan.
¿De qué manera un test puede demostrar la inteligencia que posee un niño o un adolescente? ¿Cómo es la evaluación que se les hace cuando hay sospecha de altas capacidades?
Un test no mide la inteligencia de un niño o adolescente de manera absoluta, ya que no disponemos de herramientas lo suficientemente precisas para captar algo tan complejo. Sin embargo, nos permite aproximarnos a su potencial, ofreciendo un reflejo de sus capacidades y ayudándonos a entender mejor cómo piensa, aprende y siente.
Cuando hay sospecha de altas capacidades, la evaluación que realizamos está estructurada en cuatro sesiones, diseñadas para ser rigurosas y adaptadas al ritmo de cada familia y del niño:
Primera sesión: Historia. En esta primera etapa, se recoge información detallada sobre el desarrollo evolutivo del niño desde su nacimiento hasta el presente. Esto incluye aspectos como hitos de desarrollo, antecedentes médicos, historia familiar y escolar, intereses y comportamiento observado. Se realiza mediante un cuestionario y una entrevista estructurada. La sesión tiene una duración aproximada de una hora y puede llevarse a cabo de forma presencial u online, según las necesidades de la familia.
Segunda y tercera sesiones: Evaluación presencial. Estas sesiones se centran en la aplicación de pruebas específicas diseñadas para explorar diferentes áreas del perfil del niño, como habilidades intelectuales, creatividad, aspectos emocionales y sensoriales. Cada sesión tiene una duración aproximada de dos horas, aunque existe la posibilidad de concentrar todo el proceso en una sola jornada de evaluación intensiva (alrededor de cuatro horas, incluyendo pausas). Se recomienda realizar estas sesiones por la mañana para asegurar que el niño esté en su mejor estado cognitivo y emocional, minimizando el impacto del cansancio o las actividades del día.
Última sesión: Devolución de resultados. En la última sesión se comparten con la familia las conclusiones obtenidas de la evaluación. Se entrega un informe que incluye el análisis del perfil del niño junto con recomendaciones específicas para su acompañamiento y desarrollo. Esta sesión también puede realizarse de forma presencial o virtual, según lo que sea más conveniente para la familia.
El objetivo de la evaluación es ofrecer una visión integral del niño, abarcando tres áreas fundamentales:
Perfil intelectual y creatividad: incluye pruebas para valorar razonamiento, memoria, resolución de problemas, velocidad de procesamiento y fluidez creativa.
Perfil emocional y personalidad: explora aspectos como la sensibilidad emocional, la motivación intrínseca y la capacidad de regulación emocional.
Perfil sensorial y estilos de aprendizaje: analiza características relacionadas con la alta sensibilidad, las preferencias sensoriales y los canales principales de recepción de información.
El objetivo final es conocer al niño en profundidad, entender sus características únicas y proporcionarle las herramientas necesarias para potenciar su desarrollo, siempre respetando su ritmo y necesidades individuales.
En el libro habláis de dobles excepcionalidades y, en concreto, señaláis características de los niños con altas capacidades que habitualmente se asocian a niños con TDAH. ¿Cómo distinguir entonces las altas capacidades de un TDAH?
La doble excepcionalidad, como la coexistencia de altas capacidades y TDAH, es un tema complejo que puede llevar a confusiones en el diagnóstico. Ambos perfiles pueden compartir características como la dificultad para iniciar o completar tareas siguiendo instrucciones, problemas para gestionar el tiempo o seguir un orden secuencial. Sin embargo, existen matices clave que los diferencian y que deben ser cuidadosamente analizados en una evaluación multidimensional.
En los niños con altas capacidades, estas dificultades suelen estar relacionadas con su estilo cognitivo. Por ejemplo, pueden desmotivarse si las tareas no les resultan suficientemente desafiantes o significativas, o bien pueden tener un pensamiento no lineal que les lleve a buscar conexiones más amplias antes de terminar una actividad concreta. En cambio, en el TDAH, estas dificultades están más asociadas a un déficit neurobiológico en la autorregulación de la atención y el control de impulsos, lo que afecta su rendimiento de manera generalizada y no solo en contextos específicos.
Para distinguir entre altas capacidades, TDAH o una posible doble excepcionalidad, la evaluación debe ser rigurosa, integral y personalizada, incluyendo los siguientes aspectos:
Análisis detallado del contexto. Es fundamental recoger información del entorno escolar, familiar y social del niño, observando cómo se manifiestan sus dificultades y fortalezas en diferentes contextos. Esto ayuda a identificar si los desafíos están relacionados con la falta de estimulación, las dinámicas del aula, o si persisten de manera constante en cualquier situación.
Evaluación cognitiva y creativa. Se aplican pruebas específicas para medir el potencial intelectual y creativo del niño, valorando su capacidad de razonamiento, resolución de problemas y pensamiento divergente. Estas herramientas nos ayudan a identificar si las dificultades derivan de un perfil de altas capacidades que no está siendo estimulado adecuadamente.
Evaluación de la atención y funciones ejecutivas. Se utilizan cuestionarios y pruebas neuropsicológicas que evalúan aspectos como la atención sostenida, el control de impulsos, la memoria de trabajo y la capacidad de planificación. En el TDAH, suelen detectarse déficits significativos en estas áreas que van más allá de lo esperable por la edad del niño.
Perfil emocional y sensorial. Muchos niños con doble excepcionalidad tienen un perfil emocional complejo y una alta sensibilidad que puede agravar las dificultades asociadas al TDAH o las altas capacidades. Por eso es crucial evaluar su regulación emocional, motivaciones y respuestas sensoriales.
Observación de patrones temporales. En el TDAH, las dificultades son más consistentes y menos dependientes del contexto, mientras que en las altas capacidades, los problemas suelen variar en función del interés o la conexión que el niño tenga con la tarea.
Una evaluación precisa requiere una visión multidisciplinar, combinando pruebas objetivas con la experiencia del evaluador. También implica escuchar a las familias, a los docentes y, sobre todo, al propio niño, para construir un diagnóstico que no solo sea acertado, sino que también permita diseñar estrategias personalizadas para potenciar sus fortalezas y gestionar sus desafíos.
Teniendo en cuenta esas características comunes, supongo que será habitual que niños que en realidad tienen altas capacidades sean derivados a una evaluación de TDAH: ¿pueden detectarse las altas capacidades en una evaluación orientada a este trastorno?
Es posible que en una evaluación orientada al TDAH se detecten indicios de altas capacidades, pero no siempre se identifican de manera completa. Esto ocurre porque las pruebas específicas para diagnosticar TDAH no suelen incluir herramientas diseñadas para evaluar el potencial intelectual, creativo o emocional en profundidad. Por eso, cuando se observan características propias de altas capacidades durante la evaluación, es fundamental ampliar el proceso con pruebas específicas que permitan un análisis integral del perfil del niño.
Las adolescentes con altas capacidades pueden ser más propensas a desarrollar dificultades relacionadas con la conducta alimentaria
Otro de los mitos que desmontáis es “no es tan listo, lo que pasa es que lo han estimulado mucho”. ¿No es acaso eso lo que permite la plasticidad cerebral, aumentar el potencial y las capacidades y habilidades cognitivas de los niños si se ejercita de manera adecuada?
Es cierto que el contexto y la estimulación adecuada tienen una influencia directa en el desarrollo de las capacidades cognitivas, gracias a la plasticidad cerebral. Sin embargo, para que la estimulación sea efectiva y permita alcanzar niveles altos de desarrollo, primero debe haber una potencialidad natural. Es decir, no se pueden generar capacidades que no existen de base, por mucho que se estimule.
Lo que sí conseguimos con un entorno enriquecido y una estimulación adecuada es que el niño alcance el máximo desarrollo de sus recursos cognitivos disponibles, potenciando lo que ya está presente de manera innata. Por eso, en el caso de las altas capacidades, es clave ofrecerles retos y estímulos acordes a su potencial.
Dedicáis un capítulo entero a las altas capacidades en mujeres, ¿por qué? ¿Presentan diferencias las niñas y las adolescentes con altas capacidades respecto a los chicos que también las tienen?
Dedicamos un capítulo a las altas capacidades en mujeres porque su identificación sigue siendo más difícil que en los chicos. Las niñas y adolescentes con altas capacidades suelen adaptarse al entorno y, a menudo, camuflan sus capacidades para encajar socialmente, lo que puede llevar a que pasen desapercibidas. Además, enfrentan estereotipos y expectativas sociales que condicionan su desarrollo y el reconocimiento de su potencial.
También es importante señalar que las niñas con altas capacidades suelen tener un perfil emocional complejo, caracterizado por una alta sensibilidad y autocrítica. En la adolescencia, muchas priorizan el encajar en su grupo social sobre destacar sus habilidades, lo que refuerza esta invisibilidad. Abordar estas diferencias es clave para comprender sus necesidades específicas y ofrecerles el apoyo que merecen para desarrollar plenamente su potencial.
Señaláis que, con las chicas adolescentes con altas capacidades, hay que prestar atención a su salud mental ligada a la autoimagen para prevenir dificultades en la conducta alimentaria: ¿son más propensas a padecer un trastorno de este tipo? ¿Por qué?
Sí, las adolescentes con altas capacidades pueden ser más propensas a desarrollar dificultades relacionadas con la conducta alimentaria, aunque no nos alarmemos porque no es algo generalizado. Esto se debe a una combinación de factores. Por un lado, su perfeccionismo puede llevarlas a establecer estándares muy exigentes consigo mismas, incluyendo su apariencia física, lo que, unido a una autocrítica intensa, aumenta su vulnerabilidad. Además, su alta sensibilidad emocional y sensorial las hace experimentar de manera más intensa los comentarios, comparaciones o críticas externas, afectando a su percepción de sí mismas.
Su habilidad para percibir y reflejar las emociones de los demás puede hacer que sientan la necesidad de encajar o agradar, lo que a veces provoca que valoren más lo externo que su verdadera identidad y capacidades, distorsionando su autoconcepto. Un entorno seguro, donde puedan expresar sus emociones y recibir apoyo, es clave para prevenir estas dificultades y promover un desarrollo emocional saludable.
¿Por qué no es extraño el fracaso escolar en menores con altas capacidades?
El fracaso escolar en menores con altas capacidades no es extraño porque, aunque tienen un gran potencial, su desarrollo educativo está estrechamente ligado a la motivación. Si no encuentran un entorno que les rete intelectualmente y les motive a aprender, pueden desconectarse del proceso educativo.
Falta de conexión con el aprendizaje: Cuando las tareas son demasiado fáciles, repetitivas o poco significativas, pierden interés y motivación, lo que afecta su rendimiento y les lleva a desconectarse del aula.
Desajuste entre sus intereses y el currículo: Suelen tener un potencial de aprendizaje muy amplio y profundo en ciertas áreas que no siempre coincide con los contenidos escolares, lo que les hace percibir el aprendizaje formal como irrelevante.
Necesidad de autonomía: Los niños con altas capacidades tienden a aprender mejor cuando pueden explorar a su ritmo e investigar por su cuenta. En un sistema rígido que limita su autonomía, se sienten frustrados y desmotivados.
Impacto del perfeccionismo: La búsqueda constante de resultados perfectos puede paralizarlos cuando enfrentan tareas que no dominan rápidamente, afectando su confianza y motivación.
Falta de un entorno de apoyo emocional: La comprensión y el reconocimiento de su forma particular de aprender y motivarse son esenciales. Sin este apoyo, pueden sentirse aislados o incomprendidos, lo que refuerza su desconexión con el aprendizaje.
El fracaso escolar en estos niños no se debe a la falta de capacidades, sino a un sistema educativo que no fomenta su motivación intrínseca ni reconoce su estilo de aprendizaje único. Adaptar el entorno educativo y conectar los contenidos con sus intereses es clave para mantener su curiosidad y ganas de aprender.
¿Cómo debe ser la adaptación escolar para que sea adecuada y el menor pueda sacar partido a todo su potencial?
La adaptación escolar debe ser flexible y personalizada, teniendo en cuenta las necesidades individuales del menor. No siempre es necesario que un niño o adolescente con altas capacidades adelante un curso académico. Lo importante es ofrecer opciones que permitan al estudiante desarrollarse a su ritmo y mantener su motivación. ¿Cómo debería ser la adaptación escolar?
Currículo enriquecido: Incluir actividades más complejas, proyectos interdisciplinares y retos adaptados a su nivel, incluso en el mismo grupo de edad.
Agrupaciones por intereses o capacidades: Favorecer que trabajen en ciertos momentos con otros compañeros que compartan sus intereses o nivel, independientemente de la edad. Esto no solo les motiva, sino que también mejora su socialización y sentido de pertenencia.
Flexibilidad en los tiempos de aprendizaje: Permitir que avancen en ciertas materias más rápido si tienen interés o dominio en ellas, sin necesidad de cambiar de curso completo.
Metodologías activas: Fomentar la investigación, el aprendizaje basado en proyectos y la resolución de problemas, para que puedan explorar temas de manera profunda y creativa.
Atención a su perfil emocional y social: Ofrecerles apoyo para gestionar sus emociones y favorecer su integración social, especialmente si se sienten diferentes o incomprendidos.
Tutorías individualizadas: Contar con un docente de referencia que les acompañe en su desarrollo, adaptando estrategias según sus intereses y progresos.¿Es necesario adelantar un curso?
¿Es siempre necesario que el niño o el adolescente adelante un curso académico?
No en todos los casos. Aunque algunos niños se beneficien de la aceleración como medida de intervención, para otros puede ser contraproducente. Antes de acelerar a un niño, es fundamental valorar su madurez, su relación con el grupo, sus habilidades sociales y su perfil emocional. Además, para que la aceleración tenga más posibilidades de llegar a buen término, el niño, además de su capacidad cognitiva, debe tener competencias laterales desarrolladas acorde a las necesidades del nuevo curso, como funciones ejecutivas, capacidad de organización y ciertas habilidades que se adquieren con la experiencia escolar.
También es imprescindible el apoyo y la comprensión por parte de los profesores, ya que una aceleración requiere mucho acompañamiento, seguimiento continuo y, en muchos casos, medidas complementarias como el enriquecimiento curricular o tutorías personalizadas. Este enfoque integral asegura que el estudiante pueda afrontar las demandas del nuevo curso sin sentirse desbordado y aprovechar al máximo esta oportunidad.