Bea, la novia que eligió un precioso vestido con capa inspirado en 'El tiempo entre Costuras' para su boda en Madrid
Cuando Bea y Miki se conocieron en una fiesta de disfraces gracias a una curiosa anécdota, ninguno de los dos sabía que aquella casualidad iba a desembocar en una preciosa historia de amor que, ocho años más tarde, acabaría en casa, perrita y boda. Basta echar un vistazo a las fotos de su gran día para ver que esta pareja derrocha naturalidad, simpatía y mucho, mucho amor. Un amor que quisieron compartir con sus familiares y amigos el pasado 15 de junio, cuando se casaron en la iglesia de ICADE, en Madrid. Posteriormente, disfrutaron de una celebración en la finca El Pendolero, que comenzó en un cóctel con el skyline de la capital al atardecer como telón de fondo y finalizó con una gran fiesta hasta el amanecer. Para su gran día, esta novia confió en Valenzuela Atelier, junto a quien creó el vestido de sus sueños inspirándose en un diseño de Sira Quiroga, de El tiempo entre costuras. Hablamos con ella para conocer todos los detalles de este precioso look nupcial, así como del enlace con el que, a día de hoy, siguen soñando ambos.
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Al comenzar a pensar en su vestido de novia, Bea tenía claro que, para ella, lo más importante era sentirse a gusto "tanto con el diseño, en el sentido de que sea algo que te guste a ti más que algo que esté de moda, como en el de estar cómoda físicamente, en mi caso lo era, por ejemplo, poder bailar y saltar". Como es normal en toda novia, reconoce que miró muchos diseños de otras novias que le inspiraron, pero sin dejarse llevar por las tendencias, sino por lo que le gusta y le sienta bien a ella.
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Hay mujeres que no tienen ni idea de qué estilo quieren llevar en su gran día, y otras que tienen clarísimo cada detalle de su look nupcial. En el caso de Bea, ella partía de un punto intermedio, puesto que sabía que no quería llevar ni velo ni cola, pero, como suele ocurrir, otras muchas ideas fueron surgiendo poco a poco en el atelier. "Me inspiré en un vestido blanco que llevó la protagonista de la serie El tiempo entre costuras en uno de los capítulos y lo junté con la imagen de hada de los bosques que siempre había tenido en mente" nos explica.
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Para dar vida a esas ideas que tenía en la cabeza, eligió la firma Valenzuela, ya que supieron entenderla a la perfección desde el principio -"casi mejor que yo misma"- señala. "Tuve mucho feeling a lo largo del proceso con todo el equipo, especialmente con María, quien, en cuanto le enseñé la foto del vestido en el que quería basarme y le expliqué la inspiración que tenía, me dio ideas increíbles para llevarlo a cabo, incluso cosas que en un principio pensaba que no iban conmigo, como los bordados, fue exactamente lo que le faltaba a mi vestido, como ella me hizo ver, proponiéndome una tela preciosa de bambula bordada para la falda".
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Bea recuerda el proceso de creación del vestido como una de las partes más emotivas y bonitas de la preparación de la boda, tanto para ella como para su madre, su suegra, su hermana o su prima, quienes estuvieron con ella a lo largo de las citas. "Además, fue una experiencia única, porque nunca me había hecho un vestido a medida desde cero. Primero, con la foto del vestido que salía en la serie, fuimos viendo cuál sería la forma, decidiendo el largo, el escote, la espalda… y, más adelante, vinieron las telas, que fueron una gran sorpresa porque nunca me habría imaginado casándome con lino, en el caso del cuerpo o con una tela bordada, en el caso de la falda" reconoce.
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El resultado fue un favorecedor diseño de escote halter que combinaba diferentes tejidos naturales y detalles especiales como delicados bordados florales. Uno de los retos era cómo conseguir llevar los hombros cubiertos en la iglesia y aportar el efecto de velo y cola, ya que no iba a llevar ninguno de los dos, sin renunciar a la preciosa silueta que habían ideado para el vestido, algo que lograron sin problema desde Valenzuela gracias a una capa muy ligera que no aportaba pesadez, sino que completaba a la perfección la imagen onírica que tanto le gusta a Bea. "La verdad es que el resultado me pareció increíble" señala.
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"Me parece importante cumplir con las tradiciones en una boda y, de hecho, intenté hacerlas todas" confiesa. En su caso, el 'algo azul' lo llevó la cinta del ramo, el 'algo nuevo' en los pendientes, un regalo de la familia de Miki, y el 'algo viejo y algo prestado' en los zapatos, un antiguo par de su madre que rediseñó y adaptó a su talla.
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En cuanto a las joyas, lució, como es habitual en toda novia, el anillo con el que Miki le había pedido matrimonio, un diseño tipo 'tu y yo’' de diamantes y dos esmeraldas en los extremos, y los pendientes que le había regalado su familia en la pedida, también de diamantes con forma de estrella.
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Al preparar cada detalle de una boda, desde el vestido hasta el menú o las flores, es importante escuchar a los profesionales y dejarnos aconsejar, algo que hizo Bea con su ramo. "Aunque siempre había querido llevar un ramo de camelias blancas, me explicaron en la floristería que son flores muy delicadas y que era difícil que aguantasen todo el día, así que me recomendaron otras de temporada, y finalmente me decanté por un ramo de peonías blancas".
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Esta novia tenía también muy claro el estilo de look de belleza que buscaba, muy natural y en línea con el vestido. "El maquillaje y el peinado los hice con Ángela Blanco, y ambos los tenía muy claros desde el principio. Para el maquillaje quería algo natural y luminoso, porque normalmente voy muy poco maquillada, y el peinado siempre me he imaginado con un semirrecogido, como suelo llevar yo el pelo en el día a día, y añadirle algo de flor natural que le diera un toque campestre, que fue la paniculata".
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La historia de Miki y Bea comienza en una escena digna de una película romántica. Se conocieron en una fiesta de disfraces que daba una amiga en común, él iba disfrazado de médico, ella de gótica… y les unió el 'odio' a un alimento que suele encantarle a la gente.
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"Como anécdota divertida, a ninguno de los dos nos gusta el queso y en la fiesta en que nos conocimos había unos pinchos de sandía con queso que Miki, que estaba a mi lado en ese momento, pensó que eran de sandía y chocolate blanco. Al probarlo, hizo una mueca muy rara y le pregunté si le pasaba algo, me dijo que no le gustaba el queso, a lo que yo le contesté que a mí tampoco y empezamos a hablar; siempre hemos tenido la bromita de que nuestro amor surgió de nuestro mutuo desamor al queso".
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Aquella noche ya quedaron en que se verían dos días después en el concierto de ACDC en el Calderón, donde ella trabajaba de acomodadora y él iba de público, y desde ese día, hasta hoy. Ocho años después, en el día exacto de su aniversario, él hizo la gran pregunta.
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"Yo siempre he querido casarme algún día y desde bien pronto en nuestra relación me di cuenta de que quería que ese hombre fuera Miki, pero era un paso para el que ninguno de los dos tenía prisa, por lo que después de 6 años de relación nos fuimos a vivir juntos y 3 años después, vino la boda".
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"Los dos habíamos hablado siempre abiertamente de la idea de casarnos en algún momento y cuándo más o menos nos gustaría que fuese, pero quería que el momento exacto lo eligiera él, y fue tan así que me pilló totalmente por sorpresa, porque pensaba que estaba esperando a que yo acabase la residencia de medicina" nos explica Bea.
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La fecha elegida para poner el broche de oro a su historia de amor fue el pasado 15 de junio. Para su gran día, no contaron con wedding planner, puesto que prefirieron hacer todo ellos con la ayuda y opinión de sus familias, una decisión que no cambiarían "porque la preparación de la boda ha sido, en su mayoría, un proceso divertido que nos ha permitido hacerla exactamente a nuestro gusto" explica.
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La ceremonia religiosa tuvo lugar en la iglesia de ICADE (Madrid), ya que a Miki, al haber estudiado en ICAI, le hacía ilusión que fuera allí. Para la celebración posterior, querían algo de estilo campestre. "Buscando eso, tuvimos la suerte de conocer la finca El Pendolero, y nada más poner un pie fuera del coche y ver las increíbles vistas al Monte del Pardo, la Sierra de Guadarrama y el skyline de Madrid, supimos que sería donde celebraríamos nuestra boda".
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"Lo más especial fue prometernos el uno al otro que nos íbamos a querer siempre, pero sin duda, reunir en un mismo día y lugar a tantas personas que queremos y nos quieren, y saber que estaban ahí para celebrar nuestro amor y nuestra felicidad como pareja, es algo que nos emocionó tremendamente y que hizo que fuera, sino el más, uno de los días más felices de nuestra vida" cuenta Bea cuando le preguntamos qué fue lo más emocionante de aquel día.
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Como consejo a parejas que se encuentran actualmente preparando su boda, explica que les diría que disfruten cada uno de los pasos que vayan dando en la preparación de la boda. "Probablemente ninguno somos especialistas en organizar un evento para tantas personas en el que queremos que todo salga lo mejor posible. Nosotros mismos, cuando veíamos que algo nos estresaba en relación a logística de la boda, intentábamos recordarnos que casarnos es algo que solo podía traer alegría a nuestras vidas y en ningún caso agobios".
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Bea quiere agradecer especialmente su trabajo a los proveedores que estuvieron junto a ellos el día de la boda:
Fotografía: Esif Fotografía
Finca: El Pendolero
Catering: El Laurel
Flores: Verde Pimienta
Iluminación: Luces de cuento
Invitaciones y meseros: Sofía GB design
Vestido: Valenzuela
Chaqué: Bon Vivant
Zapatos: Lupe Ramos
Maquillaje y Peinado: Ángela Blanco
Joyas: Navas Joyeros