‘Bebé reno’ despierta un peligroso juego de especulación que se va de las manos
El afán detectivesco de las redes insiste en saber más sobre las identidades reales tras 'Bebé reno', exponiendo una era peligrosa para contar historia reales
Nadie lo vio venir. Ni su creador, director o Netflix parecen haber anticipado el fenómeno que sería Bebé reno. “No esperaba que fuera un gran éxito tan rápido”, dijo su protagonista, el comediante Richard Gadd, a una semana del estreno en el programa británico Lorraine (vía The Tab). “Pensé que tal vez podría crecer un poco, ser un poco más orgánico. Pero estoy encantado, ha tenido una respuesta de locos”. Sin embargo, aquella reacción inicial se queda corta cuando analizamos el fenómeno que se está viviendo.
En apenas tres semanas logró coronarse como el gran éxito de la temporada, está siendo aplaudida por público y crítica, mientras acumula más de 87.4 millones de horas visionadas (Fuente: Netflix). En otras palabras, es un ejemplo indiscutible del poder incontrolable de la conversación, la recomendación y el boca a boca. No obstante, la serie limitada basada en la historia real de acoso y abuso sexual vivida por su creador está cautivando tanto que se están cruzando límites insospechados, hasta el punto de abrir una nueva y peligrosa etapa para las adaptaciones basadas en historias reales.
La especulación: la práctica que le juega en contra
A lo largo de siete episodios, el actor y comediante escocés dramatiza la terrible experiencia que padeció en la vida real con una acosadora incansable -a la que llama Martha en la ficción (interpretada por Jessica Gunning)- después de ofrecerle una taza de té en el bar donde trabajaba. Durante cuatro años y medio la mujer le envió 41,071 correos electrónicos, 350 horas de mensajes de voz, 744 tweets, 46 mensajes de Facebook, 106 páginas en cartas entre todo tipo de regalos, mientras lo acosaba fuera de su casa, su trabajo, en los clubs de comedia donde se presentaba y acechaba a sus familiares.
Pero, al mismo tiempo, también explora las consecuencias del trauma repasando su propia vivencia como víctima de abuso sexual por parte de un productor/guionista exitoso. Como resultado, terminamos viviendo una experiencia intensa y arrolladora que invita a la conversación, empatía y reflexión. Sin embargo, una vez que plasmó su historia, se terminó el proceso de postproducción y se lanzó al mundo, Richard Gadd dejó de tener control sobre ella. Como toda serie, libro, película u obra de arte, lo que sucede a continuación, cómo impacta o se percibe, depende únicamente del público. Y con esta serie se está viviendo una especie de efecto dominó que está tomando cotas aparentemente incontrolables.
El éxito de la serie y su poder para generar conversación llevó a que gran parte del público comenzara a preguntarse quién era la verdadera Martha. Cómo se llama, qué fue de ella o si se parece a la actriz protagonista, despertando el fervor detectivesco en redes sociales con usuarios analizando los perfiles del actor, sus seguidores, comentarios del pasado, etc. en busca de 'pistas' . Lo mismo pasó con el depredador sexual, llevando a la búsqueda viral por conocer la identidad del guionista que abusó de Gadd.
Richard se negó a entrar en detalles en sus entrevistas dejando claro que el asunto quedó en el pasado. “Debido a cómo terminaron las cosas en la vida real, no es una preocupación”, dijo a Variety cuando le preguntaron si temía que la verdadera Martha lo contactara a raíz de la serie. Pero la búsqueda mediática continuó y el actor tuvo que pedir públicamente a través de su perfil de Instagram que se dejara el asunto en paz.
“Por favor no especulen sobre quiénes podrían ser las personas de la vida real. Ese no es el objetivo de nuestra serie”, suplicó al mundo. Su compañera, Jennifer Gunning, pidió lo mismo en una entrevista con la revista Glamour. “Si eso está sucediendo, creo que es una verdadera lástima, porque demuestra que no han visto la serie correctamente. Ese no es el objetivo de ninguna manera”.
Pero el mundo no los escuchó y el asunto se fue de las manos…
La 'investigación' mediática
Recientemente, dos tabloides británicos y usuarios de las redes señalaron haber encontrado a la Martha real y, en consecuencia, el personaje comenzó a reaccionar. Una mujer en sus 50s con un título de derecho de la Universidad de Dundee que trabajó durante un tiempo como abogada en prácticas, como en la serie (vía Independent).
Al revelarse su existencia, la mujer en cuestión amenazó con tomar medidas legales contra Netflix y, desde entonces, sus publicaciones en redes sociales (tanto X como Facebook) rozan tendencias maníacas, preocupantes y llamativamente similares a los mensajes que se plasman en la serie. Además, señala el acoso y mensajes que recibe de manera privada mientras en una de las publicaciones más recientes publicada el domingo 5 de mayo asegura que escucharemos su versión “en un programa de televisión”..."la próxima semana".
Por otro lado, redes como X (antes Twitter) se están llenando de comentarios sobre el tema, viralizando un vídeo que recopila tweets escritos por esta supuesta mujer a la cuenta de Richard Gadd en 2014, que resultan consistentes y llamativos cuando se comparan con la historia de acoso. Sin embargo, nadie sabe cuánto hay de cierto en todo esto. Puede ser que la inmediatez de la información que ofrecen las redes sociales haya dado en el clavo con su ‘investigación’, o que estemos ante algún personaje jugando con la fama viral personificando a la verdadera Martha. Viendo la fama de la serie y la conversación que genera el asunto, no podemos descartar que pronto se llegue a una conclusión.
Los mismos intentos ‘investigativos’ se posaron en la búsqueda por descubrir la identidad del hombre que violó de Gadd. Y según un actor y director llamado Sean Foley, tuvo que contactar a la policía por “publicaciones difamatorias, abusivas y amenazantes” tras las especulaciones que se hicieron sobre él. Gadd actuó de inmediato publicando en redes que “gente a la que amo, con la que he trabajado y admiro (incluyendo Sean Foley) están siendo injustamente atrapados en la especulación”, pidiendo a continuación que se dejara de especular con el tema.
Pero el asunto no termina. En los últimos días, un presentador británico llamado Richard Osman alimentó la especulación en su podcast, The rest is entertainment, diciendo que Gadd “siempre fue muy abierto con la gente de la industria sobre quién es [el violador], así que la gente de la industria sabe quién es” (vía Deadline). En otras palabras, alimentando el quién, dónde, etc.
Todo esto nos lleva a una conclusión preocupante en torno a los contenidos basados en historias reales. Después del destape del movimiento #MeToo, el despertar de la conciencia social en torno a los abusos (no solo sexuales, sino también de poder, de género, emocionales, etc.) y la hemeroteca informativa que existe en redes sociales donde una simple búsqueda puede derivar en revelaciones olvidadas del pasado, habría surgido una vertiente vengativa por parte del público donde señalar y exponer es el karma lógico que seguir en redes sociales. Y no hace falta remontarse en el tiempo para encontrar ejemplos: lo estamos viendo ahora con la investigación en torno a P. Diddy o Dan Schneider, el productor de Nickelodeon protagonista de acusaciones de maltrato y sexualización infantil en la serie documental Quiet on set.
Sin embargo, Bebé reno no está pensada para que el público tome la historia como si fuera su propio caso policial, busque, avergüence y culpabilice públicamente. Porque, básicamente, no es lo que pretende su propia víctima. Es cierto que se podría justificar que Richard Gadd lanzó la piedra y escondió la mano, que dramatizó su historia real jugando a la ambigüedad en diferentes entrevistas al no querer hablar de su experiencia real en detalle. Que, quizás, no se esperaba que el éxito fuera tan descomunal y, por ende, no imaginó el poder especulativo que podía terminar provocando.
Pero, más allá de esto, no depende del público hacer justicia en nombre de Gadd, ni es su trauma o experiencia como para salir en busca de datos y respuestas. Lo que nos lleva al preocupante camino que abre la serie para otros creativos que quieran plasmar historias similares. Porque en esta marea informativa donde la percepción personal parece tener más peso que la información, se pueden cometer errores terribles como señalar a la persona equivocada, arruinando sus vidas al acusarlos de acoso o abuso en un terreno tan expansivo, anónimo e inconsecuente como las redes sociales.
Tal vez existen decenas de guionistas dispuestos a realizar el mismo ejercicio de vulnerabilidad y honestidad que hace Richard Gadd, exponiendo su pesadilla por partida doble para crear una historia que apuesta por profundizar en la faceta más humana del trauma. Que no busca sensacionalizar ni comercializar con el dolor, sino compartir, procesar y analizar desde diferentes aristas las ramificaciones del trauma, la soledad y las enfermedades mentales. Sin embargo, si lo que deja Bebé reno para la posteridad es un fenómeno sin frenos ni límites, donde el público se siente con el poder de creerse detectives de las redes, exponiendo o especulando hasta afectar a terceros, entonces no sería extraño que otros creativos teman seguir los mismos pasos de Richard Gadd. Lo que lamentablemente dejaría muchas historias dignas de ser contadas en el tintero. Y eso sí que sería una pena.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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