Estos birretes no son para aventarse

Kimberlee Morales, en el estudio de su casa en Norwalk, California, el 10 de abril de 2022. (Tracy Nguyen/The New York Times).
Kimberlee Morales, en el estudio de su casa en Norwalk, California, el 10 de abril de 2022. (Tracy Nguyen/The New York Times).

Maria Rubio no estaba segura de que se graduaría de la Universidad Estatal de Arizona luego de que tuvo a su hija en su segundo año de estudios.

“Estaba a punto de dejar la carrera”, afirmó.

Pero Rubio, de 22 años, cuyos padres emigraron a Estados Unidos desde México antes de que ella naciera, dijo que convertirse en madre en el año 2020 a la larga le dio la motivación de terminar la universidad. “Más que nunca, quería graduarme y hacer algo para mí y para mi hija”, comentó Rubio, que vive en Phoenix.

En su graduación este mes, Rubio quiere que su hija esté en el público, y en su cabeza, en la forma de un retrato personalizado en el birrete que usará Rubio. El retrato, que le costó 120 dólares, es de Rubio con su hija.

“Es la cereza en el pastel de mis logros”, expresó Rubio.

La decoración de los birretes de graduación es una tradición muy arraigada entre los graduados, muchos de los cuales se encargan ellos mismos, o con amigos, de adornarlos con pedrería y brillantina. Pero los que prefieren que alguien más embellezca su atuendo ahora pueden contratar a un número creciente de artesanos para que creen elaboradas obras de arte que se colocan sobre el birrete.

Sarah Plazola, que empezó a personalizar birretes de graduación en 2017, en su estudio casero de Los Ángeles, el 10 de abril de 2023. (Tracy Nguyen/The New York Times).
Sarah Plazola, que empezó a personalizar birretes de graduación en 2017, en su estudio casero de Los Ángeles, el 10 de abril de 2023. (Tracy Nguyen/The New York Times).

Kimberlee Morales, quien hizo el retrato para la gorra de Rubio, dice que le han solicitado piezas para graduaciones hasta 2034. Empezó a personalizar birretes en 2016, cuando aún estaba en la universidad. Después de que unos cuantos que había hecho para sus compañeros de clase llamaran la atención en las redes sociales, personas desconocidas empezaron a solicitarle sus propios diseños, según cuenta. Cuando más tarde Instagram promocionó su negocio, Kim’s Custom Caps, recibió aún más pedidos.

Morales, que trabaja desde un estudio en su casa de Norwalk, California, dice que este año hará unos 250 diseños personalizados. La decoración de cada uno suele llevar entre dos y tres horas. Los precios empiezan en 65 dólares, pero las piezas que requieren retratos más detallados pueden costar más de 100 dólares.

Morales también vende estilos semipersonalizados (a partir de 28 dólares), que se pueden detallar con citas o fotografías, así como diseños prefabricados (a partir de 26 dólares).

Judith Dueñas, de 24 años, que cursa una licenciatura en línea en la Universidad Thomas Edison, le encargó a Morales una pieza personalizada para su graduación este invierno. Dueñas, que vive en Desert Hot Springs, California, y trabaja como auxiliar administrativa, contó que Morales y ella pasaron días desarrollando el diseño. Lleva una pierna ortopédica, que Dueñas ha tenido desde niña, así como elementos que aluden a su ascendencia mexicana.

Dueñas dijo que cuando vio el producto terminado, que costó 120 dólares, “lloró durante 10 minutos”.

Morales explicó que la mayoría de sus clientes que solicitan diseños personalizados son hijos de inmigrantes o han emigrado ellos mismos a Estados Unidos. Muchos, añadió, “deben sus trayectorias a sus familias, y quieren honrar eso”.

Al igual que Morales, Emiah Youman empezó a personalizar gorras de graduación cuando estaba en la universidad. Youman, que comenzó a venderlas a través de su negocio Custom Couture by Emiah en 2019, ahora también ofrece estilos prefabricados (a partir de 50 dólares), así como diseños pintados a mano (a partir de 210 dólares).

Youman, que vive en Washington D. C., dice que este año ha recibido unos 100 pedidos. Sus diseños personalizados tardan hasta tres meses en completarse, en parte porque dirige su negocio mientras estudia Derecho en la Universidad Howard. “Lo hago todo yo sola”, explicó. Pero, añadió, “cuando me mandan videos y fotos de las familias con las gorras es realmente especial”.

Marc Goldberg dijo que vio el potencial de negocio en la decoración de birretes a finales de los años noventa, cuando su madre no pudo localizarlo entre la multitud de estudiantes con birretes negros en su graduación de la universidad. “Pensé: ‘Tiene que haber una forma de destacar entre la multitud’”, explicó Goldberg, quien vive en Midland Park, Nueva Jersey. Años más tarde, en 2012, fundó Tassel Toppers, que ofrece a los clientes la oportunidad de diseñar birretes en línea.

Los birretes personalizados de Tassel Toppers van desde los 25 dólares, en parte porque la empresa no ofrece estilos pintados a mano; los diseños prefabricados cuestan a partir de 15 dólares. Goldberg, que también dirige una empresa de tecnología, afirma que esto permite que algunos pedidos se envíen en menos de 24 horas. La empresa, que emplea a cinco diseñadores asistentes a tiempo completo, llega a realizar hasta 1000 pedidos al día entre abril y junio, según Goldberg.

Sarah Plazola, una profesora sustituta de medio tiempo en Los Ángeles que comenzó a hacer gorras personalizadas en 2017, dijo que recibió miles de solicitudes de pedidos en 2022. Este año, Plazola ha aceptado unos 260 pedidos de sus diseños personalizados, cuyo precio empieza en los 30 dólares. También vende estilos prefabricados, a partir de 25 dólares.

Plazola dice que en los años transcurridos desde que puso en marcha su negocio, Uncapped Creations, se ha dado cuenta de que el sector de los decoradores de gorras está cada vez más saturado, y que los diseños son cada vez más parecidos. Una vez tuvo que pedirle a otro fabricante que dejara de ofrecer estilos que se parecían demasiado a los suyos.

“No me importa que otros fabricantes añadan su propia personalidad y creatividad”, afirmó Plazola. “Pero cuando es una copia total, no me quedo callada”.

Aunque tiene más competencia, Plazola sigue teniendo que rechazar clientes.

“Hay muchos graduados”, dijo. “No puedo atenderlos a todos”.

c.2023 The New York Times Company