'Black Mirror' descubre el talento de Salma Hayek que Hollywood se estaba perdiendo

Salma Hayek en 'Black Mirror' (Nick Wall/Netflix)
Salma Hayek en 'Black Mirror' (Nick Wall/Netflix)

“¡Soy una actriz disléxica y talentosa, con un inglés cuestionable!”, grita Salma Hayek en un episodio de la nueva temporada de Black Mirror y nos hace estallar a carcajada viva. Es una frase breve y concisa pero resume a la perfección el tsunami figurativo que esta actriz mexicana representa como estrella de Hollywood. Como representante latina, actriz cómica y mujer con un magnífico sentido del humor que sabe, y le encanta, reírse de sí misma.

Porque eso es lo que hace Salma en su debut en la popular serie creada por Charlie Brooker: interpretarse en su faceta de actriz y mujer de negocios, siendo la encargada de aportar la frescura y el tono de comedia a una sátira oscura. Y en el camino, demuestra a Hollywood que llevan años perdiéndose a la cómica nata que lleva dentro.

La sexta temporada de Black Mirror aterrizó en Netflix el 15 de junio con seis episodios que, si bien reflejan cierto desgaste narrativo, nos devuelven a ese universo atrapante que analiza con ojo crítico el potencial tenebroso de convivir con la tecnología, las nuevas tendencias de interacción social o los intereses de la humanidad moderna. En este caso, por ejemplo, poniendo sobre la mesa el debate del uso del IA (Inteligencia artificial) sobre la individualidad artística de cada actor, o el afán masivo del público por las series y documentales sobre crímenes reales, entre otras temáticas.

Salma Hayek participa en el primero titulado Joan es horrible, que relata cómo un servicio de streaming idéntico a Netflix (en la ficción se llama Streamberry) recrea una serie basándose en la vida de una mujer anónima después de haber incluido una cláusula diminuta en el contrato que todos los suscriptores firman al subscribirse a cualquier plataforma. Ese que nadie lee. Nunca.

Annie Murphy interpreta a Joan, mientras Salma Hayek interpreta a su personaje en la serie de Strawberry. Cada día de Joan aparece reflejado en el siguiente episodio, dramatizando y exagerando su egoísmo hasta convertirla en villana, dando un vuelco radical a su existencia de la noche a la mañana.

Joan descubre que Salma Hayek cedió los derechos de su rostro y que la serie está creada completamente por Inteligencia Artificial y así, ante la desesperación de no tener ninguna herramienta legal que detenga a la plataforma, decide hacer cosas grotescas y asquerosas que avergüencen tanto a la Salma Hayek real que la actriz termine tomando cartas en el asunto. Es entonces cuando, después de verla interpretando a la Joan más despreciable, que la actriz mexicana aparece interpretándose a sí misma plasmando su furia contra quienes usan su imagen indebidamente, riéndose de su acento y celebrando su talento. Todo en un mismo paquete.

Lo hace incluyendo palabras en español en sus momentos de rabia desatada, hablando de su abuela y exponiendo su dislexia, mientras reconoce abiertamente ese acento marcado que tanto la caracteriza. Y sin olvidarse de celebrarse a sí misma, a la actriz de películas “prestigiosas” como Frida.

Y en todo este proceso donde se interpreta a sí misma -que apenas dura 20 minutos- Salma Hayek desempolva a esa cómica tan divertida que el cine todavía no supo explotar al máximo. Nos hace reír, nos mantiene prendidos a su rabia desatada, a cada insulto en inglés soltado con acento mexicano, a la espontaneidad que destila poniendo su personalidad a la orden de la serie. Annie Murphy brilla como Joan pero lo de Salma es pura luz cómica, jugando entre la comedia satírica, de enredos y la ‘buddy comedy’, como no la habíamos visto antes.

Ben Barnes y Salma Hayek en 'Black Mirror' (Ana Blumekron/Netflix)
Ben Barnes y Salma Hayek en 'Black Mirror' (Ana Blumekron/Netflix)

Los hispanohablantes siempre supimos que Salma Hayek es graciosa. Lo vemos en sus redes sociales, en sus encuentros con otras estrellas en alfombras rojas y en infinidad de entrevistas, donde siempre ventila sin tapujos toda su picardía y sentido del humor espontáneo, como una representante fiel de la cultura latina. Pero también siendo ella misma sin que el glamour que exige su mundo profesional le robe su naturalidad.

Sin embargo, desde los inicios de su carrera, la industria hollywoodense se empeñó en exprimir su faceta de sex-symbol con películas como Desperado o Del crepúsculo al amanecer, mientras ella siempre intentó abrir sus alas con todo tipo de historias. Pasó por el drama, el terror, la comedia romántica, el blockbuster y el cine independiente, pero creo que nunca nos hizo reír con la misma espontaneidad que consigue en Black Mirror.

No pude evitar reflexionar en esto mientras la veía en acción. En que todas las veces que tuvo una comedia entre manos, sobre todo en los últimos años, terminó siendo vehículo secundario de las bromas de otros, como fue el caso de Adam Sandler en Son como niños y su secuela; o con Eugenio Derbez en Cómo ser un latin lover. Mientras que otras películas desaprovecharon esa baza por tender hacia la caricatura, como fue el caso de Socias en guerra.

Pero en Black Mirror se lo pasó en grande. “Ha sido absurdo y muy divertido. Es una oportunidad única en la vida hacer una interpretación de mí misma”, dijo a Radio Times (vía Uproxx). Y se nota. Porque la actriz demuestra en la serie que tiene un don para la comedia que pide a gritos una sátira propia, una sitcom inteligente o, incluso, un reality donde podamos disfrutar de su sentido del humor descaradamente.

El episodio nos deja clarísimo que la actriz merece ser protagonista de algo que exprima al máximo su talento para ser divertida, sin ser relleno secundario de Adam Sandler ni una caricatura de su acento o naturaleza latina. Así que Hollywood ya puede ir pensando en una buena comedia que ofrecerle. Porque viendo las reacciones en redes sociales a su trabajo en Black Mirror, creo que seremos muchos los que iríamos a verla sin pensarlo dos veces.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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