‘Espejito, espejito, ¿quién es la más bella?’
Se le llama "Síndrome del espejo". Sí. Consiste en distorsionar nuestra imagen real hasta el punto de encontrar defectos que no tenemos o magnificar los que ya tenemos.
También llamado Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) o Síndrome de Tersites, es un desajuste emocional entre la imagen real y la que nos muestra el espejo, una insatifascción con nuestro propio cuerpo y una inseguridad por no cumplir con las expectativas estéticas de la sociedad. El problema radica en que puede llegar a tener consecuencias graves para la salud: generalmente va asociado con enfermedades como la anorexia, la bulimia o la vigorexia.
"Tengo 33 años, desde hace 10 sufro un trastorno dismórfico grave relacionado con la cara" -cuenta Sandra en la web de la Fundación Punset, que se ocupa de la difusión de este tipo de problemáticas-.
"Empezó con una pequeña dermatitis seborréica en las cejas y se ha convertido en una auténtica obsesión con la ceja derecha. Estoy viva todavía, pero ya no soy yo misma. Paso horas y horas, se me hace de noche frente al espejo levantándome con una aguja las pieles llevándome con ellas los pelos de la ceja. Me las he micropigmentado dos veces, afeitado seis o siete y sigo totalmente obsesionada con la derecha. He estado ingresada en centros de día, he tomado doce pastillas diarias, he ido a cinco psicólogos y he hecho terapia cognitivo-conductual. Mis intentos autolíticos han sido múltiples. Necesito ayuda; sólo quiero vivir aunque no felizmente, sin que cada respiro me duela. Tengo blefaritis en los párpados del daño que me causo y lumbalgias de las múltiples horas frente al espejo evitando el lavabo. Vivo con mi madre y ella quiere que siga adelante, lo hago sólo por ella".
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Según los expertos de la Fundación Punset -y tal como indican los manuales internacionales de diagnósico-, "el paciente puede quejarse de uno o varios defectos o de su aspecto en general, causando malestar psicológico significativo que deteriora su desempeño social y/o laboral, hasta el punto de manifestar síntomas ansioso-depresivos severos, el desarrollo de otros trastornos de ansiedad, aislamiento y exclusión social. Las causas del TDC difieren de una persona a otra. Sin embargo, la mayoría de los investigadores creen que podría ser una combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales de su pasado o presente; malos tratos, abuso o abandono pueden ser también factores contribuyentes. El inicio de los síntomas generalmente ocurre en la adolescencia o en la edad adulta temprana, cuando comienzan la mayoría de las críticas personales relacionadas con la imagen corporal".
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Obviamente, quienes lo padecen requieren de tratamiento psicológico o psiquiátrico para superarlo, no es algo que se pueda curar con consejos caseros, porque normalmente son cuadros graves. Y es muy importante, en este sentido, el apoyo del grupo familiar.
"No estoy segura de hace cuanto comencé con esto -confiesa Kara-, tendría dos o tres años.
Ahora tengo 17. Cada día es lo mismo, mirarme en el espejo horas a ver todo lo que hay en mi rostro. Quitarme las cejas, maquillarme, desmaquillarme, maquillarme de nuevo, jalarme el cabello, pellizcarme la piel, peinarme de mil maneras. Puedo decir que odio todo lo que hay en mi cara, la odio, odio mis ojos, mis cejas, naríz, mis pomulos, todo me parece repugnante. No soporto ser y como soy y estoy harta porque sé que no hay manera de mejorarlo.
En mi casa todos dicen que estoy enferma y que solo quiero llamar la atención. Pero la realidad es que no soporto que la gente se fije en mí".
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Estas personas padecen un enorme sufrimiento. No las juzgues. No las condenes. Ayúdalas a conseguir asistencia.
En Twitter @aleherren