Julia: siempre queremos lo que no podemos tener
No funciono bien en las mañanas; el sueño hace que se me escapen las cosas y ponga poca atención en lo que hago. Ésta fue la misma suerte que sufrió un mensajito de auxilio que me mandó mi amiga Julia hace unos días.
"¿Ya llegaste? Hoy me siento fatal", leía el texto en la pantalla del teléfono. No le pude contestar en ese momento porque, básicamente, seguía dormido. Cuando por fin desperté, el mensaje había pasado a esa parte de mi cabeza donde guardo las cosas que olvido por completo.
Tuve una junta en la mañana y cuando regresé a la oficina, ya era la hora de la comida. Subí a la cafetería y vi a Julia en una mesa con otras dos chavas. Me acerqué y las saludé una por una. Cuando llegó su turno, mi amiga me abrazó como si hubiera estado esperando todo el día para hacerlo.
—Me siento muy mal —dijo sin soltarse —. Hice algo horrible.
—¿Qué pasó? —le pregunté.
—Ayer me puse borracha y le escribí a Guillermo— dijo, mientras se llevaba avergonzada las manos a la cara.
Jalé una silla de la mesa de al lado y me senté con ellas. Las amigas se tornaron expectantes y confundidas por la situación. Era claro que no sabían que Julia llevaba pocos días de haber cortado con Guillermo, su ahora exnovio. Las amigas la interrogaron con una ametralladora de preguntas y ésta les platicó a detalle su situación.
—¿Qué hago? —devolvió su atención a mí.
—Nada— le contesté.
—Es que quiero regresar con él. Lo extraño muchísimo.
—Por eso, no hagas nada.
Julia me miraba confundida mientras sus amigas asentían con la cabeza. Ambas me dieron la razón y le expusieron un sin fin de argumentos a su desolada compañera, quien se resistía a cada uno de ellos.
—Si lo quieres de regreso, lo tienes que soltar —seguí —. Piensa que en los clichés están las verdades de la vida, y aquel que dice que "Si lo quieres déjalo ir, si regresa es tuyo y si no, nunca lo fue" te aplica muy bien.
Julia nos explicó que le pidió a su ex que lo volvieran a intentar, que le dieran una segunda oportunidad, y éste le contestó, agradecido, que le diera unos días para pensarlo.
—¡Con más razón! —refunfuñé —. Ya no le puedes hablar. Esto es como el ajedrez, tú hiciste tu movimiento y ahora tienes que esperar el de él.
—Pero ella lo cortó — me interrumpió una de sus amigas —. ¿Por qué ahora no quiere volver?
—Por eso. Porque ella cedió —expliqué —. Yo creo que ahora él va a probar suerte, ver cómo se cotiza. Le va a coquetear a la soltería. Al fin que sabe que tiene a Julia de colchón de seguridad.
Julia se retorcía en su lugar mientras yo hablaba, con la imagen de su ex metiéndose con otras mujeres.
—Pero lo que él tiene que encontrar en las demás personas es tu ausencia —dije enfático —por eso no le puedes hablar. Que él te hable.
Mientras decía eso sonó mi celular. Era mi jefe que me estaba buscando.
—Ya me voy —dije apresurado.
De repente Julia se mostró iluminada por una idea repentina que había hecho presa a su mente.
—Te voy a hacer caso — me dijo.
—¿Ya no le vas a hablar? — pregunté.
—No, me voy a buscar un amante.
(Continuará...)
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