Cronoalimentación
Desbordo de energía por la mañana y, a la noche, solo una buena fiesta consigue desvelarme. Crecí sabiéndome "alondra", por eso de tener el biorritmo inquieto desde temprano (los noctámbulos son búhos) y lo aproveché para estudiar, para trabajar... pero nunca imaginé que esta característica también merecía ser tenida en cuenta a la hora de alimentarme.
La cronoalimentación o cronodieta considera los biorritmos personales, el reloj biológico de cada quién, a la hora de armar un menú para estar sano, incluso para bajar de peso.
Según explican los nutricionistas que siguen esta doctrina, desde las 5 de la mañana a las 17 horas se suceden doce horas en las que los nutrientes aseguran nuestro gasto energético. A partir de entonces y hasta las 5 de la mañana son almacenados y utilizados para la organización tisular (formación de tejidos). Información que, por otro lado, confirma el dicho de mi abuela: "come poco y cena temprano si quieres llegar a anciano".
Organizar el menú familiar teniendo en cuenta el ritmo del cuerpo ayudará a no acumular grasa porque sí. Aquí van algunos consejos:
- Lo ideal es tomar los hidratos por la mañana, sobre todo en el desayuno, cuando "engordan" menos ya que tendrás todo el día para quemarlos. Es la hora de los dulces, las frutas… También de los cereales y las harinas. Es más, si has comido suficiente dulce antes del mediodía, por la tarde tu índice glucémico te protegerá y tendrás menos hambre.
- Las proteínas deben ser ingeridas a partir de la tarde. Para la noche, carne, pescado, huevos o quesos frescos con verduras cocidas. Y el chocolate, más cerca de la noche, ya que estimula la melatonina, hormona que favorece la relajación y el sueño.
- Y a no saltar comidas. Menos el desayuno y la merienda, las más importantes, ya que te permitirán llegar a la comida y a la cena con el hambre justo.
- Escucha tu cansancio y duerme lo que el cuerpo te pida. Si no descansas lo suficiente, tus biorritmos se alterarán y tendrás muchas más ganas de comer dulce.
- Evita el alcohol. Suele ser la causa de esos kilos de más. Piensa que solo aporta calorías vacías, sin nutrientes. Entre cerveza y vino, no lo dudes, una buena copa de Merlot o Cabernet Sauvignon.
¿Escuchas tu cuerpo a la hora de armar tu menú?
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