Afrodisíacos: ¿mito o realidad?

Muchas son las versiones que circulan en torno a los efectos mágicos de los afrodisíacos para mejorar la calidad del encuentro sexual. Lo cierto es que efectivos o no, los afrodisíacos, derivan su nombre de Afrodita, diosa griega del amor carnal y el deseo.

En papiros egipcios del año 2200 A.C. encontramos las primeras referencias a ellos. El conocido texto hindú, Kamasutra, escrito hacia el siglo IV A.C. hace referencia a alimentos energéticos como la leche y la miel para aumentar el vigor sexual. En la antigua Grecia, Aristóteles mencionaba el efecto afrodisíaco que producía la "cantárida" (insecto conocido como "mosca española", cuyos restos secos y triturados eran ingeridos, ocasionando irritación del tracto urogenital y como consecuencia, provocando reacción en los genitales), así como otras sustancias vegetales y animales que generaban similares resultados. La medicina tradicional china también otorga facultades afrodisíacas a hierbas como por ejemplo, el ginseng y la yohimbina, y diferentes textos árabes mencionan perfumes y fragancias para aumentar el placer sexual.

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Actualmente, el tema de los afrodisíacos continúa siendo fuertemente debatido. La verdad es que las creencias populares, aunque no sean científicamente ciertas ni clínicamente comprobadas, igualmente producen efectos por la fuerza y su sostenimiento a lo largo del tiempo. Los afrodisíacos no tienen una incidencia real sobre la sexualidad; sin embargo, si la persona tiene la expectativa de que la tendrá, seguramente así será. Preparar una comida afrodisíaca puede lograr el efecto deseado, puesto que las personas se predisponen positivamente para ello. Los alimentos se eligen por su aspecto sensual: frutillas por su jugosidad, su forma de corazón y su color rojo, espárragos y ostras por su humedad y carnosidad cuya forma sugiere la región más íntima de la mujer. En realidad, cualquier alimento o bebida puede ser un afrodisíaco, todo depende de las circunstancias, el ambiente, el momento y la manera en que se ingiere.

En particular, pienso que el afrodisíaco más potente que existe, es la mente, y por sobre todo, el amor. Es la mente humana la que nos proporciona los resultados esperados ante la ingesta de cualquier alimento o sustancia que podamos tomar cuando estamos convencidos que actuará favorablemente en el encuentro sexual.

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Entonces no olvidemos nuestros afrodisiacos naturales:

- Compartir fantasías y deseos con nuestra pareja

- Un masaje placentero con aceites, un baño relajante, una copa de champagne o un tema de música agradable.

- Literatura erótica o romántica.

- Una salida sin hijos y dedicarse tiempo en pareja.

- Variar la posición, lugar, ritmo, ambiente, horario... en fin, lo que crea monotonía en la actividad sexual.

En definitiva, el objetivo fundamental de los estimulantes es incentivar el cerebro que es el principal órgano sexual, cosa que se puede lograr de muchas maneras.

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