Maternidad y culpa
A medida que atraviesas el embarazo, el nacimiento o la adopción, y el crecimiento de tus niños, experimentas un abanico de sentimientos muy diversos y a veces hasta contradictorios.
Frente a la llegada del bebé, los primeros días suelen ser desconcertantes y trabajosos. Tras unos pocos días y noches sin dormir, la mayoría de las madres sienten ganas de llorar.
Todo ha cambiado: los platos están sin lavar, el bebé llora sin parar, no puedes arreglarte como antes y la heladera está casi vacía.
En esas circunstancias la pregunta "¿Quién me mandó a tener un hijo?" no tarda en llegar y con ella un gran sentimiento de culpa. Tranquila,¡ le sucede a muchas!
Intenta jerarquizar. No puede tener la misma importancia lavar los platos que calmar al bebé. Algo hay que dejar de hacer y los platos no corren riesgo alguno. Entonces, es sugerible olvidarse de todas las cosas que andan mal y pasar unos cuantos minutos con el bebé en brazos. Olvídate de la limpieza y el orden por un minuto y cierra los ojos. Disfrutar el momento. Registrar la sensación agradable de la conexión con el bebé hará más sencillo el resto del día y más fácil delegar o postergar.
Se trata de fijar prioridades. Y en ellas no solo tendrán lugar del bebé sino también las tuyas, aunque probablemente intentarás evitar aquellas cuestiones que te darán culpa. La mayoría de las madres tienen esa sensación, pero para que la alegría tome terreno y permita el disfrute de ser padres, es importante desarrollar la capacidad de apreciar el día a día con los hijos. Disfrutar de ellos no es sinónimo de malcriarlos, sino de establecer normas claras que permitan un orden de armonía y placer. Sin duda alguna las emociones y actitudes de la madre influyen en el clima de un hogar. Cuando una madre está feliz, los niños pueden estarlo y para ello es esencial que la madre evite la culpa, sentimiento que en general trae angustia, incertidumbre e insatisfacción.
¿Qué se puede hacer para evitar el sentimiento de culpa?
- Estar dispuesta a renunciar a algunas cosas.
- No competir con otras madres ni contigo misma.
- No preocuparse excesivamente.
- Incluir el SÍ con más frecuencia, dejando el NO solo para lo más importante.
- Organizar programas divertidos con los niños.
- Registrar otras prioridades externas al ámbito familiar.
- Reconocer la necesidad de ayuda.
- Aceptar ayuda.
- Permitirse al cansancio y el enojo.
-Despreocuparse por la mirada ajena.
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