¿Qué es la muerte?

Te aconsejamos la mejor manera de explicarle a tus hijos qué es la muerte. / Thinkstockphotos
Te aconsejamos la mejor manera de explicarle a tus hijos qué es la muerte. / Thinkstockphotos

A la mayoría de los chicos les preocupa e inquieta la muerte. Por algunos años este tema pasa desapercibido a pesar de estar presente en casi todos los cuentos y películas infantiles: Nemo perdió a su mamá tiempo antes del inicio de la historia; en el Rey León, Simba pierde a su padre en plena película en una escena terrible; la Cenicienta tiene esa madrastra por haber perdido a su madre. Es a partir de los cuatro o cinco años cuando los niños empiezan a preguntar sobre este tema.

El error más frecuente de los adultos frente a la pérdida cercana y tener que dar explicaciones de ello, es la poca claridad y el brindar respuestas ambiguas como "Se fue de viaje", "Se durmió" o frases similares que esquivan la realidad más cruda: "Se murió, no lo vas a ver más".

Muchas veces, basados en el objetivo de evitar el dolor a sus hijos, los adultos eluden este tipo de conversaciones, bordeando la pena, la crudeza, pero también la verdad. El sufrimiento es parte de la vida como lo es la muerte —su final—, e incluirla como parte de un proceso es tal vez la lógica más sencilla de abordar.

En esas situaciones es útil comparar el proceso vital del ser humano —nacer, crecer y morir— con los de otro ser vivo cercano al niño: una planta, una mascota, y así enfatizar en la idea de un proceso que incluye la vida y la muerte. Sin embargo muchos padres ante la pérdida de una mascota, en lugar de aprovechar la oportunidad para conversar acerca de estas cuestiones, la reemplazan inmediatamente. A veces, sin advertir a sus hijos, compran un nuevo pajarito u otra tortuga sin informar la pérdida de la anterior. Otras, sin saltearse este paso, compran un nuevo gato o perro sin dar lugar al dolor, a la tristeza por el que ya no está, en un intento de llenar ese vacío, antes de que aparezca.

En los niños más pequeños es más sencillo relacionar la muerte como el final de la vida, en la vejez extrema. De esta manera se está dejando para más adelante el tema de la enfermedad, los accidentes, situaciones que se alejan de esta manera de ver la vida y la muerte como uno en cada extremo, tal como lo representa la rayuela. Allí aparecerán respuestas de este estilo: "La gente se muere cuando es viejita", "Falta mucho para que me muera" u otras solidarias. Es aconsejable hacerlo de esta manera para ofrecerles la tranquilidad de que eso no está por suceder y que puedan despreocuparse de ello.

Pero hay otra clase de respuestas que suelen dar los adultos. Una de ellas une este tema con el del capítulo próximo: las creencias y las religiones.


Te aconsejamos la mejor manera de explicarle a tu hijo qué es la muerte. / Thinkstockphotos
Te aconsejamos la mejor manera de explicarle a tu hijo qué es la muerte. / Thinkstockphotos

Se trata de frases tan escuchadas y repetidas como "Se lo llevó Dios" o "Se fue al cielo y te mira o te cuida desde una estrellita"; en la primera no se habla del proceso vital de los seres vivos —nacimiento, crecimiento y muerte—, por lo que invita al niño a pensar: "En cualquier momento me lleva a mí". Esto no aporta elementos tranquilizadores a los temores frecuentes que tienen en relación a la posibilidad de la muerte, la propia y la ajena, relacionada con los seres queridos. Algunas familias suelen agregarle a esta frase que complica aún más las cosas: "Se lo llevó Dios porque era bueno". Los niños interpretan todo, de eso se trata su búsqueda de comprensión del mundo, entonces pueden pensar que no hay que ser bueno para evitar que Dios los lleve.

La segunda opción, estrellas de por medio, favorecen la aparición de ideas persecutorias infantiles que tiene su base normal en la etapa en la que creen que sus padres saben y ven todo, acotando sus posibilidades de experimentar las travesuras o actos no adecuados. En este caso, desde la estrella lo están mirando (su abuela, el tío) todo el tiempo, entonces no tiene libertad de acción como otros niños que cuentan con su intimidad, sus secretos.

La mejor respuesta es la que es verdadera, la que es honesta y clarificadora.

En esta edad es frecuente el pensamiento mágico y de su mano el sostener que la persona fallecida pueda regresar. En esta línea, los niños pueden creer que las personas muertas mantienen cualidades de las personas vivas; que tienen frío en el ataúd, que escuchan lo que dice.

Es muy importante, además de las explicaciones y las respuestas, que los adultos puedan asegurarles que la muerte de un ser querido no tiene que ver con ellos y ayudarlos a identificar y ponerle palabras a lo que sienten: bronca, miedo, tristeza, angustia, ira, desconcierto, culpa… A partir de allí es esperable una sucesión de preguntas. Si todos los niños naturalmente se preguntan en esta etapa en relación a la vida y la muerte, aún más quienes lo están viviendo y sufriendo.

Las respuestas irán creciendo en información. Cuando son muy pequeños se les puede decir: "Una persona muere cuando ya no respira y su cuerpo ya no responde más. Esto suele suceder cuando son muy viejitas". Cuando son mayores de 7 años, la respuesta sobre la muerte puede ser más elaborada, por ejemplo: "Cuando una persona muere no la vemos más, no existe más. Hay diferentes teorías acerca del origen de la vida y también de la muerte y de lo que ocurre luego de morir. Tal vez sientas tristeza o bronca por esto que sucede. Es normal y puedes contar conmigo para hablar de lo que necesites".

Lo más importante es hablar con nuestros hijos con la verdad, con el corazón y acompañarlos en lo que necesiten.

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