Me tocó un niño difícil, ¿es mi culpa?
Los chicos tienen días buenos y días malos, como cualquier persona. Sus días buenos son realmente adorables y nos dejan disfrutar de ellos; y quizá los días malos son más difíciles de sobrellevar para todos. ¿Pero qué pasa cuando un niño no tiene días buenos? Siempre está de mal genio, enojado con todo lo que lo rodea y contestando invariablemente de mala manera. Lo primero que pensamos es: "¿Qué he hecho yo para merecer esto?" Otros, directamente no se hacen cargo y creen que es una cuestión genética. Lo cierto es que se hace difícil disfrutar a un hijo que no la pasa bien. Pero lo más importante es que son ellos los que peor lo viven. ¿Qué podemos hacer para que la situación cambie?
"Son muchas las mamás que se preguntan por qué les tiene que suceder justo a ellas, pensando que es algo azaroso, que les tocó en suerte, como si fuera algo genético…", cuenta la licenciada María Teresa Vercesi, que es psicoanalista especializada en chicos. Y también comenta que mucha gente pregunta si se trata simplemente de "niñitos malcriados". Sin embargo, para ella el término no está bien aplicado cuando se refiere a un chico caprichoso o consentido. "Pero sí está bien puesto si se trata de un niño al que no se lo escucha o no se le pregunta qué le sucede. Seguro que su mal genio es una barrera contra la angustia y habría que ver qué le está pasando".
Por otra parte, en general entre los adultos está mucho más permitido que las niñas sean las que lloran, las que dramatizan. En cambio, los varones son de contenerse más y muchas veces esa contención puede transformarse en malhumor.
La profesional destaca que para darnos cuenta de que se está aguantando algo que le molesta debemos escucharlos. Aunque tampoco está de más hacerles notar la cara que tienen. "Asimismo, saben que de esta manera llaman la atención, por eso lo siguen haciendo".
Enojado con la vida
No siempre los padres de niños malhumorados son aquellos que los ignoran o no les prestan la atención que corresponde. También están los que les brindan lo mejor y viven pendientes de que no les falte nada. Les tienen toda la paciencia del mundo y, en muchas oportunidades, hasta más que a sus propios hermanos. Pero aún así, no logramos conseguir que cambien la cara. "A veces, recibir algo constantemente es lo que les produce su malhumor", explica Vercesi. "No hay manera de que se sientan conformes, porque se confunden. Habría que preguntarles si lo que les estamos dando es verdaderamente lo que quieren o necesitan". Por otra parte, añade que hasta pueden sentirse en deuda, debiendo algo.
Lo cierto es que más allá de que habría que conocer cada caso en particular, un pequeño que todo el tiempo tiene mala cara está expresando que no se siente feliz. "Una cosa es que sea serio, pero el 'mal humor' está demostrando de que hay algo que no lo hace sentir bien". Y eso no nos gusta nada a los papás. Entonces, ¿qué podemos hacer para ayudarlos?
La profesional advierte que nunca está de más hacer una consulta cuando se trata de un problema que a los adultos se nos va de las manos. Es que en este caso no sólo la está pasando mal el pequeño, sino también su familia. Porque convivir con una personita que siempre está irritable perjudica el clima para todos. Por eso, su principal consejo es que hay que evitar que se instale ese malhumor como algo normal. "El diálogo siempre es imprescindible", comenta.
Sin embargo, no siempre resulta tan fácil acercarnos a un chico con estas características. No suelen mostrarse receptivos cuando les preguntamos qué les está pasando. Y entonces nos sentimos en un callejón sin salida. ¿Cómo lograr que esté predispuesto a charlar con nosotros? "Hay que insistir" asegura Vercesi. "Hacer alguna actividad recreativa para compartir tiempo, siempre es una buena fórmula. Podemos aprovechar ese espacio de juego para averiguar lo que está sucediendo. Es una regla general para comenzar cualquier tipo de comunicación: lo mejor para los niños es crear un espacio recreativo".
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