Los recién nacidos también quieren divertirse
Son muy chiquitos, no saben demasiado de la vida, dependen fundamentalmente de la leche, duermen muchas horas por día… pero a ellos, los recién nacidos, también les gusta y les hace bien jugar. De a poco pueden ir aprendiendo muchas habilidades, sólo depende de la atención y el tiempo que le dediquen sus primeros compañeros de juegos: la mamá y el papá.
Recuerdo cuando mi niña tenía sólo quince días de vida, yo estaba durmiendo en mi cama y ella, acostada en su catre. Desde allí escuchaba que se movía el móvil que tenía colgado sobre su cabeza. Me parecía imposible y me incorporé para ver de dónde surgía ese ruido y, aunque sea difícil de creer, observé que con sus pequeñas manitas quería alcanzarlo. Quizá un pediatra me asegure que sólo se trató de una casualidad y lo tocó por un impulso del cuerpo, pero como madre sé que a su modo trataba de jugar y descubrir el mundo.
Es evidente que no vamos a poner un mazo de cartas sobre la mesa y a pedirles que lo barajen, pero si les damos ciertos estímulos, seguramente los ayudará a madurar de una manera más sana. A la vez, podremos comunicarnos con ellos y así crear lazos afectivos, lo que también refuerza su crecimiento como niños sanos, inteligentes y felices.
En un recién nacido, todos los capítulos de sus vidas a estrenar tienen muchas páginas por llenar; y aunque hoy no nos demos cuenta, algún día cuando comiencen a ser independientes, estimularlos con el juego les habrá servido para conducirse solitos.
Una para ti, otra para mí; ¿cómo se juega?
-Hablarles: estoy segura de que entienden todo, sólo que aún no pueden expresarse. Por otra parte, a ellos les encanta y los tranquiliza escuchar las voces de sus padres. Hacer sonidos guturales como ajo, es una opción que de a poco tratarán de imitar.
-Cantar y bailar: la música también les hace muy bien y los divierte. Susurrarles una canción suave y cerca de sus oídos es una experiencia que los fascinará. Asimismo, menear sus extremidades y hacerlos bailar al ritmo de una melodía, con movimientos delicados.
-Un poco de gimnasia: colocarlos de espaldas. Levantar y bajar sus bracitos y piernas, de a uno por vez. Luego, agarrar sus manitas, ayudarlos a incorporar el torso y volver a bajar, siempre con cuidado y con movimientos apacibles. Otra forma de estimularlos y llamar su atención es tocarles sus deditos (de las manos y los pies) uno por uno.
-Mostrarles el mundo: cuando están en brazos nombrarles cada uno de los objetos que ven. Les encanta observar cuadros de muchos colores o los ventiladores girando.
-Juguetes, ¿por qué no?: los sonajeros son muy llamativos y atinados para esta etapa. Algunos traen abrojo y se colocan en sus tobillos o muñecas para que suenen cuando mueven las piernas o los brazos. Asimismo, existen unos circuitos llamados gimnasios, que tienen diferentes texturas, espejos y sonidos para que experimenten distintas sensaciones. Para los más intelectuales hay libros de tela con el mismo estilo.
Otros juguetes que disfrutan son los muñecos de colores fuertes pero que sean suaves y muy maleables.
-Hora del baño: el agua puede resultarles muy placentera y más si les enseñamos a jugar en ella. Se consiguen varios juguetes que flotan y pueden llamar su atención.
-Hamaquita de oro: les gusta el balanceo. Colocarlos dentro de una tela fuerte y hacerlos balancear como si fuera un columpio es un juego que adoran.
-El zoo en casa: mostrarles figuras de animales y repetir los sonidos.
-Todo en familia: si tiene hermanos mayores, es bueno que se integren y jueguen juntos. Por ejemplo, que les canten o les hagan upa sentaditos, pero siempre bajo la mirada de un adulto para evitar cualquier accidente.
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