Construyendo autoestima y responsabilidad

Por: Silvia Renata Figiacone

La preocupación de los padres por el autoestima de los chicos y su desarrollo es algo que se percibe fácilmente aún en conversaciones de café. Madres preocupadas por bajas notas que afectan el autoestima y padres que preguntan en la consulta si las dificultades que su hijo tiene pueden afectar su autoestima a largo plazo, se observan con frecuencia en la consulta profesional y la preocupación por el desarrollo sano del autoestima es eje de evidente interés para padres.

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¿Qué es el autoestima?

Esta es una pregunta que, para la ciencia, no tiene todavía una respuesta definitiva. Existen múltiples definiciones de autoestima y diversas teorías que intentan explicar un fenómeno tan complejo.

Una de las definiciones que han permanecido a lo largo de los años y resulta útil para esta reflexión es la que propone Morris Rosemberg en 1965: autoestima está relacionado con el valor general que una persona se atribuye a sí misma, con cuán valiosa o suficientemente buena es.

Lógicamente, a mayor sensación de valor mayor percepción positiva de uno mismo.

¿Qué relación existe entre autoestima y paternidad? (Mruk, 2006)

Los padres tenemos mucho que ver en el desarrollo de nuestros hijos a través de nuestra manera de ser padres y las pautas de crianza que utilizamos para relacionarnos con ellos. Autoestima y paternidad no es una excepción a la regla: gran parte de lo que los padres hacemos tiene directa relación con cómo los chicos se perciben a si mismos y con cuánto se valoran.

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Entre las variables que desde la paternidad influyen directamente en el desarrollo del autoestima es posible mencionar la presencia y el sostén. El tiempo compartido con los chicos y los espacios de actividad conjunta son leídos por nuestros hijos como aquí estoy para ti, eres importante para mí, se que estás ahí, todas creencias que fortalecen el autoestima de nuestros hijos.

Sin embargo, la presencia no alcanza y en palabras de Mruk, solo es útil si se acompaña de aceptación. Aceptar y querer al hijo que tenemos es fundamental para que él pueda quererse a sí mismo. Mruk refiere que aceptación implica que el padre conoce a su hijo, en sus fortalezas y debilidades, posibilidades y limitaciones y lo quiere como es a tiempo que expresa a su hijo de manera explícita ese conocimiento y ese querer. Cuando los chicos carecen de esta pauta parental buscan en personas ajenas a la familia señales de aceptación. Estas señales siempre son inconstantes e inconsistentes, muchas veces ambiguas y no siempre basadas en real conocimiento. No logran constituirse como pilares del autoestima sana y conducen generalmente a problemas vinculadas con el valor que la persona se atribuye a sí misma. La aceptación de los padres es una variable definitiva en el desarrollo del autoestima.

Además, expresa Mruk, las expectativas parentales y las pautas consistentes, son otra de las variables definitivas a considerar. Establecer expectativas claras, directas y alcanzables a través de pautas claras y bien definidas, ayuda a los chicos a crecer bajo la conciencia de que establecerse metas y cumplirlas tiene un retorno positivo sobre el estado de ánimo y la visión de uno mismo.

Paternidad, autoestima y responsabilidad

Las pautas consistentes son indispensables para favorecer el desarrollo sano y, con él, la posibilidad de que un chico alcance las metas que él mismo se propone o sus padres, el colegio y la sociedad le ofrecen. En ese sentido, el ejercicio temprano de la responsabilidad es un componente indispensable. Asignar a los chicos pequeñas responsabilidades a medida que van creciendo, dentro de casa, y bajo la supervisión directa de los padres, los ayudará a desarrollar autonomía y capacidad de autogestión, algo que está directamente relacionado con autoestima positiva. Poder plantearse metas, encontrar los caminos para alcanzarlas y llegar a ellas es uno de los nutrientes al autoestima que se conservarán a lo largo de toda la vida y uno de los caminos para desarrollar por uno mismo autoestima positiva.

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Mruk expresa que, más que una pauta permisiva o autoritaria, es la pauta democrática (la que establece límite firme con cariño expreso) la que conduce al desarrollo sano y el autoestima positiva. Ello implica, en palabras del autor, que existe en el padre la intención de negociar frente al conflicto sin violar reglas básicas de convivencia familiar que todos los miembros de la familia consideran cimientos que no se discuten. Un ejemplo más que sencillo: el que juega guarda, es posible que el chico diga "quiero guardar al terminar de ver mi serie preferida" pero no es posible admitir "no quiero guardar".

Pautas claras, establecidas y que se cumplen, cariño explícito y expresado genuinamente (con conocimiento de las fortalezas y debilidades de cada hijo), acompañamiento, soporte, compañía y confianza en que podrán lograr aquello que se propongan, acompañados por pequeñas responsabilidades que dentro del marco del hogar facilitan que se asuman las que la sociedad sugiere afuera, son las claves para que un chico sienta que realmente tiene valor. Y la llave la tenemos los padres.

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